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Red Dead Redemption 2: la moral y ética en los videojuegos

Una escala de grises
Por Rafa del Río

Red Dead Redemption 2 va camino de convertirse en toda una realidad el próximo 26 de octubre. A 23 días de su lanzamiento y tras haber hablado de su mundo vivo, su historia y la forma en que su narración pretende fluir de forma natural y obviar los caminos rígidos del pasado, toca hablar de otro de los elementos que más contentos me tienen: su forma de plantear las decisiones y cómo éstas afectan al jugador en un contexto ético y moral que huye de lo que generalmente vemos en los videojuegos. 

 

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La ética y la moral en los videojuegos

Desde que el mundo de los videojuegos es mundo, y vamos ya camino del medio siglo, la ética y la moral han influido en los videojuegos desde unos primeres niveles muy básicos que justificaban su violencia -'eres el bueno porque han secuestrado a tu novia y ahora vas a masacrar a todos esos bastardos en una orgía de sangre'- hasta unos finales más elaborados en los que títulos como Gods Will be Watching o Papers Please pretenden mostrarnos la dura realidad que se esconde tras la ilusiora libertad de la que quiere hacer gala el ser humano.

 

La relación de la ética y la moral con los videojuegos ha sufrido una evolución en los últimos años en la que ha sido aprovechada, dilapidada, exprimida e incluso prostituida con unas mecánicas, generalmente muy poco sutiles, en las que el todo blanco o negro de sagas como Fable, Mass Effect y Dragon Age se han dado de bruces contra el intento de naturalidad de la difunta Telltale Games y la fatalidad de los indies mencionados más arriba.

 

El problema de estos juegos, a los que podemos añadir Deus Ex, Fallout, Elder Scrolls y Dishonored, es que al final todo resulta excesivamente mecánico y discutible, con un universo que parece querer revolotear siempre alrededor de estas decisiones y sus fundamentos morales y que termina dejando la sensación de barritas y medidores que se van llenando para conseguir el final bueno o el final malo. Ni siquiera CD Projekt y uno de los mejores exponentes en este campo, The Witcher 3, lograba conseguir esa naturalidad en sus opciones al encontrarnos siempre, o casi siempre, con estos dilemas eternos y forzados que funcionaron de lujo, pero podrían haber sido mejor. 

 

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La ética y la moral de Rockstar

Todo lo dicho anteriormente se nos rompe cuando hablamos de Rockstar y sus inicios en Grand Theft Auto como DMA. La compañía tuvo muy claro desde el principio su tono gamberro, anti-héroe, delincuente, invitándonos a sembrar el caos y al destrucción, primero por placer y, tras las críticas de algunos medios por su villanía, interpretando a un policía infiltrado en GTA 2 y sacando de las calles a niños y ancianos. 

 

Los padres de GTA y Red Dead nunca fueron ángeles, y jugaron con sus franquicias y sus historias para, poco a poco, sembrar toda una escala de grises en la ética y la moral universal con personajes que iban desde el clon de Ray Lyotta gamberro y pasado de tuerca de Tommy Vercetti hasta el apurado Carl CJ Johnon o ese monstruo llamado Trevor Philips que, sorprendentemente, enamoró a muchos jugadores con su locura. Sin embargo, si algún personaje brilla especialmente por su dualidad moral y por esa preocupación por la ética inexistente del mundo que le rodea, es John Marston. El protagonista de Red Dead Redemption, el primero, no es un héroe ni un villano, es un tronco a la deriva en un río de intereses mayores que él que trata de hacer lo posible por sobrevivir y redimirse. 

 

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Arthur Morgan entra en escena

Red Dead Redemption 2 toma el relevo de la anterior entrega y nos presenta a Arthur Morgan, una oportunidad de oro con la que retomar la vida canalla de John Marston y ser, ahora sí, protagonista y responsable de nuestros propios errores y decisiones. Lejos de la obligatoriedad de la anterior entrega, movido por motivos que van más allá de los impuestos por terceros, comenzamos nuestra vida criminal de cero, eligiendo nuestras acciones y tomando responsabilidad por ellas con unas consecuencias que van más allá de quién se queda con el brujo y que incluyen todo un ciclo de situaciones que pretenden rodear toda la historia. 

 

Red Dead Redemption 2 se aleja así de BioWare, Bethesda y Lionhead, y entonca con la filosofía de Larian Studios y Obsidian al optar por una historia que se va desarrollando según avanzamos por el juego y que va abriendo caminos y cerrando otros, no como una mecánica superflua, sino como una forma propia de narrar y de permitirnos ser y comprender el mundo que nos rodea. La necesidad de dinero, la lealtad con nuestra banda, la dureza del propio oeste y la necesidad de seguir vivos nos obligarán a tomar distintos caminos con efectos en la población del juego. Caminos que van más allá de los del héroe y el villano, y que prometen servirnos para comprender la vida de John Marston y lo que le llevó al final de su juego. 

 

Puede que Red Dead Redemption 2 no revolucione la implementación de la ética y la moral dentro del videojuego, pero sin duda sí que servirá para evolucionarla y ayudarnos a conocernos a nosotros mismos. Para abrirle los ojos a aquellos que piensan que en la vida todo es blanco o negro y siempre hay camino para la decisión libre y sin coacción. Yo estoy loco por vivirlo de primera mano en la piel de Arthur Morgan, y estoy seguro de que vosotros también. 

 

¡Nos leemos! 


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