Recordando Batman Arkham Asylum

Batman es junto con Lobezno el tío más duro de los cómics. Superman, pese a ser el más poderoso (aunque Hulk tendría algo que decir frente a esto), es un buenazo en el fondo, no es un tipo como Batman, que es frío y calculador y que vence siempre por su inteligencia pese a que te puede descoyuntar de un sopapo la misma articulación por 18 sitios diferentes. La saga Arkham ha sabido entender muy bien esta idea de Batman, que es el mejor detective del mundo ante todo.

Arkham Asylum fue el primero, el que sentó las bases y el que acertó en todo lo que se podía acertar. Vale que podía ser algo repetitivo y que el control necesitaba una pasada, pero era un juego espectacular. Parece mentira que hayan pasado ya casi seis años.

Pese a tener semejante subítulo, poco o nada se parece realmente al cómic homónimo. Arkham Asylum era un vistazo a la demencia intrínseca del Joker, pero también a la del propio murciélago. Era un cómic oscuro y complicado cuya transformación al videojuego es imposible. Aún así, Rockstedy supo captar una idea de fondo muy bien: los maníacos del asilo no están más locos que Batman ni tampoco son menos humanos. Salvo uno. Ya sabéis de quién hablo.

Rocksteady también supo captar algo esencial en toda representación de Batman: su traje. Aunque Nolan lo convirtiese en una armadura, y Arkham Origins y Arkham Knight hayan seguido más por ese camino, ver que el traje de Batman Arkham Asylum era una mezcla perfecta de tela y armadura grises, con una capa negra con funciones importantes en el juego y que el propio Batman era un tanque hecho humano; todo esto alegraba a la vista y hacía posible tomarse en serio un juego que, no nos engañemos, va de un tipo que arrestra malos sin matarlos vestido con mallas.

Sus habilidades también estaban a la altura y han marcado un antes y un después que no siempre se le reconoce a Rockstedy. La primera de ellas era la visión de detective, que tantos videojuegos han calcado después y que tan bien usa Batman para seguir pistas y resolver sus microcasos del juego. Un estupendo guiño a ese Batman del cómic que siempre investigaba en profundidad antes de liarse a mamporros.

La segunda habilidad es más bien un conjunto de habilidades de combate. Vamos, la manera de repartir hostias de Batman. Por fin un videojuego ha sabido crear un sistema de combate dinámico que no implica enemigos que atacan de uno en uno ni combos absurdos con cadenas enormes. Batman pega con brazos y piernas, y lo hace con una fuerza tremenda que se siente en el mando. Y lo hace con ritmo, no a toda velocidad, sino al compás adecuado. 

Arkham Asylum fue una revolución en el combate cuerpo a cuerpo y fue imitado con sumo éxito por otros juegos, como el mismísimo Assassin's Creed, que incorporó varias ideas en sus secuelas; o Sleeping Dogs, que debe parte de su éxito a la leña que reparte Wei. Hay que recordar que el primero en hacer esto bien fue Batman, y que él sigue siendo el amo del yo contra el barrio de la pasada generación.

Es una lástima que no todos los jefes finales fueran tan geniales como la mecánica del juego y que el combate contra el Joker fuera un mal chiste; pero se lo perdonamos. Arkham Asylum demostró que no solo se puede hacer un buen juego con una licencia famosa, sino que dejó muy alto el listón de los brawler y los juegos de acción. Y además hizo que Batman fuera el mejor superhéroe fuera y dentro de los videojuegos. Quien piense lo contrario, que me busque, que nos pegamos.