Recordando a Dreamcast, una adelantada a su tiempo
Si tuviese que elegir una consola favorita, ésa sería sin lugar a dudas Mega Drive. La consola de Sega fue el inicio de mi amor por los videojuegos – porque para la Atari 2600 que tuvimos en casa, yo era demasiado pequeña, y tampoco es que se pueda decir que tuviese unos juegos con una gran historia y demás –, hasta tal punto que cuando dejamos de usarla y la sustituimos por PlayStation, buscamos desesperadamente emuladores por todas partes.
Hoy en día, es muy sencillo encontrar emuladores de diferentes consolas para jugar en ordenador (o en PSP, que seguiré defendiendo como la mejor plataforma emuladora de todos los tiempos). Sin embargo, no siempre disfrutamos tanto la experiencia como en la consola original. Yo todavía tengo en casa, guardadas en el armario, mi Mega Drive y mi PlayStation, aunque no funcionen. ¿Qué si jugaría en ellas si funcionasen? Ay, amigos. Por supuesto que sí.
Una consola que nunca tuve en casa pero que siempre he tenido en mi corazón porque, además, he tenido la oportunidad de viciarme muchísimo con ella, es Dreamcast. La última gran creación de Sega fue una adelantada a su tiempo, y creo que hoy es un buen día para ponernos algo nostálgicos y hablar de ella. Que conste que tengo excusa para ponerme tontorrona, porque esta consola vuelve a ser noticia. Peeero como me gusta hacerme la interesante, dejaré la noticia para el final y primero repasaremos la historia de esta obra de arte en forma de consola.
Dreamcast fue la primera que nos trajo los 128 bits, inaugurando así la sexta generación de consolas, allá por noviembre de 1998 (adelantándose bastante al resto de la generación, formada por PlayStation 2, GameCube, Nintendo iQue y Xbox dentro de las sobremesa). Con ella, la compañía tenía dos objetivos fundamentales: el primero, suceder a la Saturn, una plataforma que pasó con más pena que gloria debido a sus escasas ventas; el segundo, convertirse en una fiera competidora para PlayStation y Nintendo 64.
Las características técnicas de la obra de Sega la situaban muy por encima de la competencia, y su módem de 33.6 kbps (que podía sustituirse por uno de 56 kbps) nos permitía jugar online, algo que no se ha perfeccionado en el resto de consolas hasta la llegada de PlayStation 3 y Xbox 360. Con el Giga Disk, se intentó evitar la piratería – cosa que ya sabemos que nope – y se aumentó la capacidad de almacenamiento.
Pero no hablemos de cosas tan superficiales, centrémonos en lo que verdaderamente importa: Sus juegos. Si bien el buque insignia de Dreamcast fue Sonic Adventures, yo soy más de Power Stone y Shenmue. Power Stone es de lo mejorcito de juegos de lucha, de verdad, nada como tenerlo en casa cuando hay reunión de colegas.
Cuesta creer que una consola tan adelantada a su tiempo acabase muriendo con una vida tan corta. La explicación, sin embargo, es bastante sencilla: PlayStation 2 mató a Dreamcast. La consola de Sony salió año y medio después, pero la barrió en cifras de ventas. El trompazo que PS2 le metió a la pobre Dreamcast obligó a Sega a anunciar que dejaba de fabricar todo tipo de hardware a partir de marzo de 2001 y que se retiraba para centrarse únicamente en el software.
A pesar de su muerte, esta consola sigue vivita y coleando. Hace unos años pude hacerme con una de ellas en una tienda de segunda mano por 30 euros (lo que me parece una ganga para lo que es la consola), y se la regalé, tonta de mí, a mi pareja de aquellos tiempos. Pero Dreamcast no sigue viva únicamente en nuestros corazones, en nuestros recuerdos y en la tele de mi malvado ex. Ahora es cuando hablamos de por qué la obra de Sega vuelve a ser noticia.
Hay ángeles en la Tierra, muchachos, y son gamers. Resulta que un grupo de jugadores se ha decidido a resucitar el online de Dreamcast, pudiéndose jugar ya en varios títulos, entre los que se incluyen Quake III y Worms World Party. Si tenéis una Dreamcast en casa y queréis volver a sacarle partido, aquí tenéis las instrucciones a seguir. Si no la tenéis… ¿A qué demonios estáis esperando?
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