RDR 2, el 'nuevo' Zelda y la paranoia con las notas en los videojuegos
Hay momentos en la historia del videojuego, lanzamientos puntuales, que parecen obligar a sus productos a convencer por igual a público y prensa en una crítica positiva que, si no alcanza el máximo baremo, es porque algo falla o no funciona del todo bien en el sistema de prensa y promoción. Este año hemos tenido varios ejemplos con mención especial a Forza horizon 4 y Red Dead Redemption 2, aunque no son los únicos de la generación junto a algunos títulos de otros años como el nuevo Zelda -The Legend of Zelda: Breath of the Wild- el nuevo Mario -Super Mario Odyssey-, NiOh o su lovecraftiano predecesor, Bloodborne.
Enfrentarte a estos juegos y su correspondiente análisis tiene su miga, sobre todo cuando el producto no te encandila tanto como parece enamorar al resto de la prensa y cuando encuentras, en tu experiencia de juego, elementos que no acaban de funcionar en la forma en la que piensas que debería funcionar según el juego, el género y la historia que está siendo contada. Algo así comentaba el otro día al hablar de Red Dead Redemption 2 y los elementos que no me han convencido del juego y que, pese a ser una obra maestra en muchos aspectos, lo alejan del diez merecido de otras obras que sí supieron alcanzarlo como el nuevo Zelda o GTA V, por poner un par de ejemplos.
La coincidencia de puntuación
El 'problema' parece surgir cuando la nota de un juego engalanado de dieces por la gran mayoría de los medios no sólo baja medio, un punto o punto y medio, sino que además coincide con la nota de otros juegos tradicionalmente mal vistos y que hacen que se critique la postura del analista sin tener en cuenta su punto de vista ni las diferencias del mismo que puede haber entre uno y otro profesional de la prensa.
¿Es justo que RDR 2 comparta nota con juegos como Final Fantasy XV, Assassin's Creed Odyssey, LEGO: Los Increíbles o Ghost Recon: Wildlands? Muchos pensarán que no, y son libres de ello, pero en un sistema de notas muy limitado en el que hemos de encasillar los cientos de lanzamientos que comentamos de forma anual, habría que inventar un sistema de rankings absurdamente complejo para dar a cada título su importancia individual. Una importancia individual que, a la hora de la verdad, no se exige a cualquier juego, si no tan sólo a los de algunas compañías tocadas por la mano de los dioses.
El enfoque individual de cada analista
Red Dead Redemption 2 es un gran juego con logros muy interesantes, pero mantiene demasiados vicios que lo alejan de los laureles. Esto es una opinión personal, una que no es compartida por otros medios de prensa, pero no por ser personal o alejarse de la postura compartida deja de basarse en argumentos de sobra. Bugs que hacen que tengas que reiniciar la misión, subtítulos que desaparecen a mitad de conversación, mecánicas obsoletas, la necesidad de entrar en el menú para conocer el estado de salud de Morgan y su caballo, una interfaz que no se aclara entre diario, menú y dos inventarios que no me convencen, y misiones alatorias que se empeñan en aparecer una y otra vez hasta que cumples con ellas, quieras o no. Todo esto hace que esté amando RDR2, pero no con la misma fuerza con la que me enamoré de Kingdom Come Deliverance, Forza Horizon 4 o Zelda: Breath of the Wild, el mejor juego de esta generación para mi gusto.
Ahora podemos debatir o no, por supuesto, pero al final lo importante es eso: que cada analista tiene su punto de vista y su opinión, y que cualquier opinión es válida, sana y decente, siempre y cuando se apoye en argumentos y elementos que podamos considerar más o menos importantes, pero que justifican dicho juicio de valor sobre un producto. Como videojugador desde los tiempos del Spectrum y viendo cómo Rockstar aprovecha elementos de Square, Warhorse y Ubisoft, no entiendo por qué deben valer más los aciertos de RDR2 que los de AC Odyssey, Kingdom Come Deliverance o Final Fantasy XV. Tampoco entiendo por qué debemos ver los bugs y glitches de unos juegos y cerrar los ojos ante los de otros a conveniencia del GotY que parece que nos viene ya impuesto.
En resumen, y por no marear más la perdiz, vamos a jugar a pensar que la nota es sólo eso, una nota, un número. En una clase de más de mil alumnos por curso, muchos van a tener un nueve, o un ocho, o un seis, o por qué no, un diez. Sin importar la familia del alumno ni su procedencia o su status socio-económico. Todos tienen derecho a ser valorados por igual. Habrá profesores que valoren más el esfuerzo, y otros el trabajo o la asistencia, antes de dar su nota en el examen final. Quedaos con esto y con que la nota es un simple número: yo soy el primero que a veces ha preferido juegos de siete antes que super éxitos de diez, y estoy seguro de que lo mismo os ha pasado a vosotros alguna vez.
¡Nos leemos!
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