Rainbow Six Siege me sigue flipando
Rainbow Six Siege es mi nueva referencia como videojuego de disparos en equipos. En el pasado, he sido una persona de Battlefield por muchos motivos: mis amigos jugaban, los entornos eran abiertos y amplios, había vehículos para no estar solo campeando y en general me gustaba la variedad que proponía cada clase de personaje y lo suficientemente alejado que estaba el juego y su jugador medio de Call of Duty, que sigue sin entrarme del todo a día de hoy.
Sin embargo, Rainbos Six Siege es algo totalmente distinto a Battlefield, pero cuenta con los elementos que me gustaba y los utiliza de forma más sabia y efectiva, si me permitís la analogía. A cambio de renunciar a los mapas grandes y abiertos y a los vehículos, he ganado una experiencia de shooter mucho más intensa y tensa –perdón por la cacofonía – que me hace estar enganchado y jugando con los amigos hasta el día de hoy. Aunque mis dos camaradas no están tan a tope como yo con los videojuegos, porque este es mi curro, su entusiasmo por Siege es similar al mío.
Es curioso, porque es un juego con un solo modo de juego (camuflado de tres modalidades distintas: bombas, rehén y punto de interés) en diferentes mapas. La gracia reside en que los mapas se pueden reventar casi por completo de arriba a abajo, generando así infinitas oportunidades y puzles para sorprender a tu enemigo con tu tipo de personaje concreto. Parece una tontería, pero aunque todos disparen con pistola, metralleta o escopeta, poder tumbar un muro fortificado o lanzar bombas a través de la pared hacen que el juego se mantenga distinto durante horas y horas.
Llevo acumuladas más de 45 horas, algo que rara vez he echado a otro FPS que no fuera Battlefield o Destiny – y por motivos muy distintos, en este último – y todavía estoy descubriendo nuevas estrategias para asaltar o defender de la manera óptima el mapa del avión, que siempre se me resiste más que los otros. Una vez más, construir un juego como un entorno donde jugar y no como una consecución de situaciones prefijadas es una ventaja para disfrutar infinitamente de él. Si a esto sumamos el dominio y desbloqueo de clases, suma y sigue.
Ahora que han pasado varios meses del lanzamiento en diciembre, se disfruta todavía más jugando. La comunidad está bien establecida y rara vez (alguna vez pasa) hay idiotas matando a los compañeros por que sí, pues el fuego amigo y el no-respawn son sinónimos de Rainbow Six Siege. Ubisoft sigue actualizando el juego para adecentar el matchmaking, la gran pega de este FPS; y los mapas nuevos seguirán siendo gratis y los nuevos personajes se desbloquean tras grindear mucha reputación (o pagando el pase de temporada, ya sabéis cómo va esto).
Así que una vez más, pasado este tiempo, os lo recomiendo fuerte. Seguramente, lo encontréis de segunda mano o en alguna oferta a mitad del precio original, de modo que podéis empaparos de una de las experiencias de FPS más tensa y, a la vez, más tranquila desde que jugábamos en el cíber a rescatar rehenes al Counter. Y sí, es tenso porque te cagas las patas abajo con cada ruido, sabiendo que puedes palmar de un tiro; pero tranquilo porque hay que ir poco a poco, mirando por las esquinas, inspeccionando el mapa con drones, hablando con la peña...
Si estáis cansados de los ritmos de Call of Duty, del pase de temporada de Battlefront o de la comunidad hiperespecializada de Counter Strike, os animo a darle una oportunidad a Rainbow Six Siege. Incluso cuando no matas y simplemente has defendido bien la posición con tus gadgets y a los compañeros con tus fortificaciones es fácil divertirse, ¡y eso no es algo que ocurra con estos otros juegos!
<< Anterior Siguiente >>