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Raiden es la clave de que Metal Gear Solid 2 funcione

Novato, inocente y extraño
Por Brenda Giacconi

Metal Gear Solid 2: Sons of Liberty hace muchas cosas bien. Su uso de la tecnología como enemigo de la razón a través del plan de censura de datos de los Patriots, los múltiples Metal Gear y, por supuesto, las Inteligencias Artificiales que juegan con nuestra mente, lo convierten en una maravilla narrativa. Dentro de toda esta burla hacia la percepción de jugador, la mayor queja ha venido de la mano de su nuevo protagonista: Raiden. Y es que, tras completar el primer título, hemos colocado a Snake en un altar, de modo que era incomprensible verlo con una función secundaria y casi paterna, dejando toda la importancia a un muchacho novato.

 

Konami arregló esto con Metal Gear Solid 2: Substance, que recuperaba al icono de la saga como el héroe de una de las aventuras más impregnadas de la esencia Kojima que se conocen. Y, aunque nunca viene mal volver a ver a Snake en acción, esta decisión me pareció innecesaria. Porque Raiden, como personaje jugable, no solo cumple con las mismas funciones que el primer espía, sino que su inocencia y aparición repentina son clave para que los momentos más importantes de la entrega funcionen.

 

Raiden en Metal Gear Solid 2

 

A Snake, aunque su pasado todavía es algo borroso, lo conocemos desde el primer juego. Es experimentado, ha participado en otras misiones relacionadas con el Metal Gear y es uno de Les Enfants Terribles, el proyecto destinado a crear clones de Big Boss. En cambio, de Raiden no sabemos nada. A medida que se desarrolla la partida, vamos descubriendo quién es este nuevo personaje: un muchacho joven que se enfrenta a su primera misión real. El jugador conecta rápidamente con este personaje gracias a su juventud, su seguridad en sí mismo y su relación con Rose, aspectos que se diferencian de la frialdad típica de Snake para acercarse al usuario a un nivel más emocional. Por lo tanto, ese cambio repentino de protagonista se suaviza rápidamente con un comportamiento e historia personal conmovedores que no olvidan la importancia de Snake, que se convierte en una figura externa, pero cercana. Una combinación de personalidades que dan sentido al clímax del juego.

 

Creo que muchos coincidimos en que la entrega aumenta su intensidad en las fases finales debido a las informaciones relativas a los Patriots, las Inteligencias Artificiales y las sospechas de Raiden hacia el Coronel, Rose, y prácticamente todo lo que le rodea. Esta línea de pensamiento no habría sido posible con Snake, pues éste no confía en el Coronel desde el primer título y su vasta experiencia lo hace difícil de confundir. Además, las extrañas circunstancias que rodean el pasado de Raiden lo convierten en la víctima perfecta para todo este carrusel de engaños tecnológicos. Su historia, desconocida hasta que Solidus Snake la revela, lo confunde de tal manera que todo lo que ocurre a continuación solo funciona en una mente leal, pero perdida. Los mensajes extraños del Coronel y Rose, la alteración del mapa por las grabaciones de una mujer, las interferencias en las comunicaciones y la incertidumbre de lo que es real y lo que no solo son posibles a través de una figura inocente y ajena como Raiden.

 

Snake y Raiden en Metal Gear Solid 2

 

Como la mayoría de elementos en este juego, Raiden forma parte de la narrativa. Se explica la historia a partir de detalles del protagonista, los personajes secundarios y los enemigos, pero dichos aspectos solo cobran relevancia al final, ocasionando un estallido de comprensión de tal magnitud que solo puede clasificarse como una obra de Kojima. Las últimas escenas son un dueto entre la casi desesperación de Raiden por una realidad extraña y la cordura experimentada de Snake; una simbiosis inesperada pero gratificante que transmite el propósito de una educación más profunda hacia las próximas generaciones.

 

De este modo, Raiden es el único personaje que puede protagonizar Metal Gear Solid 2: Sons of Liberty con el resultado esperado. Lo conecta con el jugador y confunde a ambos para ser salvados por un Snake mucho más maduro que en la primera entrega a través de mensajes emocionales que rompen con la estética de tecnología artificial. Porque es posible que necesitáramos escuchar esas palabras a través de Raiden, dándoles sentido con la mirada de una persona que, tras todo lo sucedido y dentro de una vorágine tecnológica que ocurre demasiado rápido, necesita una guía.


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