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¿Qué pasó con el Japón feudal? Lo echamos de menos

Ninjas y samurais, kunoichis y geishas han desaparecido de nuestras consolas
Por Rafa del Río

Ayer Sony desvelaba los contenidos de Playstation Plus para Mayo, y junto a Stick-it to man (PS4), Puppeteer y Payday2 para PS3, aparece para PSVita una joyita de esas que no pasan desapercibidas por mucho que lo intenten: Muramasa Rebirth, adaptación de Muramasa The Demon Blade (Wii) para la portátil de Sony que nos anima a encarnar a un ninja o una kunoichi en un action RPG en dos dimensiones que hará las delicias de los más puristas. Gráficas preciosistas, combates épicos, escenarios extensos y sacados de lo más épico del sengoku nipón se dan la mano con leyendas y mitos japoneses en un título plagado de belleza. Un título encantador que, al verlo en el catálogo del plus, me ha dado morriña.

 

Muramasa Rebirth. Lástima que esté para PS4.

 

¿Qué pasó con el Japón feudal?

Los ninjas, los samuráis y los videojuegos han ido de la mano casi desde el principio de los tiempos: Shinobi, Samurai Warriors, Ninja Gaiden, The Last Ninja, Saboteur y Shadow Dancer por poner unos poquísimos ejemplos se comieron la década de los ochenta, principios de los noventa en forma de beat'n'up de plataformas horizontal -y en ocasiones vertical- para arcades, consolas y ordenadores domésticos. Sin embargo, con perdón de esa divertida sátira de Goemon, tendríamos que ir hasta 1998 para encontrar el primer título realmente fidedigno al Japón feudal que sus ancestros habían intentado retratar, envolviéndonos de forma brutal en una era Meiji recién nacida. Me refiero por supuesto a Tenchu, de la primera Playstation

 

Con perdón a todos los fanes y frikis del amigo Snake, Tenchu estableció las bases del sigilo tal y como lo entendemos hoy en día con un título que, en su momento, brilló de forma sobresaliente. La ambientación, la gracilidad de los movimientos, el uso de herramientas y la trama política de la época con los primeros contactos con occidente y el inicio de la restauración estaban cuidados al milímetro en una consola que hacía lo posible para sus limitaciones. Tenchu 2 supuso un estrepitoso fracaso al dar una imagen mucho más infantil de sus protagonistas, Ayame y Rikimaru, pero Tenchu Wrath of Heaven y su secuela, Fatal Shadows, dieron el campanazo en la nueva PS2.

 

Rikimaru liándola parda en Tenchu.

 

Siguiendo la estela de Tenchu, varios títulos trataron de sumirnos en ese Japón feudal tan ansiado vistiéndonos con las ropas de ninja y/o kunoichi. Red Ninja, End of Honor, nos puso en la piel de una preciosa kunoichi armada con un garfio multiusos. Shinobido, Way of the Ninja repitió las mecánicas con unas gráficas más potentes, mayor espectacularidad de movimiento y un motor de misiones -que posteriormente imitaría el malogrado Tenchu Z- muy fiel a la historia de la escuela de Kôga, en la que durante un tiempo la lealtad era debida al cliente y no a un señor feudal. 

 

Sigue el camino de la espada.

Pero no sólo de ninjas estaba hecha la historia. También para la primera Playstation salió uno de los títulos que mejor encarnaban el espíritu de el camino de la espada: Bushido Blade. El camino de la espada o Ken-do, era una opción que tomaban varios samurais que, al quedarse sin títulos o señor, optaban por viajar perfeccionando su esgrima en vez de convertirse en rônin y rendirse a contratos sencillos. El más famoso samurai que dedicó su vida al Kendo fue Miyamoto Musashi, maestro de la escuela niten ichi ryu -un camino, dos cielos-, que prodigaba el uso de los dos sables del daishô:katana y wakizashi, cada uno en una mano. Como datos curiosos, se dice que el amigo Musashi fue inspiración de Yagiu Jubei, escribió 'el manuscrito de las cinco ruedas' -o cinco anillos-, no perdió un combate en su vida y tuvo varios RPGs, entre los que destaca Brave Fencer Mushahiden, de PSOne, que no llegó a Europa.

 

Bushido Blade, todo un pique en su momento.

 

Pero esperad que me lío... Eso, Bushido Blade para PSOne trajo toda la intensidad del budo y el kendo a nuestras consolas en unos combates sin tiempo ni barras de vida en los que era posible acabar con la vida de nuestro rival de un sólo golpe bien dado -viva el Hitten Mitsurugi, so frikis-. Como dato curioso, si éramos heridos en un brazo debíamos usar la espada con una sola mano; si nos tajaban una pierna, peléabamos en seiza -de rodillas-; y si nos herían un ojo aparecíamos con una venda en la cabeza en el siguiente combate y nuestros reflejos descendían de manera notable.

 

Bushido Blade supuso un hito en la historia de los juegos de Samuráis, y con la llegada de Playstation 2 la franquicia tuvo su heredero directo en Kengo, Master of Bushido, que repetía mecánicas y nos ofrecían una experiencia más intensa con entrenamientos, combate en seiza, uso del daisho, y un sinfín de añadidos que, con sus continuaciones, nos tuvo liados mucho tiempo. ¿Mas datos curiosos? En su última entrega, Kengo, Legend of the Nine, entre los personajes jugables estaban Musashi y Jubei, como debe ser.     

 

Kengo, Master of Bushido. Grandes recuerdos de otra época.

 

No obstante, y simuladore de kendo al margen, el título que mejor llevó la experiencia de los bushis -nobles armados- reconvertidos a ronin a las consolas fue, sin duda, Way of the Samurai. En 2002, Acquire partió la pana con un nuevo convepto de juego con su título Way of the Samurai. Ambientado en 1875 (sí, restauración meiji, cómo no), el juego nos invitaba a encarnar a un samuráis sin señor que, con un inicio muy a lo Yôjimbo, de Akira Kurosawa, llegaba a un pueblo sin saber muy bien qué hacer. Las posibilidades eran infinitas, aunque cortas, ya que lamenteblemente sólo contábamos con una semana de tiempo. A lo largo de estos días podíamos defender a los campesinos, tomar parte de alguna de las facciones, traicionar a todos o, simplemente, echarnos a dormir, todo esto mientras mejorábamos en el uso de nuestra katana. 

 

La idea de Way of the Samurai era genial, pero todo eso del límite de tiempo era 'demasiado japonés', y poco a poco sus continuaciones terminaron por perder fuelle. Sí, al terminar la semana guardábamos al personaje y podíamos empezar de nuevo con todas las habilidades y armas, pero no dejaba de pecar de una falta de continuidad que nos hacía recordar El Día de la Marmota.

 

Way of the Samurai. Demasiado japonés, pero igualmente encantador.

 

Batallas campales, fantasía y otros. 

Ah, la vida del samurái... batallas, maldiciones, demonios y el manga kami no sama, Osamu Tezuka, liándola parde de fondo. Varios títulos trataron de añadir más experiencias a lo que Tenchu, WotS y Kengo nos ofrecían. Kessen trajo el mundo de las grandes maniobras militares a nuestras consolas, Genma Onimusha se conformó como una saga fantástica que se hizo con los corazones de todos los aficionados a las katanas y a los smash'up de la època, Jean Renó mediante, y Ninja Gaiden empezó bien, aunque fue perdiendo fuelle.

 

De todos estos títulos el que más destacó fue, al menos para el que suscribe, fue Dororo, rebautizado como Blood Will Tell en Europa. Dororo llevaba a las consolas la historia del manga del mismo nombre del maestro Osamu Tezuka -adaptado al cine por Akihiko Shiota-. En él, encarnábamos a un ronin del periodo Sengoku -¡yupi!-, cuyo poderoso padre había hecho un pacto con 48 demonios, regalando 48 partes del cuerpo de su hijo a las maléficas criaturas. La gracia del juego consistía en empezar la partida hechos un desastre e ir recuperando poco a poco nuestro cuerpo al derrotar a los demonios, lo que iba aumentando nuestras habilidades y percepciones: ver en color tras recuperar un ojo, saltar más con las piernas, poder usar una katana con las manos, mayor salud con el hígado, recuperación de salud con el corazón... En definitiva, un gran juego.

 

¿Qué queremos? Dororo en Playstation Now ¿Cuándo lo queremos? Now!

 

Y ahora... Puaf.

Pues sí, ahora puaf, porque la coa está muy escasa: Los Samuráis Warriors son de coña, Ninja Gaiden hace mucho que se convirtió en un mal chiste, éste Muramasa mola, pero es demasiado fantástico... Y al que mencione Naruto lo castigo cara a la pared. Salvo el nuevo título de Am2 y Sega que asoma por el horizonte, Yakuza Restoration -que como su nombre indica nos va a llevar a la era Meiji de nuevo- y ese nuevo Phoenix Wright, que parece que también nos va a invitar a vestir el tegi y la hakama, poco ahí en lontananza que nos devuelva la ilusión por los combates a katanazo limpio

 

Yakuza Restoration. Ya hay ganuzas de pillarlo...

 

Es una pena que un periodo tan inspirador de la historia de la humanidad haya quedado reducido a un par de títulos ahora que la nueva generación de consolas podría darnos mucho, pero mucho más que todo lo visto anteriormente. Sueño con un Way of the Samurai que no nos ate las manos a siete días, sueño con un Tenchu más abierto y variado, y sueño... ¡Qué narices! Sueños con un Red Dead Redemption de Rockstar ambientado en el japón feudal, con sus caballos, sus leyendas, sus ninjas y con ese camino de la espada que nos invite a patearnos un extenso mapeado que mezcle Edo, Kioto y la isla de Kobe inundando el camino de esa magia con la que sólo Rockstar sabe imbuir sus títulos. 

 

Aimashô!


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