¿Qué coño hacemos ahora con Kinect?

Con lo que prometía Project Natal, menudo bluf que resultó ser Kinect una vez que vimos que pasaba el tiempo y que ningún estudio apostaba por él. Y siguen pasando los años, ya vamos por el segundo, y las compañías siguen sin saber qué hacer con él, como si fuese Microsoft quien ordenase a punta de pistola que integren alguna función de Kinect para ciertos juego sólo para poder poner esa banda morada en las cajas, que miente diciendo que Mejor con Sensor Kinect.

 

A cada día que pasa me siento más y más estafado, engañado por seguir teniendo un aparato de altísima tecnología sobre mi pantalla que no hace más que coger polvo y darme opciones de ser utilizado como un carísimo micrófono o un EyeToy lento y defectuoso.

 

 

¡Tú eres el mando! es el eslogan principal de este periférico, que sería real siempre y cuando el jugador quiera ser un mando lento e impreciso, que necesite mantener pulsado un botón durante dos segundos para que funcione y pasar al siguiente menú, o que salvo que aparezca una retícula en la pantalla en forma de mano, hace prácticamente imposible que un juego sea coherente sin que las acciones a realizar se te indiquen siempre en pantalla.

 

Claro que Kinect nos ha dado cosas buenas, sí, nos ha dado los Dance Central, fruto del buen hacer de Harmonix, pero sabemos que son para un público muy limitado, casi tanto como Fruit Ninja Kinect. Pero ni siquiera la promesa de una inmersión del jugador en una experiencia supuestamente sinestésica como Child of Eden, secuela espiritual de REZ, ha servido para suscitar el mínimo interés del jugador hardcore por este trasto.

 

Y lo han intentado con muchas ganas. Integración en Halo: Anniversary, en Mass Effect 3, en FIFA 13, en Forza, en Skyrim,... Pero no han sido capaces de integrar más funciones que la del reconocimiento de voz, algo que perfectamente se podía hacer desde hace muchos años con un headset, como vimos, por ejemplo, con Tom Clancy's EndWar.

 

 

Pero claro, si nos ponemos a hablar de juegos que utilicen Kinect exclusivamente como método de control, te empieza a dar la risa porque lo único que no está sobre raíles que han sabido hacer hasta ahora, aparte de los anteriormente mencionados, es Kinect: Disneyland Adventures. Echamos la vista atrás y vemos minijuegos con problemas de detección y juegos sobre raíles con problemas de detección (sí, juego en una habitación amplia, bien iluminada y con contraste sobre el fondo) como Kinectimals, Kinect Sports, Kinect Fun Labs, Kinect Joy Ride, Kinect Star Wars, Rise of the Nightmares, Dragon Ball Z for Kinect, Steel Battalion Heavy Armor, Fighters Uncaged, o Fable: The Journey, también conocido como Fable Caballitos o Fablez Horsez, que ha sido la gota que ha colmado el vaso para estos párrafos llenos de rabia hacia el monstruo tecnológico que me observa día a día desde las alturas, y que sólo me ha servido para hacer un par de videochats con calidad y humor, gracias al movimiento estilo Wall·E y los zooms automáticos.

 

¡Ni siquiera puedo manejar películas sin mando! Una de esas funciones que tanto atraían de la presentación de Kinect, la de sentarse en familia a ver una película y hacerla avanzar o retroceder con la mano o con la voz, no sirve si reproduces un DVD de tu colección sino que sólo es viable si pagas un alquiler cercano a 5 euros en el Bazar de Zune, algo que seguro que mucha gente hará, pero desde luego no todos.

 

La anti-inmersión del jugador, un desastre por todas partes.

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