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Quantum Break es más que un problema de doblaje

Microsoft, Microsoft, ¿por qué me has abandonado?
Por Rafa del Río

El otro día, el jefe se marcaba un texto bastante completo acerca de la decisión de Microsoft de no doblar Quantum Break al castellano excusándose en que al ser juego y serie, 'su especial naturaleza' recomendaba a la compañía tomar tal decisión. Victor lo dejaba claro arguyendo los varios motivos que han llevado a los de Redmond a tomar tales medidas, y sin querer entrar en la polémica del doblaje -que no debería ser tal- ni quitarle importancia a dichos motivos, lo cierto es que la decisión de Microsoft sigue estando mal a ojos de mucho. 

 

Medidas a corto y largo plazo

En Microsoft han decidido que Quantum Break, uno de los buques insignia de Xbox One, el exclusivo por excelencia y el título que estaba logrando convencerme para ahorrar unos eurillos y volver al culto de Phil Spencer, no saldrá doblado al español. Los moticvos que se alegan es que el gasto de doblar tanto el juego como la serie de corte televisivo que lo acompañará no van a ser amotizados con sus ventas en nuestro país. Picaresca, números y previsiones a un lado, la ecuación se reduce al 'estamos aquí para hacer dinero', algo que ya todos sabemos pero que no deja de estar feo que te lo restrieguen por la cara con una sonrisa de complicidad. 

 

Xbox One no está funcionando bien en España. El país de la tortilla y la paella no está siendo amable con una consola que ya antes de su lanzamiento venía con cosas feas, y los mismos que abrazaron con cariño a Xbox 360 han dicho que no a su nueva hermana y se han retirado a los campos de Sony, encerrados en la torre de una Playstation 4 que ha funcionado mejor en ventas en nuestro país. 

 

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Pero seamos sinceros: ¿de quién ha sido la culpa? Don Mattrick se empeñó en varios imposibles que se vieron reducidos a su imposición de Kinect, un periférico indispensable que se vio superfluo en cuestión de meses a un precio de cien euros que salió del bolsillo de los ususarios. Microsoft España consideró que sería un acierto que ElRubius doblara su exclusivo de Insomniac a cambio de sonrisas y buenas caras, y cuando el público le dijo que no le gustaba, se usa ahora como excusa para no doblar Quantum Break. Y no me hagáis hablar de la retrocompatibilidad prometida y que a dia de hoy sigue dando problemas de emulación, como sucede siempre que se emula el pasado sin estar preparados para ello.

 

El problema de Microsoft ha sido siempre su tamaño y su mentalidad corporativa, esa obsesión por obtener resultados a medio y corto plazo con individuos cuyo puesto está pendiendo de un hilo. Una estructura empresarial que obliga a tomar medidas a medio y corto plazo para obetener la rentabilidad rapido y al momento, obviando la realidad de que un culto no nace en dos dias, y de que Xbox One tiene personalidad y potencia de sobra para convertirse en una gran máquina.

 

Cuando la decisión a corto plazo es 'retiremos Kinect a los pocos meses para vender más', 'anunciemos una retrocompatiblidad que no es plenamente funcional para vender más', 'usemos traducción amateur que es gratis' o 'no doblemos el juego para gastar menos', la respuesta del usuario es, obviamente, la de 'no confiemos en esa consola e invirtamos en la competencia'. 

 

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Un patrón que se repite

Lo mismo es que llevo demasiado tiempo en esto y me he vuelto un viejo cascarrabias, lo mismo es que hasta sé de lo que me hablo, pero no puedo evitar ver los mismos patrones repetidos una y otra vez en la industria del vieojuego. Y no, no me refiero a las mecánicas jugables ni a los géneros, sino a los patrones de promoción, desarrollo y decisiones administrativas que, en ocasiones como la presente, me siguen pareciendo absurdos.

 

Microsoft no dobla su juego porque así va ahorrar dinero, y la consecuencia más directa de esto es que todas mis ganas de comprar una Xbox One se han ido por el retrete: acaban de gritarme en la oreja que el público español no les merece la pena y no es importante para ellos. A diario se doblan series de televisión que no llegan a emitirse enteras por falta de audiencia, a diario se ruedan películas que se estrellan en taquilla por falta de público. Se escriben novelas que nunca serán publicadas, se desarrollan videojuegos que no serán disfrutados más que por unos pocos conocidos, se pintan cuadros que nunca nadie comprará... El proceso creativo tiene ese imperativo de riesgo, de misterio, de no saber si el producto funcionará o no. Y eso es algo que muchas compañías parecen querer evitar a toda costa. Con razón, sí, pero con muy poca lógica también. 

 

Ahora llega Microsoft y, con los números en la mano, con todo el poder económico que esconde la compañía, decide no jugársela porque nuestro país no es rentable. Mientras toma esta decisión a corto plazo, mientras ahorra unos eurillos a la compañía, tira por la borda todo el público futuro que podrían haber obtenido -o al menos a gran parte de este- en nuestro país. Acaban con las posibilidades de su primer auténtico vendeconsolas en España, con su futuro como juego compatible y remasterizado, y vuelve a darle una pequeña bofetada al comprador de día 1, a aquel que se gastó 100 pavos más en su nueva Xbox One por una cámara que le mira sin ver desde debajo del plasma y que le recuerda que 'la pela es la que manda'.

 

Parece que en Microsoft han olvidado lo que pasó con Playstation 1 y 2 y cuáles fueron los motivos del pseudo-monopolio de Sony. Una lástima, porque aquí lo que necesitamos es que todos se empleen al máximo para que la cosa funcione, y que gasten una parte de ese dinero y del esfuerzo que están invirtiendo en hacerse con el público de China en mantener a los que desde hace años apuestan por estas compañías. Ya veremos cómo acaba todo. 

 

¡Nos leemos!


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