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¿Puede permitirse Konami el perder la confianza del público? Parece que sí

Los videojuegos son lo de menos
Por Rafa del Río

Año 2015 de nuestro Señor. Toda Konami se encuentra bajo el escrutinio de la prensa especializada y de los financieros de a pie. ¿Toda? No, pues en verdad es tan sólo la punta del iceberg de una multinacional que mueve millones y a la que los videojuegos, bien pensado, se la empiezan a pelar bastante. 

 

Cuando a principios de década la todopoderosa Konami, quinta desarrolladora de videojuegos más importante del planeta, decidió dejar en manos de una empresa española el desarrollo de una nueva entrega de su querido Castlevania, la cosa empezó a cantar. Con Kojima como productor y MercurySteam como desarrolladora, el resultado fue un juego de acción de muy buen calibre que, sin embargo, hizo saltar algunas alarmas. 

 

Un repaso a la historia de la compañía en los anteriores años demostraron que Konami había empezado a diversificarse mucho más allá del mundo del entretenimiento digital: A principios de milenio, la compra de People Co. Ltd y del Daiei Olympic Sports Club dieron como resultado la entrada de Konami en el mundo de los clubes deportivos, el fitness y los gimnasios con la creación de Konami Sports & Life Co. y Konami Olympic Sports Club Co. Junto a esto, un año después -2003-, Konami se haría con la productora cinematográfica Toho Company, los padres de Godzilla y encargados de la distribución de anime de la talla de InuYasha, Howl's Moving Castle, Bleach, NANA y un largo, larguísimo ectcétera en el que se incluirian también películas, series de corte tokusatsu y doramas con los que competir con las series sentai de la Toei.

 

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Unos años después y llegando a la época actual, nos encontramos con una Konami que actualmente maneja un impresionante montante de negocios en los que se incluye la distribución de anime, doramas, tokusatsu, cartas, máquinas arcade, máquinas tragaperras, gimnasios, clubes deportivos, equipamento y sistemas informáticos para casinos, hoteles, y, casi se me olvida, videojuegos

 

El sueño japonés

Konami empezó en 1969 como una pequeña empresa de alquiler de jukebox y reparaciones, y en apenas 20 años se había convertido en una de las desarrolladoras de videojuegos más importantes del planeta. Sin embargo eso no quita para que su fundador y actual jefazus máximus, Kagemasa Kozuki, haya olvidado el principio por el que montó la empresa. Lo que el Señor Cangrejo denominaría 'ganar dinero, montones de dinero'.

 

Hoy, con la cancelación de Silent Hills y los rumores del mobbing que está sufriendo el equipo del grupo anteriormete conocido como Kojima Productions, hemos echado un ojo a los rumores de neogaff y las posibles intenciones de Kagemasa respecto al futuro de la empresa. Echad un ojo a la imagen o al enlace:

 

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Básicamente, y dejando a un lado las acusaciones de mobbing y el boicot a los ordenadores y cuentas de Kojima y su equipo, lo cierto es que la teoría de que Konami quiera dar el salto a móviles no parece ser irracional. Una multinacional con un montante de negocios como el de Konami sufre económicamente al tener a un genio creativo de la talla de Hideo Kojima en sus filas. Un talento creativo que no repara en gastos ni en tiempo para desarrollar una obra maestra sin importarle su rentabilidad ni su monetización.

 

Llegados a este punto, es más que obvio que la compañía ganaría mucho más dinero sacando refritos de sus licencias en el panorama móvil que siguiendo adelante en un mercado de consolas en el que, salvo sus PES201X, resultan excesivamente caros de producir. 

 

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¿Puede permitirse Konami el perder la confianza de su público?

La respuesta es, obviamente, sí, puesto que estamos hablando de un gigante empresarial para el que los videojuegos fueron un medio y no un fin. Es una pena que los talentos que alguna formaron parte de Konami pierdan los derechos sobre las obras que desarrollaron bajo su ala, pero ha llegado el momento de esperar a que Kojima salga de la empresa por la puerta grande con un flamante Metal Gear Solid V The Phantom Pain bajo el brazo para, llegado ese momento, poder decir finalmente adios a una empresa a la que ya hace mucho que dejamos de importarle. 

 

Konami seguirá su vida con sus casinos y sus gimnasios, sus juegos para móviles, sus hoteles y, según apuntan funtes internas, sus PES y sus Dance Dance Revolutions. Nosotros continuaremos jugando nuestros videojuegos, desarrollados por autores que cambian de empresa pero no de camisa. Y al final, todo estará bien bajo el cielo y sobre la tierra. Eso sí, Konami, no esperes un christmas este año. 

 

¡Nos leemos!


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