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¿Por qué Zelda Breath of the Wild es el mejor juego del año?

Más allá de la apreciación personal
Por Rafa del Río

Ha aparecido encabezando las listas de los mejores juegos de 2017, ha protagonizado ríos de caracteres en internet justificando que 'no es para tanto', e incluso se ha alzado con el galardón de 'mejor juego de la historia'. Está claro que The legend of Zelda: Breath of the Wild no ha dejado indiferente a nadie, y entre fans a ultranza, detractores, voces comedidas y trolls que ni siquiera han probado el juego, Eiji Aonuma puede descansar tranquilo: sin duda ha hecho un gran trabajo. 

 

Es difícil ser objetivo a la hora de hablar de 'los mejores', y más complicado aún cuando mencionamos al 'mejor' de cualquier categoría. La opinión personal, los gustos propios, la forma en que relacionamos de manera subconsciente el producto analizado con determinados aspectos de nuestra experiencia vital y el cariño u odio que tengamos a una compañía o franquicia influyen siempre, seamos conscientes o no, en nuestra opinión. Es por ello que debemos recurrir a una serie de criterios para poder dar una valoración lo más subjetva posible, algo difícil superados ya los viejos 'gráficos', 'música', 'jugabilidad' y 'adicción', pues está claro que ni todos manejamos los mismos criterios, ni le damos la misma importancia a los mismos. 

 

el nuevo dlc de zelda breath of the wild se queda cojo respecto al original 1

 

Lo que Zelda ha sabido hacer

Llegados a este punto es difícil, si no imposible, elaborar una valoración con la que todo el público esté de acuerdo. Habrá quien comulgue con el aspecto Ghibli de Breath of the Wild, y habrá quien piense que eso de los dibujitos animados no le pega. Habrá quien valore el trabajo de doblaje puntual y quien defienda a ultranza que en un Zelda sobran las voces. Por último, habrá quien valore la forma de crear un extenso escenario plagado de microcosmos en los que un espacio de apenas unos metros tiene mayor número de detalles e historias que muchos juegos completos de hoy en día... y habrá quien piense que esto es una estupidez y que Zelda no debería ser así. 

 

Y sin embargo, todas estas cosas, aunque exista quien no las valore, son los pequeños -y grandes- logros que han conseguido conquistar Eiji Aonuma y su equipo en The Legend of Zelda: Breath of the Wild. La forma en la que han jugado con los gráficos para mostrar un aspecto preciosista e imponente no sólo en Nintendo Switch, sino también en WiiU, esas pequeñas historias y flashbacks en las que escuchamos un retazo de voces muy bien dobladas, y el trabajo impresionante de llevar lo pequeño, el detalle, a todos los rincones de la amplia Hyrule. 

 

Es, sobre todo en este último punto, en el que radica gran parte de la magia y del gran trabajo realizado con Zelda: Breath of the Wild. La gran cantidad de puzzles, hallazgos, pequeños detalles, objetos, secretos, misterios y tesoros que se ocultan por todo lo ancho y largo del Hyrule de Eiji Aonuma sólo tiene parangón en la forma que tiene de no contarnos lo que necesitamos hacer; guiándonos de forma sutil por la pura lógica, la necesidad de probar y la facultad del decir 'si hago esto, a lo mejor...'. Una forma inteligente de plasmar el juego que huye de tutoriales innecesarios y hace que seamos nosotros, junto a Link, los que vivimos la aventura.

 

204941nintendo convence con el primer set del pase de expansion de zelda breath of the wild 1

 

Mundo repleto gracias a la física realista

Este mundo repleto, estos puzzles, secretos y demás, funcionan gracias a una de las físicas más realistas -en ocasiones un poco exageradas, de acuerdo- que hemos visto en un videojuego. Unas físicas en las que tienen gran protagonismo los poderes de la Piedra Sheikah, que se basan precisamente en las leyes de la física con su empuje, electromagnetismo y energía cinética -y cámara y amiibo ¿?-. Poderes que hacen que podamos interactuar con el mundo de Zelda de una forma que va mucho más allá de aquello a lo que nos tienen acostumbrados los videojuegos. 

 

Junto a esto tenemos un comportamiento elemental -una física de los elementos- en la que el frío daña, el fuego quema, el hielo congela, el viento empuja y la electricidad... uhm... electrifica. Usar los diversos elementos en nuestro beneficio planeando sus efectos es una de las grandes aportaciones de Zelda con un escenario vibrante en el que los elementos no están en el sitio oportuno en el momento idóneo para ser usados como un power up o una herramienta. Su aparición es fortuita, aunque puede ser provocada por el propio Link.  

 

Usar pedernal y leña para encender una hoguera que usar para prender una rama, con ella incendiar unas hierbas y de esta forma crear una corriente de aire ascendente que usar con nuetro paravela es tan sólo un ejemplo de lo que se puede hacer en Zelda Breath of the Wild. Una libertad de acción que va más allá del usar el fuego y el calor para cocinar, el hielo para congelar los alimentos y darles otros beneficios en cocina, el viento para ascender o navegar por Hyrule y la electricidad para desarmar a nuestros enemigos y paralizarlos temporalmente. 

 

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La grandeza de Zelda Breath of the Wild

Lo que hace grande a The Legend of Zelda: Breath of the Wild es ese planteamiento realista, ese mundo vibrante y lógico al que se le unen elementos como las monturas, la paravela, la balsa y todos los elementos que vamos conjugando para ir llevando a cabo nuestra aventura. La historia, la música, los personajes y demás son, por primera vez, algo importante pero que no define al juego en su totalidad. Zelda es, en su valoración más objetiva posible, un juego que se debe casi por entero a sus mecánicas. 

 

Obviamente esto no quita para que me guste su historia o sus personajes, así como la elección de los diveros biomas y el ritmo de juego. Ahí está la gracia de todo este asunto: con otro personaje, con otra historia, Breath of the Wild seguiría siendo un gran juego. Obviamente no todos estaréis de acuerdo, es lo bonito de este mundo, pero sin duda hay motivos, y muchos, para considerar a Zelda Breath of the Wild el mejor juego de 2017. Y no, curiosamente no todos son que sea un Zelda o que sea un juego de Nintendo Switch. 

 

¡Nos leemos!


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