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¿Por qué seguimos jugando una vez llegamos al The End?

¿Completismo, logros o es algo más?
Por Adrián Suárez Mouriño

No soy un tipo completista, nunca me ha gustado especialmente ni hacerme con todos los logros de un videojuego ni ir a por los trofeos. De un videojuego me gusta llegar al final de su historia, conocer todo lo del mundo en el que estoy jugando y alcanzar el punto final de la aventura; sin embargo, cuando el videojuego me pide seguir tras lograrlo, pues paso. No me gusta cuando el juego se alarga artificialmente y te pide hacer ochenta chorradas que hasta contradicen, a veces, la actitud del propio personaje jugable; pero siempre hay excepciones.

 

Ojo, digo que no me gusta porque no va con mi manera de enfrentarme a un juego, pero sí que un título tenga cosas que hacer. El problema es cómo se presentan todas esas chorradas para recolectar y completar el juego al 100%, ¿cómo hacerlo bien? ¿Cómo incluir esa búsqueda en el videojuego de un modo coherente. Recordando, sí hay un videojuego que rematé hasta sus últimas consecuencias y mucho más allá. El título en cuestión es de rol, es de PSX e incluía a una florista en el plantel jugable. Sí, yo, como muchos, conseguimos todo lo que se podía conseguir en Final Fantasy VII.

 

 

El porqué de esto es porque lo que teníamos que recolectar influía en la propia historia, en esos flecos que quedaban al final; o al menos eso pensábamos lo que íbamos tras los dos Arma. Algunos rumores indicaban que con el premio que recogías al vencer a los monstruos del agua y el desierto podías resucitar a la florista. Es decir, que mi ambición por conseguirlo todo no era completista, sino una a lo Xenahort: conocer toda la historia que estaba dentro del juego, el conocimiento absoluto. Sinceramente opino que poder conocer un poco más del mundo de juego, de los protagonistas, de sus vidas y situaciones, es el mejor premio que un videojuego puede dar a los exploradores de su universo, no un logro o un trofeo.

 

Pero el rico endgame de Final Fantasy VII tenía una trama solo en mi cabeza, al final no conseguías ninguno de tus fines yendo a más en el juego tra rematarlo. Ahora me estoy acabando Batman Arkham Knight. El título de Rocksteady tiene un montón de secundarias relacionadas con sus villanos, con los más buscados de Gotham. La trama principal te lleva a un punto en el que, tras acabar con el malo del juego, el título lleva a Batman a una decisión; pero la ejecución de lo que que quiere hacer solo puede hacerlo tras capturar a esos más buscados, para que la ciudad esté tranquila.

 

Este sencillo gesto consigue que esas misiones secundarias sosas, sosísimas, se conviertan en parte del videojuego, en ese endgame. Logra que ir a por ellas sea coherente, y conseguir completarlas hace que el videojuego te ofrezca algo más de un personaje fantástico, de cómo Rocksteady lo entiende. Ojalá siempre que nos hacen recolectar chorradas, el premio fuera ese: saber más, no solo un valor que se incrementa en una tabla de puntos. Eso sí, ahora me toca hacer todas las paridas de Riddler y sus acertijos... A ver si soy capaz.


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