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¿Por qué reservar un juego? Hay que aprender a esperar

Watch Dogs llega a WiiU con nuevas prestaciones y sin bugs
Por Rafa del Río

Estamos en crisis. O en recesión. O algo así, que uno es de letras y no se aclara mucho con los números. Sea como sea estamos puñeteados por culpa de la pasta, la economía, el presupuesto nacional o como narices se llame la cosa, y uno no está para gastos superfluos ni, ya puestos, para pagarle la propinilla de la cena al CEO, PR, CM o cualesquiera siglas quieran ustedes poner al enchaquetado de la distribuidora de turno.

 

Ayer por la noche hacía números con mi mujer para ver cómo llevamos el presupuesto familiar de cara a las próximas Navidades, que entre la niña y el coche nos están dejando pelados y no está la cosa para ir de locos. Hablamos de lo imprescindible, de lo necesario, de los vicios y los lujos, y dentro del tema, como no, cayó el asunto de la reserva de los videojuegos. Entre nosotros, para qué mentirnos: Cada vez me parece más absurdo reservar un videojuego.

 

 

Ediciones Deluxe.

Todo empieza con las ediciones Deluxe, léase Coleccionistas, nombre-de-personaje-secundario, Gamer Edition o lo que sea que se le ocurra a la distribuidora. Ves el juego, que viene con cuatro cartas, un póster, un estuche con hologramas y una figurita de PVC o resina y se te hace la boca agua. Lo quiero... Luego ves el precio, que suele rondar los 100 pavos, y piensas que en verdad todo el chorreo que rodea al título se puede comprar en una tienda de cómics algo más barato. Y entonces te pones a pensar un poquito más y decides que, total, al final los goodies terminan guardados en cualquier sitio, y que menuda estupidez gastar tanto.

 

No me malinterpreteis, me gustan los regalitos como al que más, pero cuando la cosa apura y vas corto a fin de mes a lo mejor te da igual que la edición de tu juego venga con un colgante de auténtico oro de plástico y cuatro láminas que van a terminar guardadas en un cajón.

 

Pero esto no es más que el primer paso: un día la cartera apura y te das cuenta de que lo que rodea a las ediciones especiales no son más que un fantasmal halo -sin Jefe Maestro, eso sí- de capitalismo absoluto que no sólo no te hace más feliz, sino que te obliga a tomar sopa en vez de carne cuatro días a la semana. Entonces piensas un poco más y le toca al turno a los juegos el día de su lanzamiento.

 

 

'Privilegios' de reserva

Otro invento de la industria para que sueltes la mosca, que a nadie le sirve en tu bolsillo, a cambio de misiones extra que apenas duran media hora, una escopeta de dos cañones o una chaqueta con el logo de la empresa para tu personaje. Y lo peor es que picamos... Todavía me río con el 'privilegio' de reserva de Destiny: La 'armería de la vanguardia', dos elementos que a la media hora ya había convertido en lumen porque había conseguido mejor equipamiento en quince minutos en el Cosmodromo. Menuda desfachatez. por lo menos Thief traía cajita metálica y la misión del banco, que daba un poco más de juego, aunque si piensas que se traduce en casi veinte pavos más a comprarlo un mes después de segunda mano, sigue sin tener sentido. 

 

Me enrollo contando mi vida y sé que sueno un poco caótico, pero estoy en plena epifanía, así que permitidmelo: El otro día ya hablé de que hay que elegir bien los juegos que reservas para no llevarte sustos, pero es que por muchas vueltas que le de no acabo de comprender por qué habría que reservar ningún juego, item más cuando los privilegios son cada día más tontos y anodinos

 

Edición juego del año

Porque sí, resulta que te compras un juego por 70 pavos (hablando de consola en tienda, que ya os veo a los master race dando la brasa con vuestro Steam), le sumas 30 0 40 en DLCs o pase de temporada, subiendo la cosa a 110 pavos, y apenas un año después te viene la distribuidora con el juego completo en forma de edición Juego del Año a 60 euros con todos los DLCs, las actualizaciones, y lo que es mejor, ¡¡Sin los dichosos bugs que suelen incluir los primeros meses!! Y la bofetada duele, pero duele más cuando ves que el maldito sigue bajando de precio y, dos años después, te lo regalan en plus, gold, steam y hasta en las cajas de galletas.

 

Tenemos un ocio caro, un ocio que se desvaloriza a un ritmo trepidante y que tarda 30 años en volver a adquirir valor, un ocio que aprieta las tuercas con 'necesidades' que, como en el famoso poema de Gustavo Adolfo Becquer, no son más que un sueño, un imposible, vano fantasma de niebla y luz. No hay sentido en los privilegios de reserva cuando estos no añaden realmente nada a la experiencia, y mucho menos lo hay a un pase de temporada por unos contenidos que en apenas unos meses estarán disponibles gratis en edición GotY o Remastered. 

 

 

Hackea la ciudad

En apenas un mes sale al fin para WiiU Watch Dogs, y ya se avisan añadidos como la posibilidad de jugar en el mando sin tele y l asupresión de los bugs que nos amargaron la vida a los que fuimos pioneros en su disfrute. No añaden los DLCs porque esto es un negocio y los nintenderos no merecen mucho respeto para las third parties, pero al menos han pulido cosas, y eso siempre es bueno.

Y hace pensar. 

Yo, por mi parte, lo tengo claro: mantengo mi reserva de The Witcher 3 por aquello de que CD projekt RED ya han advertido que si hay DLC será gratuito o tan tocho que sí merecerá la pena. El resto de reservas he decidido anularlas: esperaré en la medida de lo posible, que no está la economía para locuras, y las disfrutaré en un par de meses cuando la gente esté loca por vender tras la locura de las compras navideñas. 

 

¡Nos leemos!


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