Por qué no me gusta el competitivo de Pokémon

Mi primer juego de Pokémon fue Pokémon Azul. En realidad era de mi hermano, pero acabé heredándolo y empezando la partida desde cero. Sí, sé que duele borrar una partida cuando llevas tanto avanzado y has dedicado tu tiempo y tu esfuerzo en pasarte la Liga Pokémon, pero es lo que hay. Haber inventado las ranuras de memoria, Game Freak. 

 

Desde aquel primer juego, mi objetivo en esta vida ha sido siempre tener un equipo Eon. Es decir, que mis compañeros Pokémon fueran Eevee y sus evoluciones. Imaginaos lo difícil que era eso para una niña de pueblo hace tantos años. Ahora es mucho más sencillo, claro está. Obviando el hecho de que también hay muchos más Eons de la cuenta y toca elegir a quién quieres llevar en el equipo.

 

Sin embargo, con Pokémon Sol y Luna, aunque me haya marcado el mismo objetivo de conseguir a todos los Eons y quererlos muy mucho, he decidido algo distinto. Quiero tener un equipo Pokémon al que querer y que sea variado, que no sea necesariamente uno formado únicamente por las evoluciones de Eevee. De hecho, a día de hoy – aunque tampoco he dedicado tantas horas – no he capturado ni un solo Eevee. Tiempo al tiempo.

 

A lo que me vengo a referir, es a que mi criterio a la hora de elegir a mi equipo no es muy estricto que digamos. Me baso en algo muy sencillo: Pokémon que me parece cuqui (como Litten, al que no pienso evolucionar NUNCA) o que me parece muy guay (como Absol o Luxray, que son de mis Pokémon favoritos), Pokémon que va a mi equipo. Mi cabeza funciona de una manera sencilla, ¿verdad? Y es por eso por lo que no me siento atraída por el competitivo de Pokémon.

 

Conforme los videojuegos de la franquicia han ido evolucionando, se han ido añadiendo detalles a la información de cada Pokémon. Ahora hay muchos factores a tener en cuenta si queremos encontrar al monstruo de bolsillo perfecto. ¿Y qué entendemos por perfecto? Pues digamos que el Pokémon perfecto sería aquel que le daría una auténtica paliza a cualquier otro en el modo competitivo. 

 

Los jugadores profesionales lo tienen todo muy estudiado, por eso siempre vemos el mismo equipo – o con muy pocas viariaciones – cuando nos ponemos a ver el competitivo de Pokémon. Eso es algo que está cambiando ahora con Sol y Luna, donde se está buscando un mayor equilibrio entre las diferentes criaturas. Por supuesto, hay mucho que mejorar y un largo camino por delante, pero sigue sin gustarme.

 

A ver, quiero aclarar que sí, me gusta ver a los pros jugar a Pokémon. Puede que no sea lo mismo que ver un partido de League of Legends, pero igualmente es bastante interesante. No me refiero a que ver un enfrentamiento así sea aburrido (que un poco sí que me parece por eso de que estén siempre los mismos), sino a que no me siento atraída por lo que el competitivo supone.

 

Prestar atención al panorama profesional y buscar lo competitivo significaría desechar aquellos Pokémon cuyas estadísticas y cuya naturaleza no encajen en lo que busco. Y yo, por una razón o por otra, no busco que mi Pokémon sea el más fuerte. Supongo que pertenezco al grupo de los románticos de Pokémon. Es decir, que ni me va ni me viene lo que le suba al bicho en cuestión cuando evolucione o suba de nivel. Lo único que me importa es tener en mi equipo a los que me gustan.

 

Por esta razón es por lo que me escandalizo cuando escucho o leo noticias del tipo “Reinició el juego treinta veces hasta que su Pokémon inicial salió de la naturaleza que buscaba”. Es como si intentásemos matar al espíritu del Entrenador Pokémon que todos llevamos dentro, ése que cuando era pequeño (o como yo en esos días del mes) soñaba con que los Pokémon cobrasen vida para poder vivir aventuras con ellos de verdad. 

 

Supongo que cada uno de nosotros disfruta del universo Pokémon a su manera, y eso lo hace todavía una experiencia más bonita. ¿Y vosotros? ¿Qué tipo de entrenadores sois?

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