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¿Por qué jugamos a videojuegos?

Más allá del título y la peleíta
Por Rafa del Río

Hoy es un día de esos que se marcan en el calendario como un punto y aparte. Un reinicio y un nuevo comienzo. Mientras ultimo las cosas antes del viernes, empaqueto las cosas que tengo que ir recogiendo y me doy de cara con algunos gratos recuerdos, vuelvo a una de las preguntas recurrentes en mis 8 años en Mundogamers: 

 

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¿Por qué jugamos a videojuegos?

Mundogamers cierra sus puertas tras más de una década ofreciendo un punto de vista diferente en la prensa especializada del videojuego, y quiero aprovechar esta semana para tirar una serie de artículos que tenía en la recámara y que ningún momento como éste para publicar. El primero no podía ser otra cosa que el remake de uno de los primeros artículos que publiqué cuando aún estaba de pruebas, aunque no, ahora no está a 4K y 60 FPS con Ray Tracing. Un tema que creo que combina a la perfección con este momento: jugar a videojuegos y usarlos como tabla de salvación, simple entretenimiento y/o seña de identidad. 

 

Los motivos por los que jugamos a videojuegos son tan variados como los géneros y plataformas que hay a día de hoy en el mercado. Hay quien juega a un único título para pasar el tiempo en el metro o antes de dormir, quien lo hace de forma competitiva soñando con ser una estrella del eSport en el futuro y quien aprovecha los videojuegos para estar en contacto con familiares y amigos ya sea por el confinamiento o la distancia. Los videojuegos se han convertido en el libro que leías esperando al autobús, en el walkie talkie que veíamos en las pelis de Spielberg y que mantenía conectados a los protagonistas, y sigue siendo ese momento de frenético desconectar de la realidad que es, al final, tan sólo una de sus múltiples facetas. 

 

Con el paso del tiempo, los videojuegos han extendido su función. En esta página hemos tenido artistas que se han centrado en la naturaleza del videojuego como producto, doctores que han establecido su tesis sobre los componentes y la arquitectura de distintos títulos a la hora de establecer su discurso, periodistas que han escarvado en el factor más humano del proceso de desarrollo, y atolondrados como el que firma este texto, perro viejo que sigue centrado en la faceta del juego como juego, lo que nos hace sentir y lo que nos descubre a cada nuevo paso que damos en su universo. 

 

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Motivos y resultados

Todos los motivos son válidos a la hora de jugar a videojuegos. Desde el jugador de título único en móvil al comprador de coleccionistas día 1 en todas las plataformas, jugamos a videojuegos porque nos hacen ser felices, porque aportan algo a nuestra vida y porque, en resumen, lo deseamos. En mi caso juego videojuegos porque necesito visitar nuevos mundos, pasear por escenarios imposibles y vivir mil vidas en universos diseñados con mimo para el jugador. También podría jugar videojuegos para ser espectador de historias, para competir en torneos, para estar con mis amigos, para plantearme un reto, para evadirme del día a día, descansar de un mundo que cada vez es más absurdo, o, simplemente, sentir emociones, sensaciones que nos ayudan a conectar con el maravilloso milagro que es estar vivos.

 

Vivimos en una época dorada del videojuego para todo aquel que desee disfrutar de esta fantástica afición. Un momento en el que hay opciones y géneros para todo tipo de jugadores. Esta oferta tan amplia hace que muchas opciones choquen frontalmente con la concepción individual de lo que debería ser el videojuego o cómo debería ser tratado, creando debates en los mejores casos, estúpidas peleas en los peores, sobre lo que el videojuego debería ser para todos, cómo debería disfrutarse y en qué forma. Un enfoque erróneo que trata al videojuego como masa, como bloque, como ladrillo que lanzar al contrario o con el que alzar un muro que no debería existir.

 

Esta es mi última semana en Mundogamers y aún no sé qué haré en un futuro próximo, así que voy a ponerme pesado y a pediros un favor: no dejéis que nadie masifique al videojuego como obra ni a vosotros como público. Antes que videojugadores somos personas, individuos con sus gustos, con sus filias y sus fobias, y no un grupo heterogéneo al que se le pueda dar un único producto como si fuera una anodina pastilla soma de la felicidad. Discutid, debatid y luchad por vuestras ideas y por lo que créeis que sería bueno para la industria, pero no lo hagáis pisoteando opiniones ajenas. Sed fieles a vosotros mismos, disfrutad vuestra afición y huid de usarla como arma contra otros usuarios sólo porque véis la industria de forma diferente o jugáis en distintas plataformas. Es bueno que seamos distintos en un momento en el que todo parece reducirse a dos bandos opuestos, y es que ya lo decía Pratchett: 'qué aburrido sería el mundo si todos fuéramos iguales'

 

¡Nos leemos!


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