Pokémon GO me sigue alucinando: Mi experiencia en el evento de Comunidad
Este fin de semana era muy importante para todos los entrenadores de Pokémon GO. Niantic decidió realizar un evento de la Comunidad muy especial, que iba a durar todo el fin de semana. En este evento iban a aparecer de forma mucho más habitual todos los Pokémon que hasta ahora habían sido protagonistas del Día de la Comunidad en el juego, es decir, una oportunidad irrepetible de conseguir a un montón de Larvitar, Dratini, Pikachu, Eevee, Mareep, Charmander, Squirtle, Bulbasaur, Chikorita, Cyndaquil y Beldum.
Era una ocasión muy importante pues muchos de estos Pokémon no suelen aparecer con mucha asiduidad durante el resto del año y sus caramelos son muy importantes para conseguir sus evoluciones y para aumentar de poder a los que ya tengamos. Yo no me lo iba a perder y decidí acercarme de nuevo al Parque de El Retiro de Madrid, que suele ser un hervidero de entrenadores, incursiones y, sobre todo, Pokémon. Mi experiencia no ha podido ser más alucinante, pues no os miento si os digo que la mayor parte de la gente que vi durante mi estancia en el parque este fin de semana estaban jugando a Pokémon GO. Y hablo de un porcentaje elevadísimo, mucho más que el de las personas que no estaban jugando.
Estamos hablando de miles de personas congregadas en un espacio tan mítico de la capital española, que está viviendo una segunda juventud gracias a Pokémon GO. La experiencia más increíble no fue la de descubrir cada pocos metros a entrenadores cazando a través de sus teléfonos móviles, sino el momento en que alguna Incursión importante aparecía en el parque. En ese momento puedes ser testigo de la migración de cientos de personas (sin exagerar) hasta el mismo punto del recinto, todos con la intención de conseguir atrapar a la criatura en cuestión. Jamás en mi vida he visto algo parecido gracias a los videojuegos.
Tampoco me canso de repetirlo, pero otro aspecto fantástico del que realmente tomas conciencia en un evento de estas características es la diversidad de jugadores. Desde los niños más pequeños de la casa acompañados de sus padres, pasando por grupos de adolescentes reducidos o muy amplios y muchas personas adultas e incluso muy mayores dedicados a la caza de animales virtuales a través de la pantalla de un móvil. ¿Lo mejor de todo? Que salvo algunas excepciones que siempre confirman la regla se trata de una comunidad ejemplar, que siempre tiende la mano a los demás, de forma agradable y que comparte sus vivencias sin miedo. Por supuesto, tampoco realizan ni por asomo ningún acto de vandalismo.
No había visto nada igual en toda mi vida y lo de este fin de semana no deja de ser otro grano de arena en una gran montaña que he descubierto en estos últimos tiempos gracias a Pokémon GO. El fenómeno que se genera con el juego no tiene desperdicio, y lleva a lugares tan emblemáticos de una ciudad como Madrid a quedar repleta de jugadores que salen con sus familias o amigos a disfrutar de un ocio que, por encima de todo, no deja de ser muy saludable al basarse básicamente en caminar. Todavía sigo perplejo por lo vivido este fin de semana gracias a un videojuego.
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