PlayStation Vita está que arde

Veintitrés consolas en Japón y ocho procedentes de Estados Unidos, Reino Unido y Australia. En total, treinta y una PlayStation Vita han ardido en llamas mientras estaban cargándose, una fatalidad denunciada por los usuarios afectados que, según cuenta el diario japonés Yomiuri, está investigándose por parte del gobierno japonés. Por su parte, Sony ha aseverado que este accidente no es otra cosa que un fallo humano, en términos de que ha habido un error a la hora de poner a cargar la portátil. El Instituto Nacional de Tecnología y Evaluación de Japón concluye que todo esto se debe por un sobrecalentamiento del conector de carga de la consola, a lo que Sony añade que “el problema le aparece a las personas que tienen líquidos u otros objetos dentro del conector”.

La historia parece que vuelve a repetirse, y no hay máquina que se libre de la plaga que azota a los usuarios de las nuevas videoconsolas. Hemos sufrido las archiconocidas luces rojas de Xbox 360, el led naranja de PlayStation 3, los erráticos lectores de disco de Wii, la frágil unión de las dos pantallas de Nintendo DS… Y ahora, con esta particular circunstancia, tenemos otra muestra más de que el nuevo hardware trae consigo una inseguridad que desde luego no teníamos antiguamente. O al menos eso pensamos.

Poco después del mismísimo principio de la presente generación, se pensaba que la tasa averías en Xbox 360 era una auténtica catástrofe, muy capaz de amenazar la aparente ventaja estratégica que Microsoft había conseguido al adelantarse en el mercado. La compañía americana fallando en términos de diseño, los socios de Bill Gates escatimando costes… de todo se decía, con unos usuarios que, a priori, se encontraban por vez primera ante una situación que parecía no tener precedente, un tipo de suceso a todas luces inédito que nos hacía ver con mejores ojos un pasado impoluto en lo que a errores de hardware se refiere.

Pero la verdad es que somos olvidadizos… o bien que, simplemente, hay datos oscuros que no han sido todo lo documentados que debería. Para empezar, situémonos en el año 1983, en el Reino unido, donde el mercado de las computadoras de 8 bits está a punto de eclosionar. La archiconocida Sinclair, después de haber conseguido una cuota de mercado más que reseñable con los ZX-80 y ZX-81, pretendía abarcar cifras aún mayores con el por entonces ya anhelado ZX Spectrum. La base de rivales no era escasa: Oric-1, NewBarin, Einstein, Acorn Electron, Sord M5 o el Aquarius de Mattel se disponían a hacerse su particular hueco… pero una causa u otra, el Spectrum de Sinclair se impuso en los hogares -y escuelas- de Gran Bretaña.

No obstante, el popular ordenador no se libró de serios problemas que pusieron en la cuerda floja a Sinclair Research. No en vano, la tasa de fallos en los primeros modelos de Spectrum era de órdago, hasta el punto de que la arquitectura interna tuvo que ser modificada varias veces en sus primeros dos años de vida, hasta lograr la ansiada estabilidad en 1984. Las acusaciones de excesivo abaratamiento de costes como factor causante de las averías eran ciertamente correctas; de hecho, este mismo factor fue lo que permitió a la compañía el margen de competitividad necesario. Con todo, no fueron pocos los usuarios que se tiraban de los pelos ante tan desesperante situación, en una época donde internet no existía en las casas para hacer correr la voz. Y aún con todo, los medios se hicieron eco de todo esto, como buen ejemplo es la revista Sinclair User en su número 27 (julio de 1984):

Existen asimismo motivos para pensar que el número de Spectrum defectuosos se ha incrementado, y los minoristas estiman que las devoluciones pueden llegar incluso al 25% del total vendido, considerablemente superior a la tasa normal de fallos esperada por Sinclair Research. Sinclair User ha recibido numerosas quejas de nuevos propietarios de Spectrums que tienen que esperar dos meses o más hasta que las máquinas defectuosas son reparadas o reemplazadas."

Sinclair se ganó con todo esto un aluvión de críticas que no eran moco de pavo… y con razón: fallos a mansalva, demora en las reparaciones y agresivas campañas de marketing que en absoluto cumplían con las promesas anunciadas. Todo esto no supuso obstáculo alguno para que la empresa de Sir Clive Sinclair dominara el mercado de por aquellos entonces. Cierto es que Sinclair tuvo una lastimosa quiebra que propició el que en 1986 se la fagocitara Amstrad, pero para nada se debía a toda esta historia (más bien por algunos fallidos proyectos de Sir Clive como el vehículo eléctrico C5 o el ordenador QL). Con esto quiero decir que, por mucho que ahora veamos las cosas negras en lo que a la calidad de hardware se refiere -y, en consecuencia, pensamos que viejos tiempos eran mejores-, hay que echar la mirada atrás y ver que en todos los momentos cocían habas. Sí, por mucho que tu vieja NES o tu curtido MSX siga encendiendo como en el primer día.