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Phantom Pain: Cien veces más grande que Ground Zeroes; dos veces más caro

¿En qué lugar queda el adelanto de marzo?
Por Toni Piedrabuena

Hideo Kojima debería tener mucho cuidado con lo que comenta a propósito del conglomerado de juegos que será Metal Gear Solid V, ya que aunque muchos estemos dispuestos a poner el dinero que se pida para jugar a su obra, eso no quiere decir que se haga sin hacernos preguntas o de forma cómoda. A todos nos molesta la hipotética idea de pagar una cifra cercana a los 100 euros para acceder a la esperada quinta entrega, y nos molesta que nos lo pasen por la cara con absoluta tranquilidad.

 

Las últimas declaraciones de Kojima en Twitter: 'Ground Zeroes tiene una extensión pequeña comparada con Phantom Pain, que es cientos de veces mayor'. Si el prólogo valdrá 30 euros y el juego 'cientos de veces mayor' valdrá 70 no nos salen las cuentas. No es ni siquiera comparable al caso de Case: Zero de Dead Rising 2 que costó algo menos de 10 euros o al caso de los Gran Turismo Prologue que no cuentan ningún tipo de historia o elemento que sea prescindible para la experiencia de conducción, hablamos de un episodio que valdrá casi la mitad del juego entero.

 

 

Los motivos que han llevado a Konami a lanzarse en semejante charco de fango es una especie de silencio incomodo por parte de unos y otros. No le pega nada a un artista de la categoría de Kojima el hacer negocio con una serie tan querida de forma tan sucia, y aunque nadie duda de su categoría y que muchos accederán gustosos por el ansia de hacerse con él, no quita que muchos estemos molestos con lo acontecido. Y eso en el caso de los más fanáticos: no olvidemos que Metal Gear Solid 4 no acabó siendo un juego que levantase devoción entre toda la parroquia jugadora, y que la carta con el quinto episodio es más importante de lo que parece.

 

Un juego entre dos generaciones, con un modelo de venta un tanto peculiar y con muchas preguntas todavía por responder. Puedes ser Hideo Kojima, pero si tensas mucho la cuerda te acabará pegando en la cara. Y no creo que a nadie le apetezca que eso ocurra.


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