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Peter Molyneux, entre el cielo y el infierno

Vamos a crear ideas revolucionarias
Por Rafa del Río

En nuestro último podcast no pudimos remediarlo: Peter Molyneux, Molinete para los amigos, fue el centro de un acalorado debate. ¿Ángel o demonio? ¿Vendemotos o genio? ¿De verdad merece que le demos tanta bola?

 

Como tenemos ganas de marcha, vamos a enfocar este debate a cuatro manos. Por un lado Jaume Esteve y por el otro Toni Piedrabuena. ¿A qué narices estamos esperando para comenzar a darnos tortas? ¿A que se descubra lo que esconde Curiosity?

 

Jaume: Toni, sé que tú y un buen porrón de jugadores odíais a Molyneux por ser uno de los mayores estafadores de la industria. Y os comprendo perfectamente. El tipo se va demasiado de la lengua y se lanza a hacer promesas que luego, dificilmente, puede cumplir. Pero a mí me cae bien, qué quieres que le haga.

 

Toni: Te estás enfrentando a un perfil contrario a Molyneux un tanto extraño, estimado Jaume: puedo decir que conozco sus últimas obras a la perfección y que he jugado y rejugado todo lo que ha firmado para Lionhead. La palabra no es odiar: la palabra es “cansancio”. Uno se cansa de jugar sus últimos juegos, ver sus declaraciones y extrañarse viendo como se le baila y agradece cada una de las palabras que pronuncia, como si no hubiese pasado nada con sus lanzamientos anteriores. Felicidad y jolgorio en la fiesta de la comunicación sobre videojuegos. “Él es muy simpático, perdonemos todo”. Ah, y no veas como le da a la sangría, que te lo explique Alejandro Pascual.

 

J: Y me cae bien porque, pese a los errores que comete, me parece un tipo necesario para la industria. Un tipo capaz de pegarse diez hostias seguidas y, aún así, desafiar a la industria a buscar nuevas mecánicas de juego, a luchar por llevar las consolas al límite, a no acomodarnos con lo que hemos conseguido hasta ahora.

 

T: Él proyecta esa imagen y luego desde su estudio venden, y nunca mejor dicho, una muy distinta: son los primeros en no desafiar a la industria con sus mecánicas; los primeros en no haber llevado Xbox 360 al límite y los primeros en acomodarse con con lo que han conseguido hasta ahora. Fable II y Fable III fueron ejemplos de la antonimia que te comento.

 

J: Me cae bien y le considero muy necesario porque representa el inconformismo que debería tener la industria. Es más, él es el primero al que no le cuesta rajar de sus juegos y reconocer sus fallos, lo está demostrando con Curiosity y lo demostró con Fable 3, y es una postura que no estamos acostumbrados a ver en este mundillo. Prefiero a cien Molyneux antes que un mundo lleno de Bobby Koticks dispuestos a repetir la misma fórmula hasta la saciedad con tal de engordar los bolsillos. Sí, la broma era fácil pero tú lo tienes todavía más a huevo.

 

T: Lo curioso, estimado Jaume, es que él sea el primero en rajar de sus juegos y no nos extrañe que lo haya hecho ya de forma reiterada de todas sus últimas obras. Lo hizo con el primer Fable, lo hizo con el segundo y lo hizo con el tercero. Mientras tanto seguimos esperando el lanzamiento de Project Ego, lo que tuvo que ser Fable y que todavía no ha salido. Recuerda lo que te digo: ¿cuántos proyectos tardará Molyneux en volver a vender un futuro Project Ego como “lo que tuvo que ser Fable”? Mejor no te juegues nada, que lo acabarás perdiendo.

 

Peter Molyneux


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