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Persona 5 Royal te lleva al insti y te deja acariciar gatitos de una forma mucho más interesante que otros RPGs

Gatito gatito gatito...
Por Rafa del Río

Persona 5 Royal me tiene enamorado y se ha convertido, junto a Fallout 76 Wastelanders y mi regreso a Forza Horizon 4, en mi bálsamo videojueguil para el confinamiento. Atlus ha vuelto a hacerlo como sólo Atlus sabe hacerlo. Entre mementos, palacios, clases de inglés, llamadas a maids, entrenamientos y carreras por el parque, Morgana sigue siendo el centro alrededor del que orbitan muchas de las experiencias que hacen tan grande a este Persona 5 renovado. 

 

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Vuelta al cole

Persona 5 Royal es, posiblemente y junto a Canis Canem a.k.a. Bully, el mejor juego de vida escolar que he tenido el placer de jugar. Desde el viejo Skool Daze del matrimonio Reidy para Spectrum en 1984, la temática escolar siempre me ha parecido un acierto para el mundo del videojuego. Un acierto muy poco explotado si lo comparamos con otras temáticas y que, sin embargo, cuentan con gran aceptación entre el público cuando alguna compañía se atreve a apostar por ella. A lo largo de mi vida de videojugador, con 42 añetes a mis espaldas, me enamoré de esa temática de instituto con Skool Daze y Back to Skool cuando empezaba primaria en la vida real. Volví a ella en la facultad con Persona 3, y tuve dos recaidas, la primera con el Bully de Rockstar y la segunda, hace poco, con este Persona 5 Royal. Ambos altamente recomendables. 

 

Mientras Bully es un GTA de instituto en el que no faltan los pisos francos, las bandas, los vehículos y hasta el tuneo de bicis, Persona 5 Royal es un JRPG muy J y muy RPG en el que el ritmo está muy marcado y tenemos que adaptarnos o sucumbir. Un ritmo en el que no faltan los momentos Yakuza y las actividades propias de la saga que cobran su especial importancia de cara a los momentos de fantasía que son puro anime y el núcleo duro de la experiencia de juego. 

 

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Gatito gatito gatito

Persona 5 Royal usa así la vida escolar como un aspecto más de su experiencia. Un aliciente a modo de gancho con el que conectar con su público con la misma osadía y el mismo éxito que tuvo J. K. Rowling al usar Hogwarts como punto de encuentro entre personaje y lector. En ambas obras el instituto es el centro y el escenario principal, pero todo lo que importa ocurre fuera de las horas lectivas, en una suerte de submundo que sólo pueden alcanzar los protagonistas. A pesar de ser un escenario compartido con el resto de personajes secundarios, estos no cuentan con la habilidad necesaria para vivir de primera mano todas las aventuras a las que se enfrenta el grupo de elegidos. 

 

En el caso de Persona 5 no es raro que el núcleo de enlace entre mundo escolar y mundo de distorsión, entre instituto, Shibuya, palacios y mementos, sea Morgana. Un personaje enigmático, un gato que no es un gato y que a pesar de ello sigue siendo un gato y se comporta como un gato que vive con el protagonista, babea cuando lo acaricias y ronronea cuando un miembro del equipo pasa sus dedos por su espeso pelaje. 

 

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Acaricia al gato

Morgana es la clave de la forma que tiene de Atlus de meternos en Persona 5, y como tal está tratado con un mimo especial. Cuenta con su propia y oscura trama y con una serie de sorpresas que iréis descubriendo según avanzáis en la historia. En mementos, cuando pasa lo que pasa y descubrís la forma tan particular en la que os moveréis por las vías de metro, el panel táctil del mando cobra una especial función y nos permite interactuar con el gato. Un maullido si lo pulsáis suavemente, un maullido enfadado si lo apretáis con fuerza, y un ronroneo con vibración incluida si simplemente acariciais el panel táctil como si el mando fuera un gatete. 

 

Puede parecer una tontería, pero esta forma de jugar con el mando y con el gato, de acariciar a nuestro compañero -no me miréis con esa cara- está al mismo nivel que la elección de su nombre y la forma de enlazarlo con su pasado. Es una demostración del mimo de Atlus hacia su juego que puede recordar a la interacción de Kojima con el mando en su primer Metal Gear y esa forma de buscar ese algo más. Porque al final de eso va todo, de buscarle cinco pies al gato y acariciarlo y hacerle ronronear cuan malo de turno mientras meditas qué paso dar a continuación en las vías derl metro de Tokio. Todo un acierto en mi opinión. 

 

¡Nos leemos!


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