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¿Para qué necesitas una máquina recreativa en casa?

¿Vacilar o jugar?
Por Toni Piedrabuena

Soy tan ignorante de los pinballs como apasionado de sus diseños y mecánicas. Es un mundillo del que no tengo ni idea, pero del que devoro cada noticia que aparece en los tiempos que corren. Me resulta imposible no echar un euro cada vez que veo uno en algún bar abandonado de la mano de dios, necesitado de más que obvio mantenimiento que en 2013 se ha convertido en algo más que necesario. Sus voces, sus músicas, sus ruidos y la sensación mecanicolúdica de esos primos hermanos de nuestro hobby me vuelven loco, y si tuviese que elegir entre tener uno de esos bichos en mi comedor o una cabinet arcade, la decisión no sería tan obvia como a priori podría parecer.

 

Ante la ola de tiendas que se están poniendo manos a la obra para vender recreativas a usuarios y jugadores de todo el mundo, no todos lo están haciendo con algo de amor y conocimiento sobre videojuegos, por obvio que parezca, muchos están haciéndolo por romanticismo al capital, olvidando la calidad y el cuidado por unos muebles a los que inflan el precio hasta límites insospechados sin conciencia alguna. El caro precio de la nostalgia y la ignorancia, dos íntimas amigas en eso de sacar rendimiento económico. Esa circunstancia me ha llevado a preguntarme, siendo un usuario de emuladores y teniendo en mi haber dos arcade sticks de indiscutible calidad compatibles con mi ordenador, para qué diablos quiero una cabinet en mi casa que, normalmente, lleva un ordenador de dudosa calidad dentro. Cuanto más pienso en ello, más motivos tengo para no acceder a una.

 

Funspot, una de las mecas del arcade americano

 

Es un debate que nos llevará a revisar muchos puntos, pero permitidme dejar de lado el debate ético sobre la emulación igual que hacen esos vendedores, a los que no parece importarles en absoluto el poner emuladores con juegos todavía comerciales en sus ordenadores sin ningún tipo de pudor. Pero eso es otro tema que podemos comentar en otra ocasión y que daría también para un buen puñado de palabras, no muy buenas, por cierto. Hoy me apetece lanzaros una sencilla pregunta: ¿Vale la pena tener un arcade de cientos de euros ocupando tu comedor? ¿La estamos comprando para jugar o únicamente para vacilar? Dependiendo qué respuesta des a la anterior pregunta, podremos considerar nuevas e interesantes opciones que también me gustaría revisar en el presente escrito.

 

Más allá del efecto nostálgico, ¿qué ganamos jugando de pie, incómodo y sin mucho espacio para tu acompañante cuando puedes hacerte con dos arcade sticks excelentes por mucho menos y conectar tu PC en el lugar que te plazca para gozar en una pantalla excelente? ¿Por qué comprar dos taburetes cuando tienes un sofá que te ha costado 800 euros al lado de una pantalla maravillosa? ¿Esa nostalgia por la incomodidad podría llevarnos a deshacernos de nuestra lavadora e ir al río a lavar la ropa como lo hacían nuestras bisabuelas? El colmo de lo retro, a veces, nos lleva a hacer cosas de lo más absurdas, pero eso no es para nada sorprendente en un hobby como el nuestro. Resulta peculiar que seamos tan talibanes en esa experiencia pero pasemos de largo ante la más que discutible visualización de esos juegos en pantallas contemporáneas.

 

La batalla de la pantalla, de hecho, es una lucha perdida para esas recreativas prefabricadas y para el usuario de ordenador, puesto que nada se asemeja a la experiencia de tener una de tubo irradiando en tu cara. Disponer de un monitor actual con los juegos del pasado les hace perder mucho, y aunque usemos televisores antiguos en máquinas actuales, la visión sigue sigue siendo igual de discutible. La única opción pasa por crear una recreativa compatible con placas del pasado, pero es obvio que no muchos se plantean esa opción, puesto que buscar placas en la actualidad que sigan funcionando bien a un precio más o menos lógico es un ejercicio poco gratificante y arriesgado. No obstante, si tuviésemos tiempo y capital, pienso que esa sería la opción más recomendable para acceder a una experiencia arcade real.

 

Otro debate: ¿Trasteas roms a lo loco o masterizas los juegos? Atención a mi buen amigo Saigo no Nindou lo que hace con la homónima obra de Irem

 

Siguiendo con el hardware... Lo mínimo que deberías asegurar es que tu máquina (ordenador) es capaz de mover, al menos, Naomi. Menos de eso sería perder el tiempo y dinero. He llegado a ver máquinas prefabricadas (con precios de cuatro cifras, cuidado) incapaces de mover bien el NBA Jam y atrancándose con Street Fighter III Third Strike. Eso, amigos, significa que el que te ha vendido la recreativa se ha reído en tu cara. No asegurarse de ello supone un desconocimiento total de lo que su cliente quiere y de lo que mínimamente debería ofrecer. Por no hablar de colocaciones dantescas de botones en las recreativas, apostando siempre por los seis botones en un orden más aleatorio que el del pad de Game Cube en juegos de third parties. ¿Por qué no apostar por ocho botones y poder jugar sin despeinarte ni configurar la configuración prefijada a juegos de Neo Geo? Por citar un ejemplo, cuidado.

 

Y ya que hablamos de botones, no debemos olvidar los defectos de depender por entero de MAME, igual que pasaría en un ordenador casero y normal. Hay tantas recreativas y tantísimas formas de jugarlas en cuanto a accesorios, que no podemos descuidar el hecho que las máquinas con trackball, volante, pistola u otros elementos se convierten en títulos prácticamente injugables. Añadir una de esas bolas y un par de pistolas, vendiendo al precio que venden esas recreativas, debería ser imperativo. Muchos se lavan las manos ante esas demandas, los otros te suman precios locos por esas obras de ingeniería mecánica.

 

En la historia del arcade internacional han existido muchos modelos de recreativas, pero los que se prefabrican hoy, normalmente, son las que se asemejan a las Video Sonic que tantas alegrías nos dieron en el pasado en bares y salones. ¿Por qué copiar ese modelo y no apostar por muebles japoneses a alturas bajas con los que poder sentarse sin problema en cualquier asiento que nos sea cómodo? Fácil: esas máquinas no resultarían tan espectaculares como tener un mostrenco de casi dos metros en tu comedor con el que poder vacilar a tus visitas, y ahí radica el problema del presente debate, y es que esos usuarios normalmente no quieren la máquina para jugar bien a recreativas y juegos del pasado: la quieren únicamente para vacilar.

 

Un modelo menos espectacular, pero a mi parecer, más cómodo

 

Si la quieres para jugar, para disfrutar de un pasado glorioso de nuestro ocio e inolvidable, deberías plantearte opciones, y el hacerte con sticks compatibles en PC para disfrutar de esos emuladores debería ser tu única opción. Mi primera recomendación es que huyas de sticks duales para dos jugadores, un auténtico estorbo de grotescas dimensiones que únicamente te servirá para provocarte un más que merecido lumbago por su transporte. El invento infernal de esos sticks son un auténtico misterio: ¿Quién querría jugar rozando el brazo de su compañero y a una distancia tan surrealistamente corta que podrías saborear el aliento a Doritos, Coca Cola y pipas de tu amigo 'el Albóndigas'? Algunos me diréis que nostalgia, yo os podría decir diez mil adjetivos inapropiados. 

 

Entre los caraduras están X-Arcade, marca que actualmente es pecado, más por precio que por calidad: ahora mismo cualquiera fabrica palancas de mayor calidad y sin tantos problemas de configuración. Desde Razer a MadCatz, pasando por auténticas obras caseras que compatibles con piezas profesionales pueden ser compatibles con múltiples sistemas sin despeinarse, sin retardo y sin el uso de íncomodos adaptadores que encima cuestan un ojo de la cara y que son un auténtico engorro. Ya ni hablo de marcas chinas de dudosa calidad: aunque te salga un poco más caro, apuesta por calidad de verdad y por accesorios que te durarán años, no meses. Si tienes que caer en las redes de X-Arcade, al menos compra el modelo con trackball y pégate un vicio al Marble Madness para quitarte las penas: algo es algo.

 

Lo aquí expuesto son algunos motivos para que esos dinosaurios del retrogaming que andan locos por tener un arcade reflexionen al respecto sobre los pros y las contras a la hora de hacerse con una cabinet o no. No creo que un jugador disfrute más de una partida al Super Pang por estar haciéndolo en una recreativa 'de verdad' al lado de tu maloliente colega rozando brazos sudados. Aunque resulte más humilde, el gastar por accesorios de calidad y jugarlos en algo menos cantón puede ser mucho satisfactorio sin excesivos esfuerzos y sin gastar cantidades absurdas de dinero por tener o gozar de unas partidas que siguen sin asemejarse al 100% a la original, por mucho que lo hagas en un mueble parecido con un esqueleto clonado. Al menos, ten ese esqueleto controlado y no dependas de gente que lo único que quiere es sacarte más dinero por ello.


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