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Padres, PEGI y la culpa es del videojuego

¿Qué compras a tus hijos?
Por Kysucuac

Parece que será siempre el debate continuo. Los videojuegos y su presencia en las edades más tempranas de los jóvenes siempre tiene a los padres alertas. Pero, ¿alguno de vosotros se sorprendería si os dijera que los principales culpables de que sus hijos jueguen a videojuegos que no les convienen... son los propios padres? Ya, ya sé que no.

 

Según los resultados de una nueva encuesta en Reino Unido, más de la mitad de los padres permiten que sus hijos jueguen a videojuegos recomendados para mayores de 18 años. La encuesta se realizó a más de 2000 padres, mostrando desconocimiento o falta de supervisión por parte de esto. No obstante, que esto se haya realizado en Reino Unido no significa que nosotros nos libremos. Lamentablemente, si la encuesta se hubiera llevado a cabo en España, los resultados serían los mismos o peores. Teniendo en cuenta los injustos horarios laborales de muchos padres, que llegan a casa cansados y con pocas ganas de tener que aguantar a niños sufridores de aburrimiento, me atrevería a decir que podrían ser mucho peores.

 

En la misma encuesta, de childcare.co.uk, se les preguntó a los padres por las películas. ¿Permiten a sus hijos ver películas para mayores de edad? La respuesta cambió rotundamente. Del descontrol casi absoluto, los padres pasaron a un rotundo no. No, no dejamos que nuestros hijos vean películas para mayores. ¿Por qué esa diferencia? Se me ocurre una razón principal.

 

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Muchos padres no entienden el videojuegos

Cuando estamos ante una película, es fácil que un padre entienda de qué trata. Todos los padres han visto películas. Todos entienden más o menos lo que rodea al hecho de ver una película. Sin embargo, no todos entienden los videojuegos. Muchos incluso ignoran el tema de las compras a través del móvil. Entonces el problema viene a raíz de no saber cómo poner los límites. No saber cuándo tu hijo está jugando a un juego en el que se guarda el progreso y puede dejarlo en cualquier momento o si está en un juego online, si está con más gente, si está solo... No saber, en general, a qué juega y con quién nos lleva a un punto de no retorno. Para padres de hijos difíciles todavía más, pues replicarles teniendo la razón se vuelve más complicado. Y no todos tiran de lo radical: no todos los padres desenchufan “la maquinita” y obligan a su hijo a hacer vida social.

 

El problema del aburrimiento es otro. Y más en verano. Padres que no saben o no pueden entretener a sus hijos y que acaban cediéndoles el móvil, la tablet o comprándoles la consola. Muchos ni siquiera acompañan a sus hijos de entre 10 y 14 años a comprar los videojuegos. Los que lo hacen, se dejan llevar por el criterio del niño, bien porque pasan de tener que aguantar una pataleta o bien por lo que os he comentado antes del desconocimiento. Y el resultado nos lleva siempre al mismo punto: no saber cuándo entender al videojuego como enfermedad mental y señalarlo como el arma de los asesinos.

 


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