Overwatch como eSport: ¿qué pasa con la competición?
Overwatch es uno de los grandes eSports de nuestro tiempo. El shooter es el ojito derecho de Blizzard, quien lo cuida mucho, y nosotros nos hemos enamorado de él y sus waifus. Con un éxito semejante, es lógico y normal pensar que las marcas de deportes electrónicos se deben de estar tirando de los pelos para crear ligas competitivas de este juego. Pero, un momento, ¿por qué no vimos una Super Liga Orange dedicada a Overwatch en la pasada Gamergy? Aquí hay Hanzo encerrado.
Para darnos cuenta de qué es lo que pasa, tenemos que ir a pedirle explicaciones a la propia Blizzard. Como recordaréis, la compañía ha decidido lanzar su propia liga de Overwatch, siendo ésta la principal competición del juego. Para acceder a ella, los clubes deben pagar un precio, lo que ha llegado a echar para atrás a muchos, consiguiendo que esta Liga Overwatch no empezase con buen pie.
De modo que, para llegar a lo más alto de la competición, hay que pasar por caja. Y por caja quiere decir que la compañía es la que lo controla todo, no hay nada más de por medio. Pongamos el ejemplo de League of Legends: en España, debemos pasar por la Super Liga Orange para poder acceder a los clasificatorios. De ahí, pasaríamos a la Challenger Series, la llamada Segunda División de League of Legends. Venciendo en esta Segunda División, llegaríamos a alcanzar, por fin, la Primera División, la LCS, compitiendo así con los mejores de Europa. De la LCS, pasaríamos al Mundial del MOBA de Riot. Un largo camino que no es posible en el caso de Overwatch.
Como Blizzard es quien monopoliza el acceso a la liga principal, y quiere que los jugadores crezcan con ella, no resulta tan atractivo montar algo ajeno, ya que no puede llegar a relacionarse íntimamente con la Liga Overwatch. Esto rompe por completo con el que sería el principal objetivo, o la principal razón, de la existencia de los deportes electrónicos.
Los eSports surgen para permitir que un jugador crezca. De forma profesional o no, un usuario consigue desarrollarse como jugador gracias a la competición. La escena competitiva de cualquier juego es lo que nos anima a seguir en él a aquellos que nos encante competir. Jugar partidas clasificatorias pensando que algún día podríamos dedicarnos a esto es un punto a favor de cualquier deporte electrónico. Dejar a Overwatch sin eso puede ser un poco feo.
Las pequeñas marcas de eSports son las que nos permiten adentrarnos de lleno en este mundo sin conocerlo demasiado en profundidad. Si Blizzard pretende quedarse todo para sí, hay muchos jugadores que se quedarán por el camino. Por no hablar de lo poco atractivo que resultará para muchas empresas retransmitir una competición que no lleva una de sus afiliadas. Lo pilláis, ¿no?
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