¿Nos pasamos el PEGI por el forro?

Ah, el PEGI... ¿De qué vale el PEGI? Hace que los juegos estén calificados por edades, ayudan a los padres a elegir, evitan que los niños estén expuestos a contenidos para los que no está preparados y protegen todo ese rollo de la inocencia de la infancia de las mentes perversas y malvadas de los desarrolladores... ¿Verdad?

 

Pues no

Hace un año escribí un artículo sobre la inocencia, el PEGI y Halloween, y no quiero repetirme porque ya en su momento hablé de que los juegos son más gores que cuando yo era chico y hubo varias respuestas que me hicieron pensar sobre ello. Especialmente una, de Milthrim, que me dijo 'claro, porque los niños de tu generación erais inocencia pura', y recordando las peleas a pedradas con los chicos del barrio de al lado tuve que callarme porque había acertado, el maldito. 

 

Por ello, esto no va de si los juegos son más o menos fuertes para la infancia ni de si el mercado ha perdido la inocencia, pues supongo que, a la hora de la verdad, es difícil comparar generaciones tratando de usar la misma vara de medir -sin ir más lejos, la generación de los 70 80 crecimos con una Bola de Cristal en la que en la intro le volaban la cabeza a un tipo en vivo y en directo-, esto va de la inmediatez y la asequibilidad de los videojuegos.

 

 

¿Nos pasamos el PEGI por el forro?

Pues la respuesta rápida, obvia y sin peros es un rotundo SÍ. Por si alguien lo dudaba, la única excusa del PEGI es la de usar ese pequeño recuadrito como escudo invulnerable a los juicios por parte de la compañía, ya que, a la hora de la verdad, ninguna tienda va a dejar de venderle un videojuego a un menor porque el PEGI diga que es para adultos, ninguna plataforma digital se va a preocupar si la edad del comprador está por debajo del PEGI y las revistas de juguetes van a seguir ofertando en su catálogo de cara a los reyes magos juegos como Fallout 4, Black Ops III o Assassin's Creed Syndicate. 

 

Aunque claro, las revistas de juguetes no es que sean precisamente el mayor protector de la infancia que existe en el planeta, que entre su poca delicadeza a la hora de tratar el tema de los reyes magos, el uso de las niñas vestidas de forma poco apropiada de los anuncios de Cife -creo que este año los han denunciado y no habrá treceañeras disfrazadas de participantes de Mujeres, Hombres y Viceversa- y el liderazgo del logo del elefante que arrima cebolleta de Simba, es casi de risa. 

 

Sea como sea, coñas a un lado, lo cierto es que, a la hora de la verdad, nos pasamos el PEGI por el forro, los compradores, el público, los dependientes, las plataformas digitales e incluso la prensa, que publicamos imágenes para adultos en una web que no tiene filtros de edad. 

 

 

¿Algo funciona mal aquí?

El otro día hablaba con Marta, la sobrina de una amiga que desde que se enteró de que trabajo en Mundogamers me ha cogido un montón de cariño. Tiene 14 años, es videojugadora, y está loca por que los reyes le traigan Assassin's Creed Syndicate. Su juego favorito es Far Cry 4, y aunque es un claro ejemplo de que algo funciona mal en este tema y no debería jugar a estos juegos, lo cierto es que, cuando hablas con ella, descubres que no hay nada malo en sus gustos: Disfruta de la acción de sus títulos favoritos, le encanta sentirse una badass woman apretando el gatillo y, de paso, desmonta el mito de que los shooters son testosterona pura. A ella le divierten, no tiene ninguna afición malsana a la sangre y, al final, todo esto va nada más que de jugar. 

 

Y supongo que, como Marta, habrá muchos chicos y chicas en nuestra afición que disfrutan de videojuegos 'no aptos para su edad' aprovechando su asequibilidad. Chicos normales que no se ven afectados por unos contenidos que en generaciones anteriores habríamos considerado excesivos para su edad pero que a dia de hoy se han normalizado. 

 

 

¿Esto es malo?

Hace un año pensaba que sí, pero ahora ya no lo tengo tan claro. Es posible que la inocencia de la que hablamos no desaparezca, sino que simplemente cambie, y es posible que en plena era audiovisual los chicos y chicas de ahora tengan acceso a más contenidos y haya que cambiar las reglas. 

 

Y luego está el tema de la situación de cada individuo, de cómo le afectan o dejan de afectar los estímulos y datos que recoge de un producto, y cómo, cuando nosotros de pequeños veíamos morir a los malos en una peli de vaqueros no le dábamos importancia y lo mismo le pasa a Marta con los de la Senda Dorada y los seguidores de Pagan Min. 

 

Al final todo se reduce a que, aunque es cierto que nos pasamos el PEGI por el forro, la responsabilidad de que nuestros hijos crezcan en un buen ambiente no depende de las distribuidoras de videojuegos, el colegio, las destilarías y los bares. Depende directamente de los padres, como dijo hace un año @L33tboyz, y es ahí donde toca analizar cómo son nuestros hijos, qué cosas pueden afectarle y qué cosas no. Porque cada persona es un mundo.

 

Este es el punto más importante de toda la cuestión: Los padres. Y es también la pieza en la que el mercado falla y hace que los videojuegos sean tan asequibles.

-No entiendo a los padres que le compran GTA V a sus hijos de 12 años porque, total, si no se lo compro yo se lo dejará un amiguito en el cole. ¿Le vas a liar tú también los perretes? total, si no se los lías tú ya se los conseguirá algún amiguito...

-No entiendo a los padres que discuten con el empleado de una tienda que intenta explicarles que Call of Duty no es un juego para un niño de 9 años, aullando que su hijo es 'muy maduro'. Pues genial, pónganlo ustedes a leer a Doctoievski si es tan maduro.

-Y no entiendo, en fin, esa especie de indefensión -incultura, más bien- de unos padres que parecen ser incapaces de controlar y compartir la afición de sus hijos, cmo si el cuarto de sus criaturas fuera una fortaleza inexpugnable en la que a saber qué está pasando. Seguro que si en vez de ser su hijo el que se encierra con un videojuego fuera su hija la que se encierra con un amiguito, entrarían corriendo a ver qué es lo que pasa ahí dentro. Y así nos va con la doble moral.

 

La labor de todo hijo es escaquearse y explorar el mundo, y la de los padres es velar por que en esta exploración no den con más de lo que puedan soportar según su edad y condiciones. Mientras esto no nos quede claro, seguiremos en un mercado asequible que de vez en cuando alza las manos al cielo porque 'ainsh, qué malas las compañías que hacen juegos de tiritos'. 

 

¡Nos leemos!

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