No quiero volver a Animal Crossing: New Horizons
Quizás para ti, al igual que para mí, el evento de los huevos en Animal Crossing supuso una ruptura con esa racha jugando todos los días que hiciera que dejaras la consola apartada detrás de una pila de libros. Al menos, eso es lo que me pasó, y ahora simplemente no me veo con ganas o fuerzas de volver a mi pacífica y tranquila isla.
Por un lado es porque el concepto de isla, que tanto me atraía en un primer momento debido precisamente a que su simple idea concebía un espacio alejado del resto del mundo y protegido donde podías realmente controlar todo lo que ocurría a tu alrededor (ofreciéndote la ilusión de control sobre cosas que normalmente en tu vida se escapan de tu planificación), ha dejado de ser lo que era. Animal Crossing: New Horizons ha pegado un salto ridículo al mercado especulativo de nabos. Mi pareja, para el que es el primer Animal Crossing al que juega, está obsesionado con este tema. Compra cantidades ingentes de nabos, entra en Internet y farmea lo que sea a cambio de ir a islas que tienen la suerte de comprar la recua de nabos a 580 bayas. Por supuesto, ahora él es increíblemente rico. Si le apetece poner un puente, no tiene que pasarse días pescando miserablemente o acumular bayas caídas de globos y árboles. Su control en la isla es tal, que ha visto los títulos de crédito y mirar su pantalla me hace sentirme incompetente, inferior y perezosa. Porque mi puente lleva en construcción lo mismo que una rotonda en Mallorca, o porque todavía solo cuento con dos habitaciones en mi casa.
Un pensamiento feo irrumpe mi cabeza: “si tú también especulases con nabos, no te sentirías como la peor alcaldesa del mundo”; sin embargo, no es así como quiero jugar. En lugar del entorno paradisíaco donde disfrutar con mis vecinos y sorprenderme cuando del otro lado de la caña sale un atún, he empezado a ver ACNH como una serie de objetivos a corto plazo para cumplir mis metas y lograr una falsa sensación de autorrealización.
Y luego, están los vecinos. Esos malditos y odiosos vecinos. Dejadme que os lo explique: hace un par de semanas decidí que iba a ignorar la isla super desarrollada de mi pareja, el mercado de nabos e iba a volver a mi entrañable isla. Echaba un poco de menos a Boquerón, a Teobaldo, a Tití y a Herminia. Y menuda sorpresa la mía cuando al llegar descubro que Herminia se marcha de la isla.
Tuve que apagar la consola al momento porque Herminia era sin lugar a dudas mi vecina menos favorita pero… ¿y si ha ocurrido lo mismo con Boquerón o Tití? ¿Y si al final vuelvo a mi isla solo para descubrir que les he fallado a todos? Esta no es una especulación ridícula ya que en anteriores entregas de Animal Crossing, cuando pasabas mucho tiempo sin conectarte, algunos vecinos decidían abandonar tu isla o te echaban soberanos rapapolvos por tener descuidada su amistad.
Ahora, a día de hoy, miro la Switch con una mezcla de ansia, temor e inseguridad. No sé qué me espera al otro lado de mi partida abandonada… y lo peor es que no sé si quiero averiguaro.
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