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No me obligues a jugar conectado

El rumor de que Fortnite podría obligar al siempre online reaviva la polémica
Por Jaume Esteve Gutiérrez

Los estudios comienzan a parecerse cada vez más a los (malos) gobiernos de izquierdas. Todo son imposiciones: que si no compres segunda mano, que si te pongo una protección regional para que no importes juegos y así hasta el infinito. La última moda, obligar al personal a estar conectado mientras se juega, va ganando afectos. Los últimos rumores indican que Fortnite, lo próximo de Epic, podría tirar de esta opción.

 

No voy a ser ahora el que descubra toda la cola que trajo en sus primeras horas el estreno de Diablo III, con servidores caídos, gente que no podía jugar ni a tiros y cuentas hackeadas en las que se perdían horas y horas de partidas por tener toda la información colgada en la nube. En definitiva, un soberano coñazo para el jugador, capaz de perder una partida si la conexión se detiene un par de segundos.

 

Toda esta maniobra, que nos la disfrazan con vestidos tan bonitos como el de la tienda de subastas con dinero real o aquello de que ya nunca más se perderá una partida por un fallo en tu máquina porque los datos estarán siempre en la nube tiene, en el fondo, una única explicación: luchar contra la piratería.

 

El ¿protagonista? de Fortnite con una tubería en la mano

 

Como no es la intención de este texto hablar de la piratería, lo suyo es dejar claro que el siempre online es un método chapucero que, a fin de cuentas, sólo produce un efecto: perjudicar al consumidor honesto que se ha dejado su dinero para apoyar un producto determinado. Las piedras en el camino son para ese jugador al que habría que ponerle una alfombra roja y un coro gregoriano si hiciera falta. Fortnite, si se cumplen los peores augurios, podría ser el siguiente ejemplo.

 

Ya hay una gran cantidad de títulos que verifican desde la red si el jugador accede al título desde un producto original. Y aunque no constituyen la opción más cómoda del mundo, siempre se puede engañar al sistema en cierta manera si tienes que irte de viaje y no vas a tener internet en el avión o el tren (vamos, tan sencillo como iniciar partida en el portátil desde casa y suspender la máquina hasta que te apetezca reanudarla). Pero, una vez más, no deja de ser otra piedrecita en el camino del jugón.

 

De nuevo, el miedo a la piratería que hace que el jugador se lleve el palo definitivo. Ya lo decía Gabe Newell: "Si queremos acabar con los piratas, debemos hacer las cosas mejor que ellos". Obligar a los usuarios a pasar por el aro, desde luego, no es el camino.


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