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No deberíamos obsesionarnos tanto con la resolución

Eres tú el que es mejor
Por Bruno Louviers

Me contesto ya mismo para que no haya demasiado fuego en los comentarios: por supuesto que es importante. Estamos ante una nueva generación de videoconsolas que han prometido desde el principio algo muy sencillo: mejores gráficos y mejor conectividad. Lo segundo aún está por probar, y lo primero...bueno, al principio de la generación es complicado destacar de verdad cuando no hay un gran salto entre las plataformas previas y estas, pero es molesto que no se llegue a ciertos estándares.

 

 

El tándme de los 1080p y los 60fps por segundo es una realidad que ya se vive en el PC, desde hace bastante tiempo, y que todo el mundo daba por hecho para la nueva generación porque, ey, el PC es el camino a seguir en cuanto a potencia gráfica. No está siendo así y la gente está enfadada. Xbox One, pero también PlayStation 4 (Battlefield 4 va a 900p) no son tan potentes o no se las está exprimiendo lo suficiente como para sacar esos gráficos. Es normal estar molesto, insisto, pero tampoco perdamos la cabeza.

 

La diferencia entre 720p y los 1080p es fácil de detectar si se lleva un tiempo en esto de los videojuegos, pero a la hora de la verdad, seamos sinceros con nosotros mismos: ¿importa tanto la diferencia? ¿Estamos aquí por los gráficos o por la jugabilidad? Yo quiero buenos videojuegos. Si tienen unos gráficos de infarto, lo voy a agradecer, pero no son la prioridad, y no nos deberíamos olvidar de ello.

 

 

Hoy se ha tenido que desmentir otra vez que Titanfall no funciona a 1080p, y aquí es donde quiero llegar. Esta obsesión por las resoluciones nos va a dar un disgusto a este paso si no nos lo tomamos con más calma. Un estudio tiene unos recursos y un tiempo limitados para hacer un videojuego, y si nos ponemos como animales en celo para que siempre alcancen las 1080p, vamos a obligarles a que dejen otras cosas de lado para alcanzar ese objetivo. ¿Queréis juegos súperresolutivos que no sean más que eso?

 

Los juegos indies ya nos han demostrado que unos buenos gráficos no significa tener la mejor tecnología, sino saber crear algo que entre por los ojos, y para eso hay muchas formas. Juegos como Hotline Miami, Spelunky o Guacamelee tienen unos graficazos en un sentido no estricto: tienen estéticas trabajadas y consistentes que no se olvidan fácilmente. ¿Qué tiene de especial, a falta de verlo por completo, Infamous Second Son? Sí, sus expresiones faciales son la bomba, como sus efectos de partículas, ¿pero qué más han mostrado que deje una impresión en el cerebro que no se olvida al ver un nuevo trailer de The Witcher 3? Pues eso.

 

 

Es necesario exigir que la tecnología avance, y como empezaba diciendo, las compañías no deben dormirse en los laureles: quejarse de que estén ofreciendo productos que parecen adaptaciones a medias de juegos que iban a salir en PS3 y 360 es lícito. Dicho esto, no perdamos la cabeza, veamos un poco más allá: hay que pedir también una revolución en la conectividad, en la jugabilidad, en cómo se entienden los géneros y en mil cosas más. Son aspectos que empiezan a verse poco a poco en juegos como Titanfall, Destiny, Evolve, No Man's Sky y muchos más. Y de esos juegos, estoy seguro de que lo último que nos importa es a qué resolución van.


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