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Nintendo Labo necesita nuevos juegos más profundos

Nintendo crea una Wii que por fin funciona
Por Rafa del Río

Tras contemplar a mi Nintendo Switch como una consola de sobremesa maravillosa en la que jugar a juegazos como The Legend of Zelda Breath of the Wild, Super Mario Odyssey o Mario Kart 8 Deluxe, y como una estupenda portátil con la que llevarme The Elder Scrolls V: Skyrim de vacaciones, la realidad me ha dado en toda la cara sin cortarse un pelo: Nintendo Switch es la heredera de Nintendo Wii. Y ojo, no hablo de una heredera cualquiera, sino de una que por fin logra alcanzar los objetivos de la Nintendo de hace dos generaciones: Los de Kioto han logrado al fin crear una Wii que de verdad funciona, y no me había dado cuenta de esto hasta tener en mis manos Nintendo Labo. 

 

Nintendo Switch y Nintendo Labo tienen, como llevo unos días diciendo, muchas cosas buenas. Olvidad para lo que nos ocupa hoy toda la diversión del montaje, las lecciones didácticas, el rato en familia y lo divertido y artístico de la personalización. Quitado esto, lo que nos queda al final es una Wii que sí funciona, no se marea por el camino ni pierde anclaje agobiándonos con extraños juegos de cámara como los que protagonizaron en su momento el Wii Mote y la barrita sensor de movimiento. Esto es así -lo de que ahora la cosa sí funcione- porque la tecnología de sensor de movimiento ha dado paso a toda una nueva algarabía de pijadas técnicas muy, pero que muy bien pensadas y que en vez de mandar mil órdenes confusas al sensor lo regulan todo en base a tres directrices: Los botones, la localización de los mandos y los códigos recogidos por la cámara infrarroja del Joy-Con derecho. Todo esto en conjunto, generalmente sin necesidad del uso de botones, convierten Nintendo Labo en algo intuitivo, genial y maravilloso que funciona, por primera vez, como toca y sin margen de error. 

 

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Pero esto es sólo la primera piedra

Comparar Nintendo Labo con Wii me alegra y asusta a partes iguales. Por un lado me alegra porque veo que por fin los de Kioto han logrado cumplir su objetivo y han clavado su intención con un resultado implecable. Por otro me asusta, me aterra, porque recuerdo todas las buenas intenciones de esa pequeña disquetera blanca llamada Wii y me viene a la memoria una carrera de lanzamientos que funcionaron bien en tiendas pero mal en casa, con un resultado desastroso que acabó por lograr que WiiSports, el juego de lanzamiento, fueran de los que mejor funcionaron en la condenada consola. 

 

Ahora Nintendo Labo trae estos primeros Kits, estas primeras formas de vendernos la moto, y logran recuperar la confianza en su filosofía de videojuego-juguete, de pasarlo bien ante todo y sobre todo, con un producto que ahora sí que funciona y que, viendo cómo está trabajando en ventas, ha contraido una deuda con el público y sus compradores. La exigencia llegados a este punto es clara: 

 

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Hay que profundizar en los juegos de Nintendo Labo

Por un lado tenemos una Casa que es todo lo que tiene que ser y que como experiencia de juego se basta y se sobra para el público al que va dirigido. Un videojuego de tablet interactivo, sorprendente y que además no incluye microtransacciones. ¿Se puede pedir más? A su lado un juego de pesca sencillo pero resultón que se expande con la idea del acuario, un piano que cumple de sobra con su estudio de grabación y un antenauta que es una divertida forma de experimentar con Labo y un pique si os juntáis con otros antenautas en peleas de robot. 

 

Los problemas surgen con La Moto, que sí, que incluye mil pijadas pero también un sistema de carreras corto y un concepto de circuitos excesivamente arcade, y el Robot. El Robot es una variable a tener en cuenta, un divertidísimo juguete de combate cuyo montaje es una auténtica odisea lúdica pero que una vez llevado a juego te deja con la sensación de que se había podido exprimir más el escenario y las posibilidades de nuestro mecha gigante. Sí, tenemos el garaje, los duelos, los combates y un universo de posibilidades para los más jóvenes junto a un excelente ejercicio liberador y de cardio para los que ya pintamos canas. Sin embargo, la duda está ahí: ¿Podrían haber hecho una ciudad mayor? ¿Fases de vuelo? ¿La posibilidad de viajar a otras ciudades? ¿A otros planetas? ¿Carreras de coches robot? 

 

Nintendo Labo es una auténtica gozada y me ha enamorado. Es un indispensable para cualquier casa en la que haya niños, y una apuesta segura por la diversión en pisos compartidos de estudiantes. Esto ha quedado claro y nos lo han vendido de lujo. Ahora toca llevar el concepto más allá, no caer en el conformismo de Wii, y crear juegos más inteligentes, complejos y completos para los periféricos que ya hemos construido, ya sea en cartucho o en forma de descarga o expansiones de pago. Puede que no sea la idea base de Nintendo Labo, pero seguir creando cartones distintos sin profundizar más en los juegos podría ser un error a largo plazo. 

 

¡Nos leemos!


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