Nintendo DS: Mi primera vez

En estos mini artículos que estamos lanzando estos días con motivo del lanzamiento de una nueva consola de Nintendo (que siempre es y será un acontecimiento único), yo he elegido mi primera vez con Nintendo DS. A diferencia de las consolas posteriores, no fue en un evento privado, una feria o una presentación, sino en esa algarabía musical que es el Festival de Benicassim. Imaginaos, un montón de personas puestas hasta las cejas 24/7 en esos campings que rodean el festival y una carpa llena de Nintendo DS con algunos juegos del catálogo inicial de la consola. Uno intentaba dormir después del boom-boom de la noche anterior, pero la solera que asediaba tu tienda de campaña hacía que te levantaras más pronto de lo que querías, y la carpa llena de Nintendo DS era como bajar al bar de abajo.

La sensación de jugar a Wario Ware Touched! en ese cacharro, más juguete que gadget de la nueva era, la DS FAT, fue impactante cuanto menos, con las ya míticas pruebas enfermizas como tirar del papel higiénico a toda velocidad o hurgarte con el dedo en la nariz, eran perfectas para entender el nuevo concepto que Nintendo estaba mostrando al público.

El segundo acercamiento sí fue en condiciones más serias. En una presentación de la segunda remesa del catálogo, donde mientras otros periodistas se deleitaban con los "juegos franquicia" que iban a salir, yo me quedé prendado de uno de los juegos que más disfruté en los primeros años de vida de la máquina: Lost in Blue. El concepto innovador que había disfrutado en Wario Ware aplicado ahora a una aventura de supervivencia, ¿qué más se podía pedir? Recuerdo la gran sensación de utilizar la táctil para pescar, remover la arena, pero el momento en que hice fuego por primera vez, moviendo el palito hasta que saliera la chispa y… SOPLAR para avivar la llama fue cuando mi cerebro crujió y entendí que lo que tenía en las manos era capaz de cambiar el paradigma de los videojuegos más allá del pad y que a su vez funcionara.

A estos juegos le siguieron propuestas tan originales como Another Code: Two Memories, del cual aún tengo clavado ese ingenioso puzle en que tenías que doblar la consola para ver la información reflejada en la pantalla de arriba. Y aunque dediqué muchísimas horas a juegos como los Castlevania  o Mario Kart, los que aprovechaban de una forma innovadora las funciones táctiles de DS fueron los que realmente me cautivaron. ¿Qué decir de Osu! Tatakae Ouendan! que se convirtió en una enfermedad? ¿Y la religión que instauró Meteos? ¿La gran adaptación de una vista en primera persona de Metroid Prime a portátil? ¿La resurrección de la aventura gráfica con juegos como Hotel Dusk o Phoenix Wright? Y todo eso sin haber hablado todavía de los grandes puntos de inflexión que significaron en la industria del videojuegos productos como Nintendogs, Brain Training, El Profesor Layton o New Super Mario Bros.

¿Por qué he elegido "Mi primera vez" con Nintendo DS? Porque esta máquina posee a día de hoy uno de los catálogos más alucinantes que puedes encontrar en cualquier consola, sea portátil o no. Y, además, fue el punto de partida a la filosofía de una Nintendo obsesionada con intentar experiencias nuevas, una y otra vez, más allá del videojuego tradicional. Y siempre he sido defensor del juego tradicional, pero cuando uno se encuentra con títulos como los anteriormente mencionados no puede dudar que hay (y siempre habrá) nuevas formas de ver y controlar el videojuego.

Ahora, con Wii U, Nintendo no está haciendo otra cosa que seguir el camino que ya inició hace casi una década. Olvídate por un momento de prejuicios, habladurías y demás parafernalia. La gran N siempre ha visto los videojuegos desde una perspectiva muy personal y el reto de su nueva consola reside en lograr que sus nuevas características (que se parecen más a los de una Nintendo DS que a las de una Wii) calen hondo tanto en las compañías terceras que desarrollan software como en los jugadores. Al final, Nintendo ha vuelto a conseguir que me sienta como mi primera vez con Nintendo DS, sabiendo que tengo entre las manos una experiencia diferente, con un potencial más allá que el puramente gráfico: la que te invita a soñar y a fliparte con las posibilidades que guarda su nuevo mando. Me da igual si el resultado está a la altura de las expectativas; habré disfrutado del camino.