Need for Speed Payback recupera el lustre de la saga
A dos días de su lanzamiento el próximo 10 de noviembre en PS4, Xbox One y PC, aprovechamos la prueba en EA Access para echarle un ojo a la versión de Xbox One de Need for Speed Payback. La franquicia de conducción regresa por la puerta grande con un título que pone el acento en un toque muy cinematográfico y que se aleja de los 'tú eres la estrella' de la generación pasada y los vídeos con actores reales.
A falta de apurar mucho más su contenido, las primeras horas bastan para esbozar las líneas que sustentan a Need for Speed Payback. Un título de conducción en mundo abierto que recuerda a la última entrega de Driver en alguno de sus ademanes y que se sube al carro de las cajas de botín para ofrecer una experiencia abierta en la que no faltan las misiones y carreras libres, los momentos peliculeros y mil actividades que ir realizando mientras ponemos a punto nuestra banda.
Calentando neumáticos
Need for Speed Payback nos pone en la piel de cuatro miembros de una banda de conductores que están preparando un golpe de prestigio: hacerse con un poderoso prototipo tasado en dos millones de dólares en medio de una de las carreras más prestigiosas del desierto. El ingeniero y tres conductores a las órdenes de un contacto muy sospechoso desatan su velocidad en un clon de Las Vegas en el que no faltan los desiertos, los cañones, las zonas urbanas y los saltos acrobáticos. Un montón de adrenalina mientras ponemos a punto las habilidades de cada personaje, desde el mejor piloto hasta la especialista en fugas pasando por el artista acrobático, que iremos controlando de uno en uno según la cámara pasa de uno a otro en una carrera perfectamente guionizada.
Lamentablemente el contacto traiciona a nuestros protagonistas, el Payback era una pista, y la banda se disuelve durante medio año, el tiempo que tarda uno de ellos en recuperar el rastro del contacto, ahora afiliado a una terrible organización criminal, y preparar su venganza. Volvemos a juntar a la banda para crear nuestra propia organización y plantar cara a los malvados miembros de La Casa, una excusa como cualquier otra para correr a toda velocidad, comprar coches, mejorar nuestros vehículos y dar paseos por una ciudad plagada de puntos por descubrir.
Quemando rueda
Need for Speed Payback recupera toda la jugabilidad original de la casa con trepidantes carreras en bonitos y sólidos escenarios que nos invitan a apurar al máximo la suave jugabilidad de un título que muestra su veteranía. Nuevo estilo de juego pero misma sensación de adrenalina mientras competimos con otros pilotos, huímos de la policía o perseguimos a los malos de turno a ritmo de rap moderno.
Los vehículos se sienten bien, cada uno con sus peculiaridades y conducción propias. Un handicap al que se le une la posibilidad de elegir entre cambio de marchas automático o manual, dándole ese punto de simulación a una expereincia que a pesar de ser abierta y contar con su historia, sabe a 100% arcade. Poco a poco iremos mejorando nuestros vehículos, familiarizándonos con los diversos trazados y desesperándonos con las cartas y las cajas de botín, que vuelven a mostrar el lado más perverso de una Electronic Arts que ya no sorprende en ese aspecto.
Por lo demás, preparaos para un juego con una potente base peliculera que, afortunadamente, no da vergüenza ajena. Personajes y protagonistas 'normales', sin esa obsesión por convertir a cada elemento en un miembro de tribu urbana de pegolete, una sabia decisión por parte de la gente de Ghost que tiene su contrapunto en divertidas y variadas misiones. Un catálogo que va desde conducir haciendo derrapes mientras un youtuber va de copiloto diciendo paridas a huír de un golpe al banco con uno de los atracadores herido o defendernos de diversos sicarios que intentan eliminarnos.
Aún es pronto para el veredicto, pero por ahora Need for Speed Payback pinta bien, es divertido, no da vergüenza y recuerda a los viejos buenos tiempos de una saga muy querida por varias generaciones de jugadores. Si tenéis Origins o EA Access ya tardáis en probarlo: es una experiencia muy gratificante, al menos en sus primeros compases.
¡Nos leemos!
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