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Need for Speed: Heat se apoya en la herencia del videojuego de conducción

Para vosotros, poligoneros
Por Rafa del Río

Tras apurar al máximo la prueba de diez horas de Need for Speed en EA Access y con el olor a goma quemada, nitro y aceite de motor empapando mis ropas tengo algo claro: Ghost Games ha sabido ir directo a la nostalgia. Lo que mejor hace este nuevo episodio de la conocida saga automovilística es recoger el testigo de muchos títulos que guardan un rincón importante en la memoria y el corazón de los aficionados al género. 

 

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Más allá del Jonan y el polígono

Need for Speed Heat se aleja de los últimos pasos de la saga, reniega de los puntos en redes sociales y regresa un poco a sus orígenes con el ojo puesto en el polígono, el asfalto quemado y la policía. La puesta en escena es brillante, y en Xbox One X se ve de lujo con algunos momentos que se acercan a Forza en lo que corresponde a la fotografía, si bien sigue siendo incapaz de retar cara a cara al monstruo de Turn 10 y Playground. 

 

Un escenario muy bien pensado plagado de grandes avenidas, trazados imposibles, campos, callejuelas y zonas pantanosas configuran Palm City, una Miami revisada en la que debemos montar nuestra propia banda de automovilistas para competir legalmente de día a cambio de dinero en trazados oficiales mientras la poli hace la vista gorda. De noche la cosa cambia, y mientras competimos por reputación que nos de acceso a mejores piezasy contenidos en tienda, tendemos que esquivar a una policía totalitaria y fascista cuyas intenciones no son nada buenas.   

 

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Y la nostalgia

Need for Speed Heat no teme echar un ojo al pasado y aliñar su propuesta de juego con ingredientes de intenso sabor a retro. La jugabilidad arcade se incrementa con una forma de derrapar para tontos que es imposble que no recuerde a juegos como Ridge Racer de Namco o el Power Drift de SEGA. El manejo se convierte en una apuesta por el frenetismo, por la espectacularidad, con unos derrapes imposibles y unos giros en ángulo cerrado a altísimas velocidades mientras buscamos el primer puesto o huímos de la policía. 

 

Sin embargo, donde más se nota la vocación de heredero único de Need For Speed Heat es en su mundo y sus escenarios. Si algo brilla en esta nueva entrega de la saga es cruzarte con un desconocido en la noche, retarlo a una carrera y montarte un sigue al líder al más puro estilo Midnight Club de Rockstar, pero eso es sólo la cobertura de chocolate. En su núcleo duro, el corazón de Heat son las calles de Palm City con unos barrios que harán llorar de nostalgia a los fan de GTA Vice City y una policía que recupera la jugabilidad del padre de todos estos juegos que ofrecen escenarios abiertos y conducción con historia. El pionero. El Driver de Reflections.

 

Al final todo suma en un Need For Speed Heat que por un lado ofrece un juego moderno con un aspecto impecable a nivel visual y algunas ausencias como la vista de cabina con fvolante y demás. Y por otro, muchos elementos heredados, a sabiendas o no, que sirven para que los más viejos superemos el escollo del polígono, la cumbia y el regueton de una sintonía que parece Radio Espantoso en su peor momento. Ay, DJ Pepe y sólo Pepe, cómo te echamos de menos.

 

¡Nos leemos!


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