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¿Necesitamos tanta libertad y mundos abiertos en los videojuegos? (Otra vez)

Volvemos al eterno debate
Por Álex Pareja

Sí, siento que me repito y que quizás peque de ser demasiado reiterativo y típico al volver a hablar de este tema (por ello el titular que acabáis de leer) pero es que vuelve a ser un tema de actualidad, al menos para mí, debido al nuevo trabajo de Naughty Dog. No voy a hablar sobre Uncharted: El Legado Perdido como tal, ni de lo que pudimos probar hace apenas unos días de esta nueva entrega de la saga, porque para eso ya tenéis el estupendo avance de Dayo, pero sí que tiene mucho que ver con el tema planteado. 

 

Uncharted: El Legado Perdido vuelve a cimentar un edificio con unas bases sólidas utilizando materiales que ya han sido vistos en otras secuelas o spin-offs de otras grandes franquicias. Os hablo de los mundos abiertos o de la ampliación de escenarios como gran novedad. No es que esta nueva entrega protagonizada por Chloe y Nadine vaya a estar situada en un mapa abierto como tal que poder recorrer con libertad como si de un sandbox se tratara en todo momento, pero sí que el propio estudio quiso decirnos que la gran novedad respecto a este juego y Uncharted 4: El Desenlace del Ladrón, será precisamente eso (junto a los obvios cambios de protagonistas e historia). ¿Es un paso lógico? ¿Realmente hace evolucionar a una saga sobresaliente? 

 

Uncharted El Legado Perdido

 

Lo poco que he podido jugar de Uncharted: El Legado Perdido es espectacular, obviamente, pero si nos centramos estrictamente en el apartado jugable no deja de ser una pequeña evolución de la fase de Madagascar que ya pudimos disfrutar en Uncharted 4. Es decir, que podremos controlar en un espacio muy amplio a las protagonistas gracias a un jeep, que hará las veces de transporte (aunque también podremos ir a pie o utilizar el gancho). La diferencia es que es el espacio es todavía más grande y los objetivos se podrán cumplir en el orden que queramos, es decir, que no será un pasillo lineal por el que se nos guiará.

 

Ahí es donde entran mis dudas personales: ¿realmente esto hace que la experiencia Uncharted sea mejor? ¿los mundos abiertos o aportar un mayor grado de libertad al jugador son sinónimo de mejor experiencia? Los desarrolladores parecen pensar que sí, al igual que las distribuidoras cuando echan un vistazo a las ventas de los últimos años, pero yo no sé qué pensar exactamente. Precisamente, lo bueno de una experiencia como Uncharted 4 es esa linealidad, que se adereza con escenarios grandes y con múltiples posibilidades jugables, sin tener que ofrecer como característica importante esa libertad a la hora de decidir el orden del cumplimiento de los objetivos. Muchos jugadores, de hecho, pensarán que es un error trasladar las experiencias jugables de esta saga a este espectro jugable tan visto en otros géneros. 

 

 

Pero no deja de ser una cuestión lanzada al aire que se responderá el próximo 23 de agosto, cuando Uncharted: El Legado Perdido llegue a PS4. También es importante comentar que estas características, de espacio amplio y de libertad, solo se han confirmado para una de las fases que compondrán esta nueva iteración de la saga de Naughty Dog, así que igual sí que casa de una manera correcta con el resto de la experiencia, que igual también sufre una remodelación o ciertos experimentos jugables. Pero estos últimos meses en la industria, o años ya, no dejan de lanzarme a la mente la misma pregunta una y otra vez: ¿de verdad los escenarios más amplios y la eliminación de zonas lineales es lo mejor? ¿es el camino que deben tomar los videojuegos para evolucionar? Yo no lo sé. 


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