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Mirar sí cuenta como videojuego

Grass y Rock Simulator ¿nos hemos vuelto locos?
Por Adrián Suárez Mouriño

Mirar sí cuenta como videojuego. Realmente es una parte fundamental del mismo, más a día de hoy. Las historias adquieren complejidad cuando se le añaden a los fondos, objetos y personajes detalles de los que no se habla, de los que se aprende mirando. Las mejoras en la dirección, y las exigencias derivadas de ello, permiten experimentar y explotar las capacidades cinemáticas de los videojuegos, con lo observar, bien, y explorar esta faceta de los títulos es una parte elemental.

 

Y como digo al principio, también cuenta como videojuego en sí. Escoger qué mirar y cómo, es interacción, narra una historia y nos afecta. O al menos eso deben de estar pensando estos nuevos simuladores, de mirar rocas y de contemplar una hierba súper realista, que asoman por el horizonte.

 

El videojuego es maravilloso; claro que uno ya no sabe qué pensar, si esto no es más que un chiste, una manera de reírse de esos videojuegos que se pasan al dejarnos observar sin gracia y se hacen llamar arte, un experimento de los límites jugables del videojuego o lo mismo que hizo aquel poniendo un retrete en museo y llamarlo dadaísmo.

 

 

Cada elemento del videojuego que trasciende del corre y mata a ese boss, está puesto ahora bajo el microscopio de los nuevos creadores. De los resultados de esos estudios se inspiran luego los títulos mainstream para seguir avanzando, a nadie se le escapa que aunque esto de lo de mirar rocas a golpe de Rock Simulator, o hierba con Grass Simulator, es una soberana memez, ha conseguido llamar la atención del público, y es la manera de que estos factores se tengan en cuenta en más producciones de corte mainstream. Tanto los elementos en sí, como la acción de interactuar con ellos.

 

Al final, con estos chistes, o profundísimas reflexiones, vete tú a saber, lo que queda claro es que todo, absolutamente todo vale, en el videojuego (o que nos encanta reírnos con estas paridas). Ya no trata solo de matar a un dinosaurio extrañamente aficionado a secuestrar princesas, sino de mirar, pensar, recorrer, apuntar; lo que sea, al final se trata de interactuar. Sí, observar hierba como si fuéramos ovejas es una estupidez como un piano de cola, pero ahora mismo, eso ayuda a fomentar la idea de que en el juego vale todo, y que sí, mirar sí cuenta como videojuego.


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