Mi obsesión con la build perfecta

Siento seguir tan pesado con Bloodborne, pero es que aún sigo jugándolo compulsivamente y es de lo único que me apetece y se me ocurre hablar. Espero que me perdonéis, que esta semana creo que ya acabo de hablar con él con un especial sobre su lore. Este post, en todo caso, no está solo relacionado con Bloodborne, pues abarca muchos juegos y una forma de jugarlos que solo ejecuto cuando el juego en sí me apasiona enormemente.

 

Todos sabéis que los juegos de rol, al menos en su manera clásica, te dejan construir un personaje a tu gusto. Por ejemplo, tu Dovahkiin de Skyrim seguro que es muy diferente al mío. Lo mismo tú optas por un guerrero con mucha fuerza bruta mientras que yo opto por uno más ágil y sigiloso, por poner un ejemplo. Esta forma de plantear la construcción de personajes hace tiempo que se contagió a otros géneros, y aunque sigue siendo parte de la identidad del RPG, ahora mismo hasta Call of Duty te permite crear un personaje más o menos tuyo.

 

 

Aquí es donde yo quiero llegar: llevo tres partidas a Bloodborne y en esta tercera estoy persiguiendo 'la build perfecta', esto es, el personaje que en mi cabeza mejor obedece a mi estilo de juego y que va a usar las armas que más me gustan. En el caso de este juego, estoy optando por una build mixta de Habilidad y Arcano, de modo que pueda usar unas armas encantadas o con daño elemental muy concretas, como las Hojas de Piedad o la Hoja de Entierro. 

 

Es una locura, lo sé: me he pasado el juego dos veces y ahora lo voy a hacer una más con unas condiciones nuevas muy concretas, pero resulta que esto es algo que hago muy habitualmente. Lo he hecho con todos los Souls, pero también lo hice con los Mass Effect (si bien solo el primero te permitía jugar profundamente con esto), con los Dragon Age y sigo haciéndolo en estos momentos, aunque haya dejado algo de lado el juego, con Monster Hunter 4 Ultimate.

 

 

Por alguna razón, encuentro cierto placer y entretenimiento en repetir patrones y buscar componentes y objetos muy específicos que van a darle el carácter y las habilidades que me gustan a un personaje, incluso si el estilo de juego es contraproducente. En Bloodborne, me ha costado mucho matar a ciertos jefes con las Hojas de Piedad, pero ha merecido la pena porque me he mantenido fiel a mi estilo y he hecho algo muy diferente, pues en otras ocasiones recurría a otras armas más polivalentes, como la Espada Sagrada de Ludwig, que está chetadísima.

 

Es un apartado de los videojuego sobre el que no se habla lo suficiente, pero que irremediablemente está ahí y forma parte de su ADN actual. ¿O acaso no perseguimos una 'build perfecta' cuando editamos un mazo en la Arena de Hearthstone o en los mazos personalizados? Parte de lo que me empuja a seguir jugando a este odioso vicio made in Blizzard es precisamente esto, tener el mazo que me permita ejecutar la estatregia más perra y efectiva. Lo mismo con los MOBA, en los que no he entrado lo suficiente, pero veo mucho, mucho de esto.

 

 

Abracemos pues la repetición y la absurdez de los porcentajes de drop de los objetos de Diablo 3 o de Destiny, pues aunque no es mi caso, seguro que muchos jugadores encuentran placer en esta rutina de juego. Otra cosa es que esta rutina pueda ser más o menos injusta, que en mi caso, creo que muchas veces es así. Bloodborne es muy perro con ciertos objetos al igual que Destiny con las armas exóticas, pero es el precio a pagar por quedarse uno bien a gusto con el juego. Y mientras tanto, has invertido 100 horas en pasártelo bien. Solo veo beneficios. 

 

Os animo a examinar este mundillo tan pajero si nunca os habéis metido en él, pues la idea de construirse una build curativa en Diablo 3 o una build mágica en Skyrim u otra de bardo en Pillars of Eternity os puede parecer una pérdida de tiempo al principio; pero cuando encontréis el juego que de verdad os hace picaros con sus tipos de personaje, ay, ese día estaréis buscando en wikis y en Google cómo crearlo.

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