Me pone esa road movie llamada Final Fantasy XV
Lo reconozco, nunca he sido un gran fan de Final Fantasy. No voy a ponerme las gafas de pasta y decir que los mejores son los primeros porque, cuando les pude echar mano, ya juegos como Chrono Trigger, Phantasy Star, Dragon Quest, Zelda y Breath of Fire habían conquistado mi corazón. Y bueno... Sí, disfruté de los primeros en emulación, Jugué con Cloud aunque me aburrí llegando al disco 4 y me hizo mucha gracia el rollo chibi de Final Fantasy IX después de los insufribles Squall and company de esa academia elitista aque animaba a sus estudiantes a matarse con inútiles pistola-navaja-llaveros de Albacete.
Dejándolo claro: Final Fantasy ni fu ni fa
Y este es un ni fu ni fa que me ha terminada dando vergüenza ajena con títulos como Final Fantasy X y X-2, una vergüenza ajena que ha ido in cescendo según los responsables de la franquicia iban perdiendo el norte en su religión privada de adoración a Barbi, las dolphies, los Beach Boys y el movimiento emo.
Entenderéis, por tanto, que soy el primer sorprendido al descubrirme con ganas, y muchas, de catar este Final Fantasy XV que tiene tufillo a 'las intrépidas aventuras de L'Arc 'n' Ciel' o a 'Los Malice Mizer salvan la Navidad'. A pesar de esa estética visual churri-gotic cuasi-emo de los protagonistas, a pesar de ese cuatro latas digno de Xzibit, a pesar de todos los ardores de estómago que Tabata y sus amigos me causan con su diseño desfasado...
...Tengo muchas ganas de Final Fantasy XV
Y las tengo porque cada vez que veo algo del juego me pongo muy tonto: El diseño de sus escenarios, la forma en la que trata el comportamiento de grupo, su apuesta por un estilo de rol que ya creía muerto en el que lo que más aportaba al usuario como jugador eran esos pequeños momentos de diálogos, hermanamiento y reunión entre personajes. Sus bromas, sus conversaciones y sus relaciones nos ayudaban a ser uno más en un grupo del que jamás formaríamos parte en el mundo real pero que nos aceptaba entre sus filas dentro del videojuego compartiendo con nosotros sus miedos, sus inquietudes y sus esperanzas.
Final Fantasy XV ha sabido engancharme desde ya por un planteamiento muy interesante que va más allá del 'regalo y follo' de Bioware, el 'os mato a todos' de From Software y el 'estoy más solo que la una aunque con amigos' de los RPG de corte europeos tipo Piranha Bytes o incluso CD Projekt.
Las relaciones personales son importantes, y en esto los japos son los putos amos por mucho que le duela a Naughty Dog, Bioware, Insomniac, Eidos Montreal o incluso Bethesda y los polaquitos de CD Projekt. El RPG japonés lleva apostando desde casi los inicios por esa importancia del diálogo y la personalidad de sus 'muñequitos'. Parece que Final Fantasy XV está decidido a recuperar toda esa herencia nacional del buen hacer en cuanto al trazado de sus personajes y llevarlo a otro nivel casi increíble en el que la interacción es un elemento importante a disfrutar durante toda su experiencia de juego.
Una road movie que quiero comprar
Llevo mucho tiempo pensando esto, pero sin duda lo que me ha convencido es el último vídeo de Square Enix en el que podemos disfrutar de la 'conducción en el juego'. Y si, pongo esto entrecomillas porque en todo momento la conducción mostrada es automática. Y sí, el trazado de las carreteras, la rigidez del coche que parece un tanque de materia oscura y el tráfico que hemos visto recuerdan y mucho a Deadly Premonition, pero no por ello deja de gustarme lo que he visto.
Me gusta porque, aunque tengo ganas de ver en marcha ese coche conducido por el mando y no por el GPS interno del juego y aunque confieso que tiene pinta de cutre y odio los diseños de personajes, eso no quita para que me encanten los escenarios y, más importante aún, la forma en la que los personajes interactúan en todo momento. Total, si pude con Dante en sus múltiples y ridículas encarnaciones y con el terrible motor de Deadly premonitions, también podré con los errores de Final Fantasy XV siempre y cuando, ojo, Tabata no nos esté engañando con lo que vemos cada vez que le damos al 'play' en uno de sus vídeos.
¡Nos leemos!
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