Me alegra mucho el regreso de Super Mario Sunshine, pero la fiesta de bienvenida podría haber estado mejor
Menuda manera más rara de celebrar los 35 años de Mario. Bien por ese Battle Royale de Super Mario Bros., también es cuqui la Game & Watch que lo emulará y hasta me alegro por la llegada de Super Mario 3D World, pero ese 3D All Stars sin este, sin Galaxy 2, y con Super Mario 64 con tan poco trabajo y sin haber adaptado los contenidos de su estupenda edición de Nintendo DS… En fin. Y no voy a hablar de esa chaladura de hacer tiradas que estarán en el mercado solo durante tiempo limitado porque…
No, no estoy aquí para echar vinagre (que podría), sino para celebrar la vuelta a la actualidad de uno de los patitos más injustamente feos de Nintendo: Super Mario Sunshine. Este título es rarísimo y, por ello muy especial. Es fácil despreciarlo por querer contar una historia con tantas ganas, por relegar parte de la naturalidad saltando de Mario al cacharro acuático que tiene a sus espaldas o por su backtracking, pero sin Sunshine no habría ni Galaxy, ni 3D World ni nada.
Sunshine tiene mucho del Miyamoto amante de los cacharros y de los juguetes. Es una herramienta que ancla al fontanero en un espacio y le permite experimentarlo en profundidad. Con ACUAC, es como si Nintendo se hubiera preguntado: ¿hasta qué punto el personaje puede exprimir un espacio pequeño dentro de uno más grande? No es por ello extraño que luego llegase Galaxy, que va justamente de eso. El título de Wii también cuenta con un HUB central, como Sunshine, también se regresa a él una y otra vez y está cargado de historias.
Pero la experimentación de Sunshine no solo afecta a Galaxy, también a 3D World y Land. En las zonas en las zonas en las que la versión oscura de Mario nos reta, aparecen una suerte de plataformas cuya solución guardan muchísima relación en su juego de cámaras con estos títulos.
Por eso es tan apetecible regresar a Sunshine ahora y comprobar esa voluntad y responsabilidad que tuvo para definir el futuro del fontanero. Imaginaos la papeleta en Nintendo para intentar averiguar qué podrían hacer para superar a Super Mario 64. La respuesta pudo parecer una estupidez por aquel entonces: darle una mochila que escupiera agua, pero todo lo que rodea a este invento significó llegar a Super Mario Galaxy 2, pero mejor no saco a colación este juego a día de hoy, ¿verdad, Nintendo?
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