El culo de Miranda se convierte en tendencia de fin de semana tras confirmarse la eliminación de algunos planos directos de las posaderas del personaje en Mass Effect Legendary Edition. El recopilatorio remasterizado trata de alejarse de un punto de vista poco sutil con un enfoque más elegante y, como no podía ser menos, algunas voces protestan o aclaman la decisión en un debate gratuito.
Confesiones de un redactor con culo
Antes de empezar a escribir tengo que confesaros una cosa: tengo un culo. Cierto que suelo llevarlo escondido bajo el pantalón o debajo del bañador en la playa porque ya se sabe que la tenencia de un culo sin licencia no es cosa de poca broma, pero de perdidos al río. Sí, vuestro amigo y vecino calvo tiene un culo, y ha llegado la hora de reconocerlo. Es más, y espero no terminar en la cárcel por esto: mi pareja también tiene culo, y sospecho que todas las personas que conozco excepto una -y sí, aquí hay historia- tienen o han tenido culo en algún momento de sus vidas.
Lo de tener culo es peliagudo, especialmente en estos días. Por mucho que intentemos ocultar esta deformación de la malvada naturaleza que nos pone en el punto de mira con faldas, pantalones, jerseys atados a la cintura o, a más tierna edad, pañales, siempre hay alguien avispado que se da cuenta de lo que ocultas. Entonces sólo puedes cruzar los dedos y rezar a tus dioses para que no sea un miembro encubierto del Ministerio de los Culos y las Altas Esferas. Que esa es otra. Pero no nos desviemos. Esto va de Miranda y su culo, no del mío, así que vamos al lío que empezamos a ir de culo con el tema...
El culo de Miranda
Miranda es uno de los personajes de Mass Effect, compañera, miembro de la tripulación y, fiel a la filosofía de BioWare, alguien con quien podemos tener un romance en la space opera de los padres de Dragon Age. La chica de gesto forzado y traje de goma blanco se une al catálogo de señoritas y señoritos de Mass Effect y junto a Garrus, Tali, Kaidan, Ashley, Kelly y todos los dolls del juego nos invita a crear parejas o 'shipear' a Sheppard en todos sus géneros para lanzar una canita al aire en nuestro viaje por los relés y, sobre todo, antes del combate final.
No es difícil entender el momento en el que en BioWare decidieron que lo del fornicio era una idea brillante. Ya hicieron sus pinitos en KotOR y en Jade Empire, y la evolución en Dragon Age y Mass effect parecía obligatoria. Querían darle a su juego un toque 'adulto' que, a la larga, derrapó en erotismo light para adolescentes, y las cosas se les fueron de las manos con un catálogo que hace pensar en Kamurocho, hostess y escenas de culos. El punto culminante llegó en Mass Effect 3 y esos planos de las nalgas ponderadas de Miranda, porque nada como tener que salvar tu rincón del universo de una temible amenaza para ir más salido -o más salida- que un estudiante de instituto en clase de gimnasia.
Decisiones y debate
En la revisión de la trilogía de Mass Effect de cara a su Legendary Edition, Mac Walters volvía a enfrentarse a anteriores trabajos. Tal y como comentaba en una entrevista, al encontrarse con esos planos para nada astrales y bien terrenales de la parte en la que la espalda de Miranda perdía su nombre, se dió cuenta de lo absurdo de la situación. Decidió eliminarlos para centrarse en una forma de diálogo más orgánica en la que Sheppard, de forma elegante, deje de hablarle al culo de la muchacha y lo haga mirándola a los ojos o, por lo menos, a un punto por encima de los hombros.
Esto ha desatado un debate tan tonto o más que los planos culeros de mAss Effect 3. Voces que aclaman esta decisión de 'no sexualizar a Miranda' -hasta el momento de hacerle tres regalos para poder cogerle una teta, supongo-, y voces protestando por la ausencia de un enfoque posaderil que poco o nada aporta, en realidad, el videojuego. Mientras Mac nos habla de un buen puñado de cambios que afectan al final de la trilogía, a las mejoras visuales, a un modo online que queda fuera del paquete y a unos DLCs que ya no estarán, el debate se centra, como un grupo de adolescentes en un museo de estatuas griegas, alrededor del culo ceñidito de Miranda, de la ausencia de planos y de la necesidad de que los juegos sean, al final, como a cada uno le apetece que sean en la intimidad de su casa.
Vamos de culo
Llevo dándole vueltas al asunto desde el viernes y sigo sin pillarle la gracia a la cosa ni encontrarle el sentido a todo esto de los culos. Personalmente sigo obsesionado con morir virgen en los juegos de BioWare como ya os comenté en su momento. No puedo con esa forma del amor y el sexo como un tinder con regalos en el que el jugador decide en el menú a quien quiere verle el culo, pero entiendo que no soy el centro del universo y que en la decisión de cada creador de videojuegos está el hacer una obra memorable o un juego que se juegue con el mando en la mano izquierda, a veces incluso las dos cosas a la vez. Hay públicos de todo tipo y edades, y la adolescencia es lo que tiene. Lo más importante es que, aunque a mí no me guste, es cosa del desarrollador y su público.
El amigo Mac se ha dado cuenta de que todo esto de hablarle a los culos, las paqueteras y los escotes sobraba en su momento y ha decidido eliminarlo. Bien por él. Convertir la decisión en un motivo de debate para hablar de censura, empoderamiento, sexualización o generación de cristal es obviar todo lo que rodea a la situación, simplificar la cosa a dos extremos y conseguir el objetivo final: seguir hablando de videojuegos sin hablar de videojuegos, algo que parece más cómodo en algunos rincones que el sentarse sobre sus culos a disfrutar de esta afición.
¡Nos leemos!