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Lugares vol. 8: El palacio de Prince of Persia

Uno de los mapas más rejugados de la historia
Por Jaume Esteve Gutiérrez

Corre el año 1989. Con un planteamiento sencillo pero tremendamente adictivo, Jordan Mechner se saca de la manga Prince of Persia, título que alumbrará una franquicia que ha llegado hasta nuestros días. Todo comenzó en un palacio... Sesenta minutos de tiempo, trece fases por delante, tres triángulos de vida y ni siquiera una espada con la que defenderse. Porque el primer peligro de Prince of Persia es el propio escenario: el palacio en el que nos han encerrado.

 

El juego mezclaba de manera muy sabia plataformeo con las dosis justas de acción. La mecánica principal trataba de moverse por un escenario que, principalmente, estaba plagado de trampas y de saltos al vacío que debían hacerse con precisión digna del píxel. Por si esto fuera poco, la más mínima caída te penalizaba con la muerte y esta te obligaba a volver al principio, a comenzar de nuevo tu aventura aunque, eso sí, el reloj no había dejado de correr.

 

Ya os aseguro que pasarse Prince of Persia no es tan fácil como parece.

 

Una vez que te has pasado Prince of Persia, te das cuenta de que no es un juego excesivamente largo. El gameplay que tenéis aquí encima dura algo menos de cuarenta minutos que es un tiempo razonable para pasarse el juego y, aún así, hace falta un cierto tiempo para pasárselo tal y como vio la luz en su día. De hecho, yo no lo superé hasta que tiré de emulador en su día y pude ir salvando la partida. Repito, no es un juego especialmente difícil pero el hecho de que no te permita un error grave sí que pone al jugador contra las cuerdas.

 

Este planteamiento obligaba al jugador a aprenderse el mapa de memoria y a rejugarlo una y otra vez. Y frente a lo que puede parecer un tedio, lo cierto es que Prince of Persia se manejaba más que bien porque hacía de la variedad una de sus constantes. Cuando no hay una placa que te cierra una puerta es un falso suelo, un enemigo o una poción que puede quitarte vida. Siempre hay algo por el camino.

 

Poca broma, la película de Prince of Persia es una de las mejores adaptaciones del videojuego que han llegado a la gran pantalla.

 

Pronto se cumplirán 25 años de aquel primer viaje a la mitología persa creada por Jordan Mechner. Una que ha dado luz a una franquicia que ha llegado a nuestros días, aunque ahora esté algo de tapadillo, y que incluso ha saltado al cine. Un Prince of Persia que, por cierto, debe gran parte de su éxito al hermano de Mechner, actor que se encargó de poner su cuerpo para una rudimentaria captura de movimientos rodada con una Súper 8. Esos movimientos tan realistas para la época unidos a una inercia que obligaba al jugador a controlar sus movimientos para frenar en el momento justo hicieron, junto a ese palacio escondido en algún desierto, que Prince of Persia se convirtiera en el mito que hoy es.


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