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Los sistemas de Karma. No decides, roleas

El juego no te modifica, tú lo modificas a él
Por Adrián Suárez Mouriño

Tenía una cuenta pendiente con Mass Effect 3 y ahora estoy con él de nuevo, para acabármelo siendo una Fem-Shepard  bad-ass; algo que tras jugar al segundo título del mismo modo, me ha parecido la mejor manera de disfrutarlo. A diferencia de otros videojuegos, el título no te premia como lo hace Infamous, dándote puntos en función de tu actitud (te los da, pero sin premios directos) pero, como él, te aliena, guía tus decisiones, intentando imitar una personalidad siempre cabezota en caso de que sea el camino que has decidido tomar.

 

En Mass Effect, a medida que contestas de manera más seca, autoritaria y dejando los sentimientos a un lado, tu cara se cubre de cicatrices anaranjadas, y tus ojos brillan como si acabaras de heredar el sharingan; y es una maravilla, tanto que no se puede evitar seguir respondiendo del mismo modo para que tu aspecto se vuelva demoniaco. A su vez, una barra marca tu sendero por el camino de la rebeldía, que crece a medida que nos envalentonamos con el personal. Y es más, las conversaciones, casi en su totalidad, se resuelven siempre de la mejor manera siendo un broncas, amén de conseguir el cariño de los Krogan... casi siempre.

 

Pero hay un problema, el de siempre, el de no existir los grises; y eso es algo que también sucede en Infamous, solo que en este es más sangrante, ya que siendo más malote, o bueno, tus poderes mejorarán en uno u otro sentido. ¿Qué significa esto? Pues que al comenzar un juego uno ya ha decidir qué tipo de personaje quiere ser. Yo no he empezado el título y me he dejado llevar por las circunstancias hasta ver cómo mi personalida se ha visto modificada, y así mi físico. Antes de empezar a jugar me planteé quién quería ser, y estoy jugando en función de la Shepard que tengo en mente: una durezas que no hay quien la tose y que lo soluciona todo disparando; y que espera concretar un encuentro casual con Jack al remate.

 

 

Y esto es lo que se consigue con los sistemas de moralidad absolutos, que no podamos transformarnos en quien el juego quiere que nos convirtamos, o las circunstancias; hay que ser consecuentes con la decisión original para sacarle el máximo jugo al título, sino, nos quedaremos a medias; Shepard será menos malo, Cole tendrá las magias menos refinadas o en Fallout 3 no podremos juntarnos con según qué amistades si no somos lo suficientemente santos o diablos.

 

Esto es algo que no es nuevo, pues está ahí desde los juegos de tablero y la creación de ficha de personaje, que te pide que establezcas quién eres y que lo representes durante toda la aventura; pero en una narración que se genera a través de nuestras interacciones, esta manera de medir nuestra actitud se vuelve poco interactiva, pues la decidimos de antemano; funciona pero no del todo. A veces uno piensa que sería mejor que esto no se midiera de ninguna de las maneras y que solo determinados eventos sucedieran en función de nuestras decisiones; pero claro, eso no es del todo satisfactorio. Lo que está claro es que a los sistemas de karma y moralidad aún les queda un largo camino por delante. Ver cómo lo implementan en Mass Effect 4 es de lo que más me interesa de la nueva entrega.


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