"Los que no juegan no hacen nada en nuestro negocio"
Navegando por las red me he topado con una noticia en Meristation que me ha hecho reflexionar. Habla de John Smedley, presidente Sony On-line, que ha tenido una declaraciones sumamente interesantes en Edge sobre la industria y los profesionales que están metidos en ella sin jugar a videojuegos y sin tener conocimiento de los mismos. ¿Necesitáis el spoiler? En nuestro querida utopía hay muchas personas que manejan cifras mareantes de dinero sin haber tocado un mando en su vida, y eso, según el representante de la empresa japonesa, no es nada positivo; según un servidor tampoco. Yo lo he llevado más lejos: sé de buena tinta que en mi campo, el de la comunicación, hay mucha gente importante que hace meses que no toca la consola o el PC, y eso, claro, me asusta. Vamos por partes.
Smedley declara que él juega a videjuegos: “ando con Planetside 2, DOTA 2 y Eve. Jugaba mucho a Eve, pero ahora me lo paso muy bien con Planetside 2. DOTA 2 lo juego con mis hijos”. Las declaraciones van más allá: “la gente que no juega no tiene nada que hacer en este negocio. Debería ser un club exclusivo para jugadores. No puedo con los que no saben de qué están hablando cuando tratan a los videojuegos”. ¿Cuántas veces nos hemos topado con cosas así en el medio? ¿Cuántas ideas estúpidas se han llevado a cabo en nuestra industria sin que lleve a ninguna parte de cara al jugador? Unas veces funciona, ¿pero quién no apostaría que esos fracasos mayúsculos que acontecen normalmente en silencio no vienen apoyados por un tipo o tipa que no ha puesto las manos en un Super Mario Bros?
Trabajé en su día en una empresa distribuidora de accesorios para videojuegos de Barcelona que, desgraciadamente, ha cerrado. Aunque a mediados de la década pasada movíamos bastante material en todas las tiendas importantes del país, los únicos que sabíamos de videojuegos allí estábamos trabajando en el almacén, haciendo paquetes, cerrando cajas y cargándolas en el camión. Era un entorno familiar y agradecido, recuerdo con cariño esa época de mi vida, pero resultaba chocante oír a las comerciales vender productos y accesorios que a ellas les importaba más bien poco. Incluso llegamos a distribuir accesorios chinos de nulo uso por cabezonería de alguna de ellas que al final se quedaron apartadas en el almacén pillando polvo. Inversiones de cientos de euros que no servían para nada con el consecuente enfado de mi querido jefe, que en paz descanse.
De hecho, eso pasa a nivel personal en la vida de cada uno como jugador: ¿cuántas veces os habéis enfrentado con ese sufrido trabajador de la tienda X que no tiene ni puñetera idea de lo que vende? ¿Cuántos disgustos os habéis llevado al reservar un título en una consola y que el pobre diablo se equivoque de plataforma y os tengáis que quedar con cara de tonto? ¿Cuántas veces habéis deletreado un nombre para que lo busque en su ordenador? No, definitivamente, nuestra industria está poblada, en todos los estratos, de gente que no sabe ni se interesa por los videojuegos. Lo siento, me cuesta entenderlo, pero es algo que pasa en casi cualquier trabajo existente hoy en día. ¿Qué pasa cuándo tu trabajo consiste en informar a la gente de algo que no sabes? Eso ha sido lo que más me ha preocupado.
A lo largo de los últimos seis años, desde que comencé a dedicarme más o menos en serio a escribir y hablar de videojuegos desde los distintos lugares en los que podía, he conocido a mucha gente que he visto subir (o decir que suben) en la montaña de la comunicación sobre videojuegos comenzando desde una posición similar a la mía: superior o inferior, no importa. Muchos de ellos, desgraciadamente, coinciden en un mismo aspecto: según van subiendo más y sus intereses por las visitas, distribuidoras y dinero son mayores al interés periodístico, acaban abandonándose en niveles de aprendizaje y actualidad. Gente apasionada de 2006, son robots de SEO, visitas únicas y euros en 2012. ¿Qué ha sido de esas personas que admiraba? ¿Qué ha sido de ese amateur apasionado? Las garras del dinero son poderosas y difíciles de eludir, pero conociendo a esos amigos, ¿están dónde querían tras tantos años de esfuerzo? En caso de ser así, estaría más decepcionado de lo que estoy con ellos.
Sé que estoy en una posición privilegiada para detectar esos comportamientos: al contrario que vosotros/as yo conozco personalmente a esa gente, sé cómo eran, sé qué decían y sé cómo se comportaban ante algunas de las injusticias comunicativas en su momento. Es por ello que hoy, al ver alguno de sus comportamientos, me choca y me entristece, y el mayor problema de ellos, sin duda, es cambiar el jugar a videojuegos por las mentiras, el ansia de poder y los intereses que se alejan de la comunicación y pasan más por llenar sus cartillas de números interesantes. ¿Es obvio? Quizás, pero duele. Creo que os debemos más que una mentira o unos escritos sin pasión o ganas, y son ustedes los que deben deliberar si esos medios que siguen habitualmente y esas firmas que tanto les gusta han perdido o no la pasión por nuestro querido mundillo.
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