Los mundos cambiantes en los videojuegos o cómo Destiny 2 lo está haciendo realmente bien
Bungie está haciendo las cosas realmente bien con Los Renegados, la última expansión de Destiny 2. Es cierto que han tardado un año en realizar los cambios pertinentes debido a las críticas de su enorme comunidad de jugadores, y que para disfrutar del juego en su plenitud hay que comprar la nueva expansión, pero al menos hay que reconocer su buen hacer en estas últimas semanas. El último punto donde han conseguido impresionarme ha sido gracias a la nueva Incursión del juego.
Las incursiones son los desafíos más grandes de Destiny 2, donde una escuadra de 6 jugadores debe enfrentarse a peligros y puzles de distinto tipo para poder alcanzar la victoria. Generalmente, el primer intento se vive con intensidad por parte de varios equipos, para tratar de conseguir ser los primeros en el mundo en conseguirlo. Fijáos si el reto fue difícil que para que el primer equipo pudiese alcanzar la victoria tuvieron que pasar 19 horas desde su inicio. Es decir, casi un día jugando sin parar tuvo que estar este equipo para desentreñar todos los misterios de la Incursión, un absoluto y rotundo récord para toda la saga. Pero lo bueno no queda aquí, sino que los actos de este grupo en concreto, al haber conseguido vencer al enemigo que se escondía en lo más profundo de la Ciudad Onírica, cambió el mundo del juego para todos los jugadores.
Me alucinan los mundos cambiantes, y últimamente estamos siendo testigos de varios gracias a la propia concepción de los videojuegos, centrados en su carácter multijugador. Ya hablamos por aquí del mundo cambiante de Fortnite, que a su vez va contando su historia, pero lo de Destiny 2: Los Renegados va un poco más allá, ya que el estado de su mundo también nos está aportando información sobre su lore. Sin querer desvelar demasiado (ya tocará escribir sobre el lore de Destiny 2 por aquí), al vencer en esa primera Incursión a Riven, se desató su Último Deseo (nombre de la Incursión): una maldición en la Ciudad Onírica. Esa maldición puede verse a simple vista, cambiando la estética de lo que hasta el momento era ese espacio.
Poco a poco la propia comunidad fue descubriendo que esa maldición parece haber traspasado el sistema solar, ya que en planetas como Nessus han aparecido misteriosas estampas con códigos que no estaban allí antes de haber completado la Incursión. Es decir, nuevos misterios y nuevos cambios en el mundo que la comunidad tratará de resolver durante estas próximas semanas.
Me parece apasionante no solo que Bungie haya decidido que la nueva Incursión de Destiny 2 tenga un impacto real para el mundo de todos los jugadores, sino que además esto provoque que existan nuevos misterios en distintos lugares del sistema (seguro que hay más todavía no descubiertos), sabiendo que a su comunidad de jugadores le encantan este tipo de misterios. Parece, como he dicho ya en estos últimos días, que el estudio por fin sabe cómo ofrecer el juego a sus usuarios más habituales, que al final son los que permanecerán dentro de su mundo durante centenas o miles de horas. Lo bueno, además, es que todos sus jugadores somos conscientes de que este mundo seguirá cambiando conforme vayan sucediéndose los nuevos actos, y eso motiva a todos a seguir.
También hay que destacar la propia concepción del tiempo que han aplicado a escenarios nuevos, como la Ciudad Onírica, en la que su estado cambiante afecta a las recompensas y desafíos que podemos completar. Por ejemplo, en el próximo reinicio semanal será imposible realizar ciertas actividades en este lugar hasta el mes que viene, cuando este estado cíclico vuelva a su ser. Estas decisiones fomentan la exploración, estar activos en el juego y tratar de descubrir los posibles nuevos misterios que se hayan querido incorporar.
Así sí, Bungie.
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