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La realidad alcanza a la ficción
Por Diego Emegé

En cinco años  podríamos empezar  a presentarnos con tan solo apuntar la cámara de nuestro Smartphone hacia nuestra cara. Facebook encontraría a la persona y nos daría un pequeño avance de lo que tenemos delante. En diez, Facebook y Google habrían unido fuerzas para crear la red social definitiva. En ese dulce romance, Project Glass habría llegado a su fase final de desarrollo y sería distribuido a las masas, logrando así que los seres pensantes que habitan este mundo se acercaran más a su próxima evolución: el cíborg. En esa etapa, el antiguo ser humano ya no tiene límites sociales y no conoce la intimidad. Al andar por la calle estaremos conectados constantemente con un cerebro infinitamente más poderoso que el nuestro, que se ocupará de gestionar toda la información para que dispongamos de ella cuando la necesitemos y donde la necesitemos. Y dará igual el calibre de la información, porque GoogleBook será demasiado grande como para que los moralistas puedan ni llegar a ser oídos. Nuevas filosofías surgirán. La idea de ese humano evolucionado que no se deja parar por una emoción «tan desfasada» como la vergüenza o el pudor. Se aceptará al ser humano tal cual es y empezaremos a avanzar de forma gregaria, como una entidad común, algo así como lo que son los humanos en Mass Effect, para que me entendáis.

 

Ahora bien. ¿Dónde estamos ahora? Al ver piezas como Sight o Black Mirror, que son tan horriblemente realistas, es muy fácil ponerse a mirar al futuro, imaginar  y echarse a temblar. Las ideas que aparecen ahí son tan posibles como cualquier otra. Pero, ¿a qué hay que temer? Si en realidad somos nosotros los que decidimos qué hacer, ¿no? Yo creo que no. La idea de que cada ser es una burbuja es demasiado idealista. Somos una panda de catetos que sigue las modas y las costumbres porque es lo que hay que hacer. ¿Inconformista? No, realista. Yo mismo me dejo llevar por los vicios de la sociedad. Si no, no estaría escribiendo delante de un ordenador. Por ello seguiremos dejándonos contagiar por la red y su ambicioso poder.

 

 

La red ha herido de muerte al juego multijugador como lo conocíamos antaño. Las tardes jugando al Mario Kart 64 a cuatro mandos son cosa del pasado (o de los nostálgicos que aún aguantamos). Lo que se ha llevado de unos años hasta ahora es el juego en red. Lo que nos espera es la verdadera implementación de las redes sociales. Esa red social que se inmiscuye en todo lo que haces y se dedica a publicar todo lo que haces. Aunque ya estamos acostumbrados a ello. Sé de muchos que renegaban de las redes sociales, que incluso ya dentro protegían su identidad e intimidad a toda costa, pero ahora se han dejado llevar y son los primeros en pedirte que les etiquetes en las fotos y les ubiques en el mapa en todo momento.

 

¿Y a qué llevará esto? A una situación en la que todo estará interconectado. Ya conocemos a Skynet desde hace años, pero ahora es más posible que nunca. Me niego a pensar que las empresas tratarán de hacer de todo un juego, como aparece en Sight, pero sí querrán que toda tu vida se base en la red y acabe en la red.


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