1. Mundogamers
  2. Noticias

Las niñas monas se cargan la experiencia

Exceso de kawai y moe
Por Adrián Suárez Mouriño

Las niñas monas estropean la experiencia, al menos a mí. Y no hablo de mujeres adultas con mucho calor en el entreteto y la necesidad, por tanto, de airearlo. No seamos cínicos, a todos y a todas nos gusta ver carne. Hablo de las niñas japonesas con una edad indefinida entre trece y diecisiete, muy cortitas de ropa, con una personalidad de muchachita de tres años y que no parecen saber que van fresquitas; el videojuego sí, claro, regalándole planos y planos al jugador de algo que en algún momento se convertirá en canalillo.

 

No estoy juzgando lo extraño de estos personajes aniñados, que le gusten a unos o que haya fans incondicionales del moe, tan solo digo que estropean la experiencia de un videojuego cuando a esa mujer se la intuye adulta pero los rigores del mercado la obligan a parecer una niña sexualizada. En este caso concreto me refiero a Atelier Ayesha Plus: The Alchemist of Dusk para PSVita, una revisión con más contenido de su homónimo de PS3.

 

 

La buena de Ayesha es una profesional en esto de mezclar ingredientes y crear pociones, el mundo la admira, vive de la venta de su trabajo, es independiente y recorre el mundo con su vaca azul haciendo negocio, siendo un personaje muy interesante a este respecto. Las mecánicas del juego en general son sositas pero en lo que se refiere a la alquimia son profundas (en relación a las otras). Con todo esto, el videojuego nos está diciendo que Ayesha es una crack en lo suyo, una experta a la que sí, le queda mucho por aprender, pero que ya está en el top tier de las de su ramo. Y además su hermana se ha volatilizado (como muerta pero por arte de magia), ¿y cómo reacciona ella? Poniéndose mona, vistiendose con trajes de mucho vuelo, un escotito y un rostro de quinceañera atolondrada.

 

Tampoco hablo de machismos o feminismos. Hablo únicamente de cómo se recibe la experiencia de juego, y esta es extraña. Atelier Ayesha tiene un tono oscurillo que destila por cada uno de sus poros pero el moe lo hace todo poco importante, como si toda la trama fuera una fiesta de pijamas. La profesionalidad de Ayesha se ve, acertadamente, en la manera de mezclar ingredientes y recolectarlos pero el moe hace suyo el combate, las charlas, los personajes y los mundos. ¿Qué tenemos al final? Un videojuego malogrado por esta decisión, que fascinará a los fans pero al que yo le pregunto ¿y si el viaje de Ayesha se hubiera construido libre de estas tontorronadas, libre de niñas monas chillonas, kawai y bebés?


<< Anterior Siguiente >>