La violencia domina en lo más esperado de 2017
El otro día comenté con un compañero de profesión la enésima vinculación del videojuego con un acto violento, concretamente con la desgracia de Berlín de la semana pasada. El debate vino a raíz de la patinada de Íñigo Errejón, portavoz de Podemos en el Congreso, al tratar de encontrar una motivación que llevase a alguien a realizar tamaña barbarie. Es una afirmación peligrosa. Seguramente, que una figura política joven asocie a la industria con algo así no es la mejor manera de eliminar el estigma sociocultural que seguimos teniendo. Pero luego miras lo más esperado de 2017.
Me gustaría poder decir que el próximo año los grandes estrenos tienen la violencia como denominador común sin que lo dicho tenga una connotación negativa. De hecho, vehicular tu discurso utilizando la acción no tiene que significar que hagas apología del conflicto, quizás los videojuegos son el mejor ejemplo; también son un canalizador del estrés y una oportunidad para evadirte, conocer mundos ficticios y conquistarlos a golpe de espada. Los productos así son necesarios. El problema, seguramente, viene cuando monopolizan todo aquello que destacar del próximo año.
Creo que es una cuestión que atañe tanto al consumidor habitual de videojuegos como al que desconoce el sector. Lo es porque muchos no nos hemos parado a pensar que Errejón puede estar en cualquiera de los dos bandos y no necesariamente ser alguien que vuelve a hablar sin conocimiento de causa. La violencia en el videojuego es un factor predominante, aceptémoslo; algo distinto es deducir que por ello nuestro medio tiene más números para dar pie a que alguien coja un camión y se olvide del freno. Como la mayoría de veces, el de ahora es un problema de perspectiva.
Aun así, pienso cada vez más que negar que somos responsables de parte del debate es un planteamiento bastante hipócrita. La industria como elemento perpetuador de ciertos estándares, la prensa como generador de opinión y el consumidor como el responsable en última instancia de que un producto funcione, se venda y la rueda vuelva a girar. Todos tenemos parte de culpa y nadie tiene más que el resto. Ahí están el nuevo God of War, Prey, Days Gone, Horizon: Zero Dawn, Uncharted: The Lost Legacy, Red Dead Redemption 2, Mass Effect: Andromeda e incluso el nuevo Zelda. Algunos más violentos que otros, pero todos con vencedores y vencidos a golpes, tiros o explosiones.
Insisto en que no es un problema y que la primera piedra en un discurso bastante lento de edificar es aceptarlo. Encontrarnos con un 2017 donde la lista de juegos más esperados también tenga espacio para títulos como The Witness o Firewatch sería positivo para todas las partes. No nos desharemos de los juegos de gatillo fácil, ni debemos. Pero me niego a pensar que los que queremos que se exploren nuevas ideas en lugar de llenarlo todo de lo que se sigue vendiendo y gustando somos cuatro gatos.
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