La relación entre lo cinematográfico y los videojuegos: de adaptaciones interactivas a The Last of Us en HBO
Esta semana se ha confirmado la noticia de que Pedro Pascal y Bella Ramsey interpretarán a Joel y Ellie para la serie de The Last of Us, de HBO. Dejando de lado lo que se haya opinado en las redes (que hoy en día, se hace polémica de cualquier tontería y tampoco hay que hacer mucho caso), cabe destacar cómo ha cambiado la relación que une a Hollywood y el mundo cinematográfico en general con los videojuegos. Una amistad extraña que, como en las pelis malas, crece y se potencia con el tiempo al verse el potencial de cada uno.
Al principio, cuando los videojuegos comenzaron a evolucionar lo suficiente como para poder recrear caras y movimientos (más o menos, algunos títulos lo conseguían mejor que otros), se adaptaban películas y series de animación importantes a este universo interactivo. Es por ello que parte de la infancia de muchos se caracteriza con las películas y juegos de Harry Potter, los desvaríos de The Simpsons: Hit & Run o la doble aventura de Indiana Jones and the Last Crusade, un título de point and click y otro de plataformas. No obstante, la originalidad de los propios videojuegos fue otro mecanismo más que se añadía al motor de las producciones de la gran pantalla, ya que se estrenaron filmes de Tomb Raider con Angelina Jolie y Resident Evil con Milla Jovovich, por citar un par de ejemplos. Ambas sagas, por desgracia, no contentaron mucho a los fans de las respectivas entregas y no alcanzaron las cifras esperadas en taquilla.
La relación entre lo cinematográfico y el sector del entretenimiento digital fue a caballo durante un tiempo, entremezclándose el estreno de alguna película mala sobre un videojuego en particular con algún título que convertía un fenómeno cinematográfico en interactivo. Sin embargo, el paso del tiempo ha afectado a la percepción que se tiene de las industrias culturales, y es muy probable que el sector del videojuego haya sido el que más ha cambiado. Su popularidad en la sociedad ha crecido una barbaridad, algo que ha propiciado su conversión a una máquina de hacer dinero, pues los datos afirman que las ganancias generadas por este sector han superado a la del cine y la música juntas.
Por otro lado, ya se conoce la tendencia del cine para aprovechar cada fenómeno de masas para hacer películas suficientemente rentables. ¿Molan los superhéroes? Pues sacamos 23 películas de Marvel. ¿Se acerca Halloween? Cae una entrega de terror simple americano como La Purga, o una película de miedo para adolescentes. ¿Nostálgicos de los 80? Karate Kid 2 (con kung-fu), una nueva de Jurassic Park y otra de Jumanji con Dwayne Johnson. Por suerte, detrás de este interés por los billetes fáciles, parece que los productores de cine se están tomando más en serio la importancia de los videojuegos en la actualidad, por lo que se llevan a cabo intenciones más concretas con actores mundialmente conocidos.
Esto se evidenció con el alud internauta que surgió con el primer tráiler de la película de Sonic. Las críticas iniciales fueron tan negativas que se rediseñó el personaje para ofrecer una imagen más acorde al erizo del videojuego, en otras palabras, se trabajó el doble para contentar a los usuarios de las redes sociales (lo cual seguramente habrá llevado a explotación laboral, todo sea dicho). Porque, desde el punto de vista de los jugadores, todavía miramos esos intentos con escepticismo. Primero, porque ya nos han decepcionado varias veces con adaptaciones cinematográficas; segundo, porque sabemos que es muy difícil emular en la gran pantalla las mismas sensaciones que transmite un videojuego. La falta de interactividad se nota y la frustración por no poder superar los desafíos de una aventura (que claramente no se reproducirán en el cine) forman parte de la misma experiencia.
Evidentemente, estamos hablando de medios distintos, cada uno con sus ventajas y desventajas a la hora de explicar una historia y transmitir unas emociones concretas; una diferencia que ha llevado a directores de cine a dar el salto y probar esa nueva expresión interactiva. Tampoco podemos observar todo el proceso con el objetivo de ver exactamente el mismo juego plasmado en el cine. ¿Dónde estaría entonces la creación, la originalidad, lo que invita a que nos enganchemos a la pantalla? Además, y mirándolo desde la perspectiva del espectador, si éste le interesa lo suficiente la serie de The Last of Us o la película de Uncharted como para que quiera probar el juego, mejor. Uno más a la familia.
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