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La pubertad de la industria

Ass Effect 4
Por Diego Emegé

SEXO. Eso es: dejad que fluyan las ideas y los recuerdos. Sé que la obscenidad flota por vuestras mentes ahora. Algunos la aceptarán y la acogerán con gusto, pero otros se avergonzarán de ella y leerán escépticos con sus mejillas tintadas de carmín.

 

Para unos, un misterio, para otros, el súmmum de la conquista del yo. De cualquier manera, el sexo es uno de los elementos más intensos y poderosos que existen en el ámbito de la expresión física para las personas. Es el origen de relaciones, familias, recuerdos, traumas y muchísimas cosas más. En resumen, constituye una de las bases de la naturaleza humana y de que se mueva el mundo, obviamente. Ahora bien, ¿a qué se debe que su representación en los videojuegos sea ínfima?

 

Vivimos en una sociedad en la que aún se carraspea fuertemente ante la pronunciación de esa seductora equis, en la que se estigmatiza tanto el exceso como la carencia de sexo. Esa sociedad que golpea fuertemente la mano de la persona que se masturba pero ni siquiera se ha parado a mirar si ella misma tiene genitales. Así cualquiera se pone a escribir sobre que los videojuegos necesitan hablar más de sexo y mejor, si la industria quiere madurar. Pero vamos a ello.

 

Bioware es responsable de un 50% de los argumentos que defienden que los videojuegos ya tienen un ejemplo a seguir en cuanto a narración de historias maduras, que tratan temas de vanguardia. En Mass Effect hay romances y sexo. Mucho y variado. Es un juego en el que las decisiones que se toman y que determinarán cada una de esas relaciones son absolutamente binarias. Blanco y negro. Claro que sí, con dos cojones (con perdón de la expresión). Cualquier persona adulta acostumbra a convivir con un universo de decisiones constantes que se caracteriza por ser de un gris intenso —si es que un gris puede ser intenso.

 

Yo sé de las limitaciones de hacer un sistema de decisiones que cambie la historia, pero, por favor, no llevéis ese ejemplo por bandera para hablar de madurez. Os propongo algo: un día tratad de ligar con una chica usando exclusivamente las frases que usa el portentoso Shepard para llevárselas al huerto. Si alguna mujer responde al cortejo, os daré la enhorabuena por haber encontrado a la mujer más superficial del mundo.

 

En la otra esquina está Heavy Rain. Una obra profunda, con temática adulta y muy cruda. Almas en pena tratando de encontrar su camino en un mundo que les ha castigado duramente con la muerte. Y hay sexo, claro que sí. Al fin y al cabo, la palabra «adulto» tiene una connotación sexual y prohibida. Pero, ¿qué nos encontramos en el juego de Heavy Rain? Una serie de personajes con unas motivaciones muy definidas que usan el sexo como forma de satisfacer sus necesidades vitales y carnales. Si lo que trató Quantic Dream fue de expresar el sentimiento de amor, fracasó estrepitosamente. Por otro lado, reconozco que la gente es así, así que, por esa parte, enhorabuena por plasmar el sexo en una de sus formas.

 

Heavy Rain Hug

Que no os engañe esta tierna estampa. Ni siquiera se acuerdan del nombre del otro.

¿Qué es lo que pasa cuando se descuida la educación sexual? Que la gente empieza a engendrar tabús, traumas y otros desvíos mentales que definirán su vida amorosa y sexual para siempre, a menos que sean conscientes de ello y vuelvan a aprender, claro. En el ámbito de los videojuegos, eso se reduce al típico ejemplo del/de la friki que se crea un personaje del género opuesto para mirarle el culo durante toda la partida, el que se dedica a rodearse de un equipo de personajes del mismo género para suplir una necesidad de compañía, etc. Pero esto tiene una solución: madurez.

 

Es triste, porque muchos de los responsables de todo esto son padres y madres de familia, con una estabilidad y seguridad mental que les ha permitido decidirse a sentar la cabeza con una persona. Esa misma gente usa el sexo como una herramienta para hacer los juegos más atractivos, recurren a romances tópicos basados en los roles establecidos en las películas americanas de hace 20 años y se olvidan de ser honestos y sinceros con su oficio. Porque un creador puede mentir, pero siempre querrá gritar a los cuatro vientos que sí, ama el sexo y sí, vive para amar.


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