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La museística en el videojuego

¿Hay que cambiar lo divulgativo por casos más concretos?
Por Julián Plaza

Este no es otro texto que teoriza sobre si los videojuegos son arte. Bastante se ha hablado ya de ludocentrismo, narrativismo y del subtexto en algunas obras como para volver a incidir en lo mismo. Que cada uno juzgue. La parrafada de hoy viene a hablar sobre qué se puede ver cuando un museo expone algo de nuestro mundillo, dónde puede verse, cuándo. Tenemos más de cuarenta años de historia y, cuando nos dan una sala, ofrecemos eso: una cronología.

 

 

Hasta hace unos días, solo conocía la existencia de The Strong y el NVM (National Videogame Museum), la exposición permanente neoyorkina y el museo de Dallas del videojuego. También está lo itinerante. Por ejemplo, durante este verano los alicantinos han podido disfrutar de Good Game, un recorrido por la la historia del videojuego que ha estado disponible hasta este septiembre. Lo divulgativo está bien, siempre. Pero también agradezco apuestas más arriesgadas como la del museo Davis de Massachussets, que ha dado voz a Jason Rohrer.

 

Rohrer

¿Le conocíais?

 

El caso llega a través de Diego Cuevas, que hace no mucho exponía la noticia y me daba a conocer a uno de los artistas más excéntricos e inconformistas del mundo del videojuego. Rohrer, por ejemplo, hace diez años que ideó Cultivations, un juego con muchas similitudes con Stardew Valley a pesar de su separación temporal. El lacrimógeno Passage, otra obra suya, hablaba de la vida y de envejecer en apenas 5 minutos. Sleep is Death, una aventura cooperativa en la que un jugador tiene las herramientas para crear la historia y el otro para jugarla, llevó los juegos de patio de colegio a la pantalla.

 

 

Inside a Star-filled Sky, The Castle Doctrine, Chain World. Toda su obra gira en torno a la reflexión. Ahora, gracias al Davis Museum del Wellesley College Science Center, se puede conocer su historia. ¿Por qué no ocurre más veces? Los casos particulares, por bizarros que puedan ser, también ayudan a entender el todo. No hace falta ir a buscar a la Milo Moiré o la Deborah de Robertis del videojuego -si es que las hay-, pero me parece mucho más interesante una exposición que me hable de los gemelos Oliver, Toby Fox, Amy Hennig o Davey Wreden, que el enésimo viaje del ayer al hoy del mundo del videojuego.


Impresionista es un caso interesante


No me malinterpretéis. Eventos como la RetroBarcelona son necesarios; el escaso bagaje cultural que a veces campa por las redes cuando se retrocede hasta antes de los 90 es preocupante. Sin embargo, hay que hacer hincapié en la vertiente menos divulgativa de los museos y ver que apostar por casos como el de Jason Rohrer es un paso adelante. Conocer a fondo a Hideki Kamiya para apreciar su obra, ver por qué Hidetaka Miyazaki ha sacudido a la industria, pararse a ver quién es Jonathan Blow y qué ha supuesto Braid. Conocer lo concreto para entender lo global.


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