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La magia de Final Fantasy IX cumple 15 años

Un clásico único
Por Kysucuac

Final Fantasy IX cumple 15 años. Para algunos será un viejales, para otros demasiado jovenzuelo, y para Sánchez Dragó, una tierna adolescente. Pero chistes de humor negro aparte, no veo ninguna fiesta de cumpleaños preparada para el pobre Zidane (o Yitán, como lo conocemos en España). ¿Qué pasa? ¿Andáis ocupados? Claro, el remake de Final Fantasy VII no os deja pensar en otra cosa que no sea la larga y ancha espada de Cloud, ¿eh? Me temo que la nueva Midgar os ha cegado demasiado y no os dáis cuenta de lo grande que fue la novena entrega de esta saga.

 

La banda de Tantalus llegaba a nuestras pantallas y nuestras consolas después de que lo hiciera el Jardín de Balamb y su predecesor, el rubio cara cartón. No obstante, el tener esa tensión sobre sus hombros no lo hizo menos espectacular. Final Fantasy IX abandonaba las alargadas y realistas figuras de Squall y el resto de Seeds para traernos una estética más infantil, pero no por ello cutre. Yitán era un tipo interesante con cola de mono, Garnet era guapa, Eiko era adorable y Kuja... Bueno, llevaba tanga. Cuando se enfadaba, daba miedo, y eso era lo que importaba.

 

A este juego le tengo un cariño especial porque me enseñó cosas que otros no pudieron. Repasando los títulos de Final Fantasy que había jugado hasta el momento en el que éste cayó en mis manos, pienso en la lección que daba cada uno. Final Fantasy VI y Final Fantasy VII, a grandes rasgos, nos hablaban de lo mismo. De una persona, del sacrificio, del cambio... Final Fantasy VIII se centró más en la importancia de las relaciones y lo desgraciadamente imposible que era OJO PUEDE QUE ESTO SEA UN SPOILER SI A DÍA DE HOY TODAVÍA NO LO HAS JUGADO. YO LO SOLTARÍA ASÍ SIN MÁS, PERO ES QUE LUEGO VIENE GENTE QUEJÁNDOSE, Y, CLARO, ME DEBO A MIS ESBIRROS abandonar a Rinoa en el espacio para siempre. FIN DEL SPOILER.

 

 

Final Fantasy IX tenía, para mi gusto, el mensaje más profundo y más maduro de toda la saga, por mucho que sus protagonistas fueran “monigotes” comparados con los del anterior. En esta entrega hablábamos de algo muy jodido, que, aunque llegó a tocarse brevemente en alguna ocasión, no se había plasmado de esta forma: El miedo a la muerte. La forma en la que un tema tan de la vida diaria de cualquier persona era dibujado con una precisión y una maestría superior le deja a una sin aliento. Hasta la historia de amor (aprovechando que mi compañero Rafa se ha puesto hoy un poco tontorrón) es mucho más bonita que las demás, únicamente superada por la de Final Fantasy X. También está el tema del miedo a perder a tus seres queridos, y cómo afrontar dicha pérdida una vez ocurre. No sólo con la muerte de alguien, sino con el cambio que esa persona da hasta el punto de que no consigues reconocerla.

 

Luego están sus personajes. Protagonistas o no, tiene un elenco muy amplio, como lo tuvo la sexta entrega, y, sin embargo, ninguno de ellos está poco definido. Cada personaje ha sido cuidado al detalle, con su pasado, sus preocupaciones, sus inquietudes y sus miedos. Ningún personaje secundario llega a parecerlo del todo, siempre tienen su momento de gloria. Incluso hay veces en las que llegas a cogerle más cariño a uno que apenas tiene dos apariciones en todo el juego (véase, en mi caso, Blank. Too much sensual pa mi body). No he visto algo así en ningún otro título, nunca nada me ha transmitido tanta magia como Final Fantasy IX (ojo, que el VI sigue siendo mi favorito).

 

Lamentablemente, y por mucho que yo diga todo esto, Final Fantasy IX llegó en una mala época. Iba a ser el último con el subtítulo de Squaresoft, y eso era mucha responsabilidad. Cumplió, la verdad, superando con creces las expectativas. Pero, como la mayoría, ha sido eclipsado por Cloud y su amiguito el que también tiene la espada muy larga. Hay gente que ha llegado a dejarlo a un lado, sin probarlo siquiera, simplemente por su estética infantil. ¿Qué os pasa? ¿Es que necesitáis un protagonista que sea un amargado de la vida y un marginado social para disfrutar del maldito juego? Pues entonces, ni lo toquéis. Ahora, quien no lo haya jugado y de verdad tenga ganas, no sé a qué está esperando. La magia existe, y Final Fantasy IX es la prueba de ello.


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