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La Inquisición llega a las aventuras gráficas

Tomar decisiones sobre los personajes, no su futuro
Por Dayo

Que la aventura gráfica está viviendo una nueva juventud es algo que los aficionados al género ya sabemos, contemplando un hermoso panorama que parece relucir ante trabajos tales como las bellas obras de Daedalic (Deponia, The Whispered World, The Night of the Rabbit) o buenos remakes de clásicos como el reciente Leisure Suit Larry. Claro que también caben experiencias bizarras que aporten ese particular puntito de originalidad, en sí completando la experiencia ante una metodología lúdica que sobre el papel permite pocas florituras. Ahí es donde entra un ejemplar como Nicolas Eymerich: The Inquisitor.

 

The Inquisitor está dividido en varios episodios, siendo The Plague es el primero de ellos. Asumiremos el rol del monje Nicolas Eymerich, español de pura cepa que, ojo al dato, redactó en su día el Directorium Inquisitorum, escrito que propició el que la Santa Inquisición se sumergiera de manera impune en un torrente de atrocidades permitidas por la Iglesia Católica. Lejos de ser un sacerdote ejemplar a la usanza de Fray Guillermo de Occam (¿recordáis La Abadía del Crimen?), Eymerich es en sí un individuo cuya personalidad es a todas luces original en esto de los videojuegos.

 

He aquí el trailer del juego. Sin duda, una aventura que no dejará a nadie indiferente.

 

El primero objetivo de tan benigno ejemplar es el de averiguar el origen de una serie de sucesos satánicos que tienen lugar en una ciudad al sur de Francia. Ahí contemplará la posibilidad de enfrentarse a todo tipo de herejes, pero siempre con la fe y la convicción de estar armados ante el mismísimo diablo. En este sentido, The Inquisitor parte de un argumento bien planteado y mejor llevado, puesto que la gente de Microïds ha estudiado hasta el más mínimo detalle de la vida del auténtico Nicolas Eymerich, haciéndose una fidedigna representación del polémico gerundense a través del género de la aventura gráfica.

 

No obstante, y a pesar de que como juego en sí conserva las clásicas formas del género, y yendo más allá de las premisas argumentales que guían a The Inquisitor, existen ciertos detalles que remarcan la particularidad del título, matices en sí que en apariencia parecen funcionar de forma independiente al juego, como si de añadidos superficiales se tratara, pero que en si funcionan como auténticas implementaciones que añaden a la obra de Micröids un punto a todas luces inédito dentro de lo que es el panorama actual del género aventurero.

 

El corte es hasta cierto punto clásico, pero la atmósfera consigue llamar mucho la atención.

 

En primer lugar, mencionaría el doblaje. Además de estar localizado en lo que a voz se refiere a varios idiomas (en castellano únicamente tenemos los textos), The Inquisitor está doblado al latín, un detalle sorprendente y que, más allá de la mera curiosidad, añade al entorno lúdico un factor de ambientación tan peculiar como coherente con el ámbito histórico. Es por ello porque, aún pudiendo colocar las voces en inglés o francés, el que esto suscribe prefiere de calle escuchar el anciano soniquete de tan antigua lengua.

 

Por otra parte, The Inquisitor ha sido realizado teniéndose en cuenta al público invidente, con un modo 'audiojuego' que hace de esta aventura todo un ejemplo de accesibilidad. Por otra parte, y además de poderse jugar a la usanza del género (point & click), se posibilita el utilizar una interfaz al más puro estilo de la ficción interactiva de hace décadas, debiendo teclear todas y cada una de nuestras acciones para progresar. Una pasada que no pierde un ápice de jugabilidad a base de mecanografía.

 

Recordando a los viejos tiempos de Sierra On-Line o AD... ¿tecleamos?


 

El detalle friki viene marcado por una serie de pautas hasta cierto punto implícitas a la propia naturaleza de la narración. Por decirlo de alguna manera, servidor sintió ciertas reminiscencias a El nombre de la rosa (la novela de Umberto Eco) y, claro está, a La Abadía del Crimen, el famoso videojuego de la edad de oro del software español. Pero The Inquisitor, aparte de monjes y misterios varios, mete en su argumento demonios, zombis y un buen puñado de cosas macabras y grotescas, adornando el conjunto a base de referencias heavy-metal. Una pasada capaz de compensar el irregular diseño de puzzles, aunque en total se puede decir y bien alto que tenemos ante nosotros un juego merecedor de que por lo menos le otorguemos el beneficio de la duda.


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