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La importancia de la libertad y la personalización

Cuánto nos gusta poder manipular los elementos de un videojuego
Por Rafa del Río

No hace falta que nos pintemos la cara de blanco y azul, que montemos a caballo y arenguemos a las tropas. Ni siquiera es necesario que nos dejemos el pelo greñoso ni, ya que estamos, que acabemos torturados en la plaza del pueblo. Aún así, podemos gritarlo a coro, nos gusta, la ansiamos, nos pone, Y queremos... ¡¡LIBERTAD!!

 

Aunque muchas veces nos la quiten

Ayer estuve echándole un ojo por encima a Bound by Flame, título de Focus y Spiders que pretende ponernos en la piel de un mercenario poseido por el demonio en un RPG vieja escuela que no acaba de estar a la altura. No voy a entrar a hablar del juego en sí porque apenas pude echarle un ojo, aunque en principio me ha dado la impresión de un viejas mecánicas Bioware con el estilo diferente de Spiders games -ya sabéis: Sherlock Holmes, of Orcs and Men, Mars: War Logs...-. Lo que sí me ha chinado, y mucho, ha sido el apartado de 'personalización' de personaje, que se queda muy pero que muy cortito.

 

Y es que con apenas cinco modelos de caras muy parecidas entre ellas, cinco modelos de peinado a cuál más chorra y el mismo porte físico para todos, los chicos de Spiders se han dado por satisfechos. Por fortuna han dejado que elijamos si nuestro personaje será masculino o femenino, lo que ya de por sí es de agradecer, pero entre nosotros, para dar tan poquitas opciones a la hora de creación de personajes mejor que se las hubieran ahorrado. En ocasiones, menos es más. En un catálogo de opciones tan ridículo habría quedado mejor la inclusión de cuatro personajes diferentes -dos femeninos y dos masculinos, por ejemplo-, a lo Gauntlet, antes que este amago de personalización que a todos se les quedará escaso.  

 

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Bound by Flame. No es de diez, pero tengo ganas de seguir probándolo...

 

La libertad es importante

O lo es en muchas ocasiones. Cuando un juego nos promete la posibilidad de 'hacernos a nosotros mismos', le exigimos que cumpla con sus promesas, y el listón de lo que deben entregarnos a cambio de su precio sube muchos enteros. Ya os comenté hace unos meses que San Andreas fue un hito que nunca volvió a repetirse, dado que el personaje evolucionaba según nuestras acciones, pero no tiene por qué ser la única forma de personalizar. Bethesda lo hizo relativamente bien con Oblivion y Skyrim, si bien por muchas opciones que incluyan siempre consiguen que nuestros personajes tengan cara de alelados, y Bioware se mata con sus editores en Dragon Age y Mass Effect, aunque a la hora de la verdad los 'muñequitos' son tan expresivos como una réplica en plastilina de La Dama de Elche.

 

Mucho mejor lo hace Volition con sus Saint's Row, especialmente en la locura frenética y deliciosa de su última entrega, en la que tras apenas dos minutos y medio de jugar con las opciones ya tenía a mi hija pegada a la pantalla y gritando 'mira papá, ¡eres tú!'. Porque sí, soy uno de esos tipos con un ego del tamaño de Chicago, y me gusta que mis personajes sean calvos, con barba, y clavaditos a mí. Los elfos con pelazo y los cachas modelitos para quien los quiera, prefiero sentirme dentro de la historia con un tipo tan feo como yo mismo liándose a tiros contra los malos de turno.

 

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Saint's Row IV. Bendito cachondeo.

 

Pero la libertad no es coto exclusivo de la personalización. Tratamos de lograr libertad en todo, en las decisiones, en la forma de jugar, en nuestro sistema de transporte y, si es posible, en la forma de afrontar nuestra 'experiencia de juego'.  Nos quejamos si Tomodachi no nos deja casarnos con nuestros primos, si en Tamriel no podemos juntar nuestro afecto con el de un argoniano, si en Sleeping Dogs no nos dejan echarnos novia, o protestamos porque tál juego de fútbol no nos permite fichar a deportistas de la división de nuestro pueblo.

 

¡Que no nos quiten la libertad! 

O mejor, que nos la quiten a veces. A la hora de la verdad, tanto libre albedrío y opciones no son siempre tan importantes. Cuando un juego está bien trazado, cuando tiene todos sus elementos donde deben estar, todo eso de la personalización y la libertad pierden su fuerza. Los titulos que, como los buenos libros, te llevan a identificarte con los personajes e interiorizar sus acciones como propias están por encima de todo eso. ¿Ganaría puntos Walking Dead si nos dejara personalizar la cara de su protagonista? ¿Sería mejor The Last of Us si pudieramos ir a comprarle ropa a Ellie y le cambiaramos el estilo de peinado en una peluquería improvisada en la base de los refugiados?

 

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Walking Dead. ¡Qué tensión!

 

Hay títulos y títulos, juegos en los que queremos manipularlo todo y obras que ganan cuando nos llevan sabiamente por el camino de la narrativa rígida siempre que sea cuidada y escrupulosa. Al fin y al cabo, si todos los juegos fueran iguales, la cosa sería muy aburrida, ¿no?

 

¡Nos leemos!


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